Parnaso filipino - Varios autores - E-Book

Parnaso filipino E-Book

Varios autores

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Parnaso filipino es un antología hecha en los años veinte del siglo pasado, que contiene algunos de los mejores poemas escritos en castellano en Filipinas en un periodo comprendido entre los finales del siglo XIX y los inicios del XX. Las notas biográficas de Parnaso filipino son las originales de la primera edición y reflejan el punto de vista de la época. Preferimos ser fieles al original y mantener estas observaciones, por demás bastante idiosincrásicas, que en ocasiones juzgan a los poetas y sus poemas. Es el carácter testimonial de las mismas lo que nos hizo respetarlas. Autores: Cecilio Apóstol Juan Atayde Dalmacio H. Balastas Jesús Balmori Florencio G. Barraza José María Barroso-Arrieta Vicente Bautista Manuel Bernabé Fernando Canon Enrique Fernández Lumba Fernando María Guerrero Adelina Gurrea José Hernández Gavira Tirso de Irureta Goyena Emilio Jacinto Anselmo de Jesús y Vergara Vicente de Jesús y Vergara Rosario Lam Enrique K. Laygo Edilberto Lazcano Leoncio G. Magno Isidro Marfori Esteban Nedruda Luis F. Nolasco José Palma y Velázquez Pedro A. Paterno Vicente Peláez Lorenzo Pérez Tuells Claro M. Recto José Rizal Vicente A. Sacramento Agustín Seva José R. Teotico Ramón J. Torres Alejo Valdés Pica Pacífico Victoriano Francisco Villanueva Antonio Zacarías Flavio Zaragoza Cano Felipe A. de la Cámara Tomás Cáraves Manuel Casuso Francisco de la Escalera José María García Collado Fray Graciano Martínez Angelina de Molina del Pando Joaquín Pellicena y Camacho Carlos Peñaranda y Escudero Ángela Perejamo Morales Manuel Romero de Aquino Luis Segura y Miralles José Toral y Sagristá Selección y prólogo: Eduardo Martín de la Cámara

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Autores varios

Parnaso filipino

Antología de poetas del archipiélago magallánicoPrólogo, selección y notas de Eduardo Martín de la Cámara

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Parnaso filipino.

© 2024, Red ediciones.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN rústica: 978-84-9816-891-4.

ISBN ebook: 978-84-9897-622-9.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Brevísima presentación

La presente antología, hecha en los años veinte, contiene algunos de los mejores poemas escritos en castellano en Filipinas en un periodo comprendido entre los finales del siglo XIX y los inicios del XX. Las notas biográficas son las originales de la primera edición y reflejan el punto de vista de la época.

Preferimos ser fieles al original y mantener estas observaciones, por demás bastante idiosincrásicas, que en ocasiones juzgan a los poetas y sus poemas. Es el carácter testimonial de las mismas lo que nos hizo respetarlas.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 21

A la honrada memoria de mi padre 23

PRÓLOGO 25

Cecilio Apóstol 31

A RIZAL 33

A EMILIO JACINTO 36

SOBRE EL PLINTO 39

A ESPAÑA IMPERIALISTA 45

PAISAJE FILIPINO 48

LINEAS ACTUALES 49

Juan Atayde 53

UN AÑO MENOS 55

Dalmacio H. Balagtás 57

LÁGRIMAS 59

DULCEMENTE 60

HOMENAJE 61

Jesús Balmori 63

¡GLORIA! 65

LA VENGANZA DE LAS FLORES 66

EL VOLCÁN DE TAAL 68

EN EL CIRCO 69

BIENAVENTURANZA 70

A NUESTRO SEÑOR DON QUIJOTE DE LA MANCHA 71

TRÍPTICO REAL 73

CANTO A ESPAÑA 75

Florencio G. Barbaza 79

ELOGIO A TUS OJOS 81

FANTASÍA CREPUSCULAR 83

CATILINARIA 85

TRISTEZAS 88

José María Barroso-Arrieta 91

CONSUMMATUM EST...! 93

ESPIRITUALIDAD 94

EL EUCALIPTO DEL PANTEÓN 95

Vicente Bautista 97

MAYO 99

REQUIESCAT... 100

Manuel Bernabé 103

LO IMPOSIBLE 105

SOLDADO-POETA 106

¡CANTA, POETA! 107

BLASÓN 110

MI ADIÓS A ILOILO 111

CASTIDAD 112

ESPAÑA EN FILIPINAS 113

Fernando Canon 117

FLOR IDEAL 119

RIZAL ARTISTA 122

Jesús Casuso Alcuaz 133

LAS CAÑAS 135

A ESPAÑA 137

ALMAS 139

Rosario Dayot 141

A ESPAÑA 143

Enrique Fernández Lumba 145

LA MUJER 147

MIENTRAS DICEN... 148

A PLARIDEL 150

A MAGALLANES 151

LAS TRES BANDERAS 153

¿QUÉ MÁS DECIR...? 155

Fernando María Guerrero 157

A FILIPINAS 159

BAJO LAS CAÑAS 162

FANTASÍA CARNAVALESCA 164

DOLORA DE PASCUA 168

MÁS QUE TODO, MI CRUZ... 170

LA BANDERA 172

MARCHA FÚNEBRE DE CHOPIN 174

ANTIFONARIO 176

ORACIÓN MATINAL 178

ORACIÓN DEL MEDIODÍA 179

ORACIÓN VESPERAL 180

ORACIÓN DE LA ALTA NOCHE 181

HORA CÁLIDA 182

LA ISLA HERMANA 183

ILANG-ILANG 186

EL DOLOR DE LAS CUARTILLAS VÍRGENES 188

A HISPANIA 191

NO CIERRES TU PUERTA 195

EL JARDÍN REDIVIVO 197

LAS DOS HOCES 200

VIAJE FANTÁSTICO 203

EL «KUNDIMAN» 204

COPA BOHEMIA 205

ETERNA HERIDA 207

Adelina Gurrea 209

EL NIDO 211

A MIS PRIMOS 215

EL FANTASMA DE MARÍA CLARA 219

DEL PRADO AMIGO 222

NO ESTÉS TRISTE 223

José Hernández Gavira 225

NO ES MI MUSA... 227

PARA TI 228

LA ESPERANZA 229

EN LA HORA DEL CREPÚSCULO 230

CUANDO YO MUERA... 231

Tirso de Irureta Goyena 233

RECUERDOS 235

TRÍPTICO 239

JUNTO AL ALTAR 240

ARDIENTE AMOR 241

HERMANOS ESPAÑOLES 242

Emilio Jacinto 243

A LA PATRIA 245

Anselmo de Jesús y Vergara 249

A UNA ROSA 251

LA INFANCIA 252

LA SAMPAGUITA 253

EL HOMBRE 254

Vicente de Jesús y Vergara 255

LO IMPOSIBLE 257

DESPUÉS DE TODO... 258

Rosario Lam 259

ASPIRACIÓN 261

Enrique K. Laygo 263

¡SIEMPRE IGUAL! 265

«TIRONG» 266

Edilberto Lazcano 267

DÍPTICO 269

FASCINACIÓN 271

Leoncio G. Magno 273

TROVA DOLOROSA 275

A LA JUVENTUD FILIPINA 278

FLORES OLVIDADAS 280

AMOR DE MADRE 281

Isidro Marfori 283

A SALVADOR RUEDA 285

A UNA ESTRELLA 286

LAS NOCHES DE CITA 287

EL PÁSIG 288

A LA GLORIA 289

AL VOLCÁN APO 290

EN LA MUERTE DE TIRSO DE IRURETA-GOYENA 291

POR AMOR A ESPAÑA 292

TRES SONETOS DE AMOR 294

Esteban Nedruda 297

ANHELOS 299

MEDITACIÓN 301

Luis F. Nolasco 303

FLOR DE DOLOR 305

José Palma y Velázquez 307

MI REGALO 309

EN LA ÚLTIMA PÁGINA DEL NOLI ME TANGERE 312

DE MI JARDÍN 314

EN LA HAMACA 316

RIZAL EN CAPILLA 318

Pedro A. Paterno 321

SAMPAGUITAS 323

LA CRUZ 324

Vicente Peláez 329

HUÉRFANA 331

Lorenzo Pérez Tuells 333

ÍNTIMA 335

EN LA HUELLA LUNAR... 336

SALMOS 337

NEURÓTICA 340

EN HORA DE ILUSIONES 341

RECUERDO ARQUEOLÓGICO 342

MEDIEVAL 343

PASIONARIA 344

PIEDRAS PRECIOSAS 345

Claro M. Recto 347

EL ALMA DE LA RAZA 349

NOCHE DE MANILA 352

ORACIÓN AL DIOS APOLO 353

LAGUNA DE BOMBON 356

ELOGIO DEL CASTELLANO 358

ENVÍO 363

ROSAS DE CARNE 364

LAS DALAGAS FILIPINAS 366

LUZ DE LUNA 368

LA CHOZA DE NIPA 370

José Rizal y Alonso 373

MI PRIMERA INSPIRACIÓN 375

A LA JUVENTUD FILIPINA 377

¡ME PIDEN VERSOS! 379

EL CANTO DE MARÍA CLARA 382

MI RETIRO 383

CANTO DEL VIAJERO 388

A MI... 390

A LAS FLORES DE HEIDELBERG 394

ÚLTIMO ADIÓS 396

Vicente A. Sacramento 399

ERMITA 401

YO TE PERDONO 402

Agustín Seva 403

EL GIGANTE DE LOS MARES 405

¡VEN! 409

TUS LÁGRIMAS 412

A SALVADOR RUEDA 415

José R. Teotico 417

LA DALAGA DE MI TIERRA 419

TRILOGÍA IDEOLÓGICA 422

MEDITACIÓN 424

Ramón J. Torres 425

ALMA MATER 427

Alejo Valdés Pica 435

A LA LUZ MORIBUNDA... 437

LUCÍAN EN TU ESPALDA... 438

A SALVADOR RUEDA 439

ARTE DECORATIVO 441

PASTORAL 444

EN LA QUIETUD... 446

SPLEEN 447

ORACIÓN 448

AUTOCONSOLACIÓN 450

EL AMOR DE LOS AMORES 453

¡BENDITA SEAS, PECADORA! 454

ESTABA ESCRITO 456

Pacífico Victoriano 457

EN LA BRECHA 459

ALTIVEZ TAGALA 463

A EMILIO JACINTO 465

EXCELSIOR 468

A SALVADOR RUEDA 472

Francisco Villanueva 475

AWAKE... 477

A MI PATRIA 478

Antonio Zacarías 479

ESPAÑA INMORTAL 481

Flavio Zaragoza Cano 483

LA GOTA DE AGUA 485

PROEMIAL 487

POETAS ESPAÑOLES EN FILIPINAS 489

Felipe A. de la Cámara 491

LA SAMPAGUITA 493

LA MESTIZA ESPAÑOLA 494

Tomás Cáraves 497

TOTA PULCHRA ES MARIA 499

Manuel Casuso 503

¡CÓNDOR, DAME TUS ALAS...! 505

¡QUÉ TERRIBLE DOLOR! 506

LÁGRIMAS 508

Francisco de la Escalera 509

AÑO NUEVO 511

ANTE LA DERROTA DE MONTOJO, EN CAVITE 515

José María García Collado 517

A MANILA 519

¡FACILÍSIMO...! 523

AMBICIÓN CESARISTA 524

NOCHEBUENA DE 1887 525

Fray Graciano Martínez 527

FILIPINAS 529

Angelina de Molina del Pando 535

TUS MANOS 537

EL MARTIRIO DE MI VIDA 538

TU PORVENIR 539

FLOR VALENCIANA 540

Joaquín Pellicena y Camacho 541

ASPIRACIÓN 543

EVOCACIÓN 545

CANCIONERO DE MANILA 547

Carlos Peñaranda y Escudero 549

AL CUMPLIR CUARENTA AÑOS 551

A UN PALO DEL TELÉGRAFO 552

Ángela Perejamo Morales 553

A LA MEMORIA DE MI HIJA 555

Manuel Romero de Aquino 557

PERDÓNAME... 559

¡ADIÓS, LA NAVE! 562

A MI LIRA 564

ROMANCERO FILIPINO 567

Luis Segura y Miralles 579

EL OLVIDO 581

MI TESORO 582

SONETO CLÁSICO 583

José Toral y Sagristá 585

EN LA RENDICIÓN DE MANILA 587

AGUAFUERTE 591

SUEÑOS 592

Libros a la carta 595

A la honrada memoria de mi padre

Eduardo Martín de la Cámara y Dávila,

Notario que fue de Manila; «español a ultranza; humano, fraterno y justo, cuando el serlo, bajo aquel» «medio», «despertaba suspicacias»...

E. M. De la C. y M.

PRÓLOGO

No te alebres, lector, al afrontar el título de este volumen, imaginando que van a servirte versos escritos en todas o algunas de las treinta y tantas lenguas vernáculas del Archipiélago Filipino. Ni yo sabría aderezar ese manjar, ni tú cómo catarle. Sobre que tal poesía es parva, «difícil de exponer», según el ilustrado erudito de allá don Epifanio de los Santos Cristóbal, y con la antinomia de ser sus cultivadores, tanto o más que los autóctonos, misioneros españoles, en rimas «a lo divino», enderezadas a inyectar la fe de Cristo en los corazones isleños.

Los poetas son filipinos, pero los versos castellanos.

Por los dedos pueden contarse los vates indígenas en nuestro romance durante los tres siglos y pico de dominación hispánica. W. E. Retana1 nota tres hasta 1896: Atayde, Paterno y Rizal. Hubo algunos más: Seva, quejumbrón cantor de Charing (que aquí diríamos Rosarito); Manolo Rávago, en números de pura ortodoxia; Juan Caro y Mora, Hermógenes Marcó, Isabelo de los Reyes, etc., y ciertos bardos de ocasión aspirantes a la láurea en los certámenes patrióticos y religiosos, mocerío casi siempre adoctrinado en el «Ateneo» de la Compañía. Hasta 1898, año límite de nuestro señorío, fue meñique la falange versificadora, ¿Motivos? Retana aduce dos: la censura de imprenta y el desconocimiento del castellano literario por la mayor parte de los filipinos netos. Con la primera —ejercida por funcionarios a tono con el ambiente, de patriotismo anquilosado, dignos de las covachuelas de Fernando VII— sobra para justificar la inanidad del Arte egregio que no admite trabas ni menoscabos, solo germinante en la gleba arada con reja de libertad y de justicia.

Cuanto a la propagación del castellano, prueba Retana, documentalmente, cómo la coercieron los frailes —excepción los jesuitas— contrariando espíritu y letra de sucesivas reales cédulas metropolitanas. Cuán poco valió la treta lo demuestra no haber finado 1898 sin que vieran la luz pública composiciones de los más altos metrificadores tagalos, Cecilio Apóstol, Fernando María Guerrero y José Palma, seguramente florecidas en aquellos retirados cenáculos donde se hacía literatura y revolución.

¿Están todos los que son y son todos los que están? Creemos sinceramente que sí. De los «inolvidables» no debe de faltar ninguno. Si se advierte llenura en la selección, entiéndase que el editor tiene sus exigencias y que este volumen ha de contar predeterminado número de páginas. Por añadidura, tratándose de exhumar una literatura inédita para muchedumbre de españoles, pide la discreción entregar al lector los mayores elementos de juicio en cantidad y calidad.

Poetas se hallarán capaces de medirse con los consagrados nuestros: tales Guerrero y Apóstol. Rizal, Bernabé, Recto, Palma, Balmori, Pérez Tuells, Victoriano, Torres, Marfori, muéstranse también versificadores de inspiración y enjundia, sin desdeñar a los otros, ni a ninguno, como explícitamente demuestra la recolección de su cosecha pimplea. Pero no queremos trocar en índice lo que es prólogo. Además, bueno es dejar un margen al leyente para que, con su propia solercia, espigue en el Florilegio lo bello y lo galano.

La poesía filipina, por la época de su gestación, brota —¡en castellano!— algo hostil a la Metrópoli exdominadora. No pudiéndose evitar el idioma, esquívanse los únicos razonables modelos, nuestros clásicos y nuestros modernos, yendo los bardos a beber las castalias aguas en los «parnasianos» y simbolistas franceses y en los modernistas hispano-americanos. En éstos, singularmente. El «azul» y los lirios y rosas líricos de Rubén coloran y perfuman la nueva poesía ultramarina. Chispea el

«anillo de oro hecho pedazos,

que ya no es anillo, pero siempre es oro»,

De Santos Chocano. ¡Y cuán equivocados los neo-versificadores, si así creyeron librarse de hispanismo! ¡El autor de la «Sonatina» es poeta excelso porque hay muchos, muchos clásicos españoles en su educación literaria; y Mallarmé, por solo citar un ejemplo, es chozno de Góngora!...

Es poeta elegante y lapidario Cecilio Apóstol, en cuyos números campa serenidad clásica. Bebió el licor ático en búcaro francés, posibles divinos «alfareros» Moreas o Heredia, no nacidos en Francia.

Otro vate plenamente logrado es Fernando María Guerrero, «príncipe de los líricos filipinos». En nuestra opinión desautorizada es el exponente etnológico, el poeta malayo por excelencia, el que más hondamente siente su raza. En «Ilang-ilang, El Kundiman, A Filipinas, Bajo las cañas»... vibra aquel alma tagala tan incomprendida, psiquis sin complicaciones ni morbosidades, primitiva, melancólica, paciente, siempre opresa y nostálgica de libertad, nervea y con arrestos en las ocasiones altas.

Trasciende en Bernabé, con muy gallardas estrofas en su obra, la preparación latina e hispano-clásica. También en Pacífico Victoriano y en Ramón J. Torres, poetas vigorosos.

Recto —discípulo de Guerrero como Marfori— luce amplio léxico, rico de color. Es lírico verdadero. ¡Si no se repitiera!

Palma, de estro enfermizo, fue delicado, noble y correcto.

Balmori es desigual. Tiene temperamento. Sabe decir muy bellamente..., cuando quiere.

Pérez Tuells ha de cuajarse. Ya da mucho. Más promete.

En la lira femenina el cordaje más melodioso pertenece a Adelina Gurrea, toda sentimiento y emoción.

Y asombrárase el leyente de que no haya aparecido todavía el nombre del doctor Rizal, cuya soberana poesía «Ultimo Adiós» ha recorrido el orbe. Sí, Rizal fue poeta; pero secundariamente. Su rasgo característico, bastante a oscurecer otras modalidades de su mentalidad, fue el de revolucionario: dentro de este amplio círculo están insertos el científico, el literato y el políglota. Cultivó todas las artes bellas, pero siempre disfrazada de musa la obsesión de manumitir y dignificar a su patria. Como poeta, le superan Guerrero y Apóstol.

En toda esa labor apolínea, aun sin cumplir —prescindiendo de los precursores— el cuarto de siglo de existencia, abundan inspiraciones gemelas: cantos a la patria, a la nacionalidad y la independencia, a los héroes epónimos —Rizal, Mabini, Jacinto, Bonifacio— loanzas de lo aborigen... A las veces —¡ay! con demasiada frecuencia— y asombrados de discurrir sobre aquel bravío paisaje, surgen «Mimí», los violines de Versalles y el tacón rojo. Aun la metrificación suele ser exótica. Pero hay ternuras como la de Guerrero, tejiendo su canto «A Hispania» en el romance rotundo de los abuelos peninsulares.

Los poetas de este Parnaso, por lo general, no parecen descubrir en su solar motivos de inspiración. Porque los encuentra, elogia Guerrero a Marfori en el proemio de «Aromas de ensueño». Ni el paisaje, tan sugeridor, les tienta, de lo que se duele el ya citado erudito de los Santos Cristóbal en el prólogo a «Palomicas de mi palomar», de Felipe A. De la Cámara. Acaso lamentos tales obraron como nervino sobre algunas idiosincrasias, pues Apóstol, Recto, Valdés, Marfori, en composiciones recientes, plasman sensaciones de aquella prodigiosa Naturaleza.

Recapitulación de tildes. Es frecuente en los filipinos, aun los ilustrados, el sesear, defecto emergente de carecer del fonetismo de la «ce» sus lenguas vernáculas. De ahí el aconsonantar «besos» con «rezos» y «sonrisa» con «sinfoniza». Otro vate consuena «jazmín» con «jardín», lo que es menos explicable. Un tercero, queriendo decirle «rimador» a Rueda le dice «rimero», cosa bien distinta... Pero no desmenucemos. En la construcción, es anomalía reiterada la de emplear los varios modos de los verbos cual si tuvieran igual valor en el tiempo.

Atañe este tema de los poetas filipinos pronunciándose por el castellano, a otro de transcendencia nacional: la perdurabilidad de nuestro idioma en el lejano Oriente.

Norteamérica hizo, hace y hará lo posible por desarraigarle. Es un hecho que desde 1911 el lenguaje oficial obligatorio de las islas es el inglés; pero otro que dos años antes, o sea a los once de férula «yanqui», se publicaban en el Archipiélago 79 periódicos, de los que 29 estaban redactados en castellano, 15 en lenguas vernáculas, 16 en castellano y lenguas vernáculas, 11 en inglés, 1 en castellano, inglés y lengua vernácula y 7 en castellano e inglés.2 Ahora mismo, La Vanguardia y El Debate, los diarios filipinos de mayor autoridad y circulación, en castellano se imprimen. Es también un hecho que de los 40 poetas insulares catalogados en esta Antología poseen el inglés cuantos moran en las islas; pero otro que todos escriben ¡y sienten! sus composiciones en castellano. Y así, cuando vemos como título de una el «Awake» britano en lugar del español, «Despierta», nos sentimos sorprendidos, como defraudados...

No parece próxima la concesión al solar rizalino de la independencia que ansía. Tanto peor para el idioma inglés. Porque el nacionalismo, henchido de brillantes poetas y prosistas, por dar en rostro al detentador, más ahincadamente empleará y propagará nuestro romance.

Y arribada la independencia, que al fin ha de llegar, insuficientes las lenguas vernáculas para las relaciones exteriores, así como el Japón, en trance parigual, escogió el inglés, el nuevo estado, si cae del lado del corazón, elegirá el castellano. Al fin, el área de los países de habla hispana es superior al área de los territorios de habla inglesa, y como idioma internacional el imperio del castellano será creciente, por lo prolífico de la raza, por el desarrollo de las jóvenes repúblicas de América, por haber sustituido su enseñanza a la del inglés y francés en las naciones que cuando la gran guerra lucharon frente a la «Entente», y por extenderse el cultivo en las de ésta misma, con vistas a los mercados del Nuevo Mundo.

¡Sean los bardos tagalos paladines en su dorada Malasia del idioma colonizador!

Que «en Flandes se puso el Sol»; pero para la lengua castellana no se ha puesto todavía...

Algunas líneas para justificar la incorporación al Parnaso de la sección consagrada a los «Poetas españoles en Filipinas».

Apenas esgrimiendo el plectro, durante nuestra dominación, los nativos, por las razones apuntadas, ¿era posible que una robusta colonia de españoles alentara sin ejercitar el noble arte de la Poesía? No, por cierto. Siempre hubo poetas, pero más desde que la prensa fuese extendiendo. El culto estuvo reservado a una minoría de peninsulares, que, sin entrar de lleno en el país, estimándose transeúntes, no recibieron la sugestión de aquellas almas ni de aquella Naturaleza. A que la inspiración poética volara rastrera contribuyeron el medio y la censura de imprenta, también aplicada a la raza dominadora. Era de mal tono loanzar al país sin muchas reservas y alguna ironía; y quien con perennidad lo hiciera, corría el riesgo de que le apellidaran filibustero...

Aquellos metrificadores hispanos fueron, por lo común, «poetas de “Madrid Cómico”, fabricantes de versitos festivos, sin pretensiones» ni transcendencia. De los que merecieron dictado de poetas se han recogido muestras. Hay entre ellos dos, Manuel Romero de Aquino y José García Collado, sobre cuya obra requerimos la atención del lector. Peninsulares ambos; pero emigrantes en edad moza al Archipiélago, allí besaron las pimpleides su frente de elegidos. Allí murieron, desconocidos de la tierra del abolorio. Mostráronse vates verdaderos, aun bajo el yugo de la censura, y habrían lucido como tales en los senos de cualquier mundo literario.

No sin esfuerzo hanse juntado los materiales del presente FLORILEGIO. Para seleccionar lo moderno, la enorme distancia entre aquende y allende y la inveterada pereza —por poetas y por filipinos— de los vates luego arracimados, nos amontonaron dificultades. Por suerte, hanos acorrido la sacra amistad, personificada en Adelina Gurrea, gentil poetisa insular, morante ahora en España, y en dos ilustres directores de periódico, que son algo más que periodistas: José María Romero Salas, de El Mercantil, de Manila en esta oceánica ciudad conocido, entre literatos, por «El Maestro», y Joaquín Pellicena Camacho, eximio periodista en España. Con generosidad ejemplar de artistas enamorados de la Belleza y del Bien, nos han franqueado libros y papeles donde el alma malaya dejó su emoción lírica... Váyales nuestra gratitud, que no es una palabra más, sino un cordial latido del corazón.

Ahora, lector, déjame, porque yo te dejo. Tú vas ganando. Avanza la procesión de poetas...

Eduardo Martín de la Cámara

Alcalá de Henares, ciudad abuela del «Quijote», septiembre, 1922.

1 De la evolución de la Literatura Castellana en Filipinas. Los Poetas, Madrid, 1909.

2 «El idioma castellano en Filipinas.» Artículo de Antonio Medrano en la revista Cultura Filipina. n.º I, abril de 1•••

Cecilio Apóstol

Nació en Manila —humilde su cuna como la de Plauto— el 22 noviembre 1877. Fue bachiller por el Ateneo municipal, que regentaban los Jesuitas; y abogado, 1903, mediante exámenes ante la Corte Suprema de Manila. Comenzó a escribir, adolescente, en periódicos españoles de su ciudad natal. Su salida al mundo de las letras fue en El Comercio, 1895, con la composición «El terror de los mares índicos». Declara ser sus poetas dilectos Verlaine, Moreas y Baudelaire. Escribió versos en lengua francesa. Muchos premios en certámenes literarios.

A RIZAL

En el segundo aniversario de su fusilamiento

¡Héroe inmortal, coloso legendario,

emerge del abismo del osario

en que duermes el sueño de la gloria!

Ven. Nuestro amor, que tu recuerdo inflama,

de la sombrosa eternidad te llama

para ceñir de flores tu memoria.

Esta es la fecha, el día funerario

en el cual el tirano sanguinario

te hizo sufrir el último tormento,

cual, si al romper el ánfora de tierra,

la esencia que en el ánfora se encierra

no hubiera, acaso, de impregnar el viento.

¡Cuánto te debe el pueblo! En tu calvario

eras ayer el astro solitario

que alumbraba los campos de batalla,

la dulce aparición, rizo del cielo,

que infundía a los mártires consuelo,

valor al héroe y miedo a la canalla.

¿Quién no sintió huidas sus congojas

repasando tu libro3 en cuyas hojas

la popular execración estalla?

Hermanando la mofa y el lamento,

vibra, encarnado en su robusto acento,

el silbo agudo de candente tralla.

Quizás en tu ostracismo voluntario

juzgabas que era un sueño temerario

manumitir nuestra oprimida raza;

mírala hoy: es virgen arrogante

que, con la augusta libertad, tu amante,

en un amplexo fraternal se enlaza.

Caíste como fruta ya amarilla,

pero cayó contigo la semilla.

Ya es una planta vigorosa; el germen

ha medrado en el surco de la senda,

y libres ya de la mortal contienda

bajo su sombra tus hermanos duermen.

¡Duerme en paz en las sombras de la nada,

redentor de una patria esclavizada!

¡No llores, de la tumba en el misterio,

del español el triunfo momentáneo,

que si una bala destrozó tu cráneo,

también tu idea destrozó un imperio!

¡Gloria a Rizal! Su nombre sacrosanto,

que con incendios de Thabor llamea,

en la mente del sabio es luz de idea,

vida en el mármol y en el arpa canto.

El enjugó de nuestra patria el llanto;

su verbo fue la vengadora tea

que encendió, en el fragor de la pelea,

los laureles de Otumba y de Lepanto.

Reverénciale, ¡oh pueblo redimido!

Llanto del corazón vierte afligido

por el amargo fin del gran patriota.

Y hoy que en los aires la tormenta zumba,

¡no salga ni un quejido de su tumba

al verte, oh pueblo, nuevamente ilota!

30 diciembre 1898.

3 José Rizal, Noli me tangere.

A EMILIO JACINTO4

Patriota: en los tiempos de ingratos estudios y audaces

locuras, y dulces visiones de rostros fugaces

con rezos y risas en labios de ingenuo carmín,

hermético fuiste al amor y su gaya conquista.

Lo raro anidaba en tu airosa melena de artista,

y raras orquídeas poblaban tu austero jardín...

En odio implacable a todo lo inicuo y nefario,

tu mente inflamaba una arenga del nuevo Brumario

o un trozo del «Noli»; adorabas a Ibarra5 y Danton

y amabas lo antiguo. La edad patriarcal y de oro

del pristino régulo, tuvo en tu verbo sonoro

la clara justeza de amada y distante visión.

Espíritu prócer, sensible al poético encanto

—que a veces es ritmo y a veces es flor— de tu canto

aun queda el recuerdo sonoro en el aire natal;

aun vibra y contagia el patriótico ardor de tus versos,

y muestra tu limpia versión el claror de los tersos

diamantes que enjoyan el «Último adiós» de Rizal.

No fue tu exclusiva misión la del canto apolíneo.

La arcana virtud, que preside el rodar curvilíneo

de pueblos y razas que integran la adámica grey,

tu acción en el ciclo inicial prefijó en el espacio:

Rizal puso el germen; su músculo Andrés Bonifacio;6

tú, el brazo y la idea juntaste en armónica ley.

Así como el gris tenebroso de edades provectas

doraron las máximas puras de las Analectas,

y en ellas el Hacia, rompiendo el sopor secular,

la voz escuchó del que luego escribiera a Corinto,

tu noble evangelio de honor y de patria, ¡oh Jacinto!,

nimbando a tu raza, engrandece la historia insular.

Rumor subterráneo, en mitad de la idílica fiesta,

sintió la colonia, y un viento de airada protesta

pasó por las frentes su fuego de cálido tul.

Plasmaste el anhelo en que espíritus libres se adunan,

y entonces, al rojo fulgor del audaz «Katipunan»,

puñales febriles lanzaron su reto al azul...

La ubérrima tierra tornóse después en un lago

de sangre firmada en el Pacto,7 y el bolo hizo estrago,

fulgiendo en el puño broncíneo de añoso rencor.

La suerte fue adversa a tu ardor eficaz de guerrero;

no obstante, a tu genio encubría el vulgar prisionero,

y hubiste merced del hidalgo oficial cazador.

Después que la amada bandera se irguió hacia los astros,

en montes y valles, floridos, de históricos rastros,

tu dúplice gloria fue esquiva al favor popular.

Buscó tu nostalgia el retiro ancestral, y en belleza

rendiste, por fin, a la Parca tu insigne cabeza,

de cara a tu cielo, debajo de airoso palmar.

«La muerte es descanso.» Cerebro en que tuvo su hornaza,

la idea que urdió la epopeya inmortal de la raza,

descansa. La Patria vigila tu sueño de paz.

La patria, orgullosa, entre epónimos héroes te nombra.

Moriste dichoso, sin ver que sobre el pecho la sombra

del ala extendida y las garras del buitre voraz.

La suerte está echada. Borraste el padrón infamante,

y en su híspida senda tu pueblo camina adelante.

Tal vez llegue al fin, o tal vez lo sepulte el alud.

Ya el árbol, nutrido con sangre y acerbos dolores,

sonríe en sus frutos y espera en sus vírgenes flores.

No es una razón el negarlo; tampoco es virtud.

1912

4 Aparece registrado como poeta en el lugar correspondiente de este Florilegio.

5 Personaje central de Noli me tangere, donde el autor de la novela tal vez quiso personificarse.

6 Revolucionario filipino, caudillo de las partidas que dieron (Agos ••illisible•• Balintauac) el grito de rebelión.

7 Alusión al de amistad concertado entre Miguel López de Legaspi, primer Adelantado de las islas Filipinas por España, y el régulo Lacandola. Por imitación de éste le firmaron ambos personajes, mojado el cálamo en sangre para el caso extraída de sus venas. Tal suceso histórico sugirió al gran pintor tagalo Juan Luna y Novicio un hermoso lienzo que, al cesar la soberanía de España en el Archipiélago (agosto, 1898), decoraba un salón del Palacio municipal de Manila.

SOBRE EL PLINTO

A. Mabini

«Justum et tenacem propositi virum.»

Horacio

Ante el eterno símbolo granítico,

consagración de tus civiles palmas,

cumbre mental, sublime paralítico,

te aclaman hoy nueve millones de almas.

El tiempo, que devora despiadado

nobles recuerdos dignos de la historia,

sobre el rojo horizonte del pasado

conserva y magnifica tu memoria.

Hoy, como ayer, la multitud te aclama,

te elogia el sabio, te celebra el sistro;

y es actual, por imperio de tu fama,

tu investidura de primer ministro.

Murió el Estado efímero que urdiste,

sin otro alguno, ni anterior, ni análogo;

mas tu gobierno espiritual, subsiste,

está en vigor tu original Decálogo.

Cuantos admiran tu genial vestigio

grabado en el solar de tu linaje,

vinculan a tu límpido prestigio

la sanción de un perpetuo caudillaje.

Madura en hechos la rebelde idea,

mútilo el cetro de la noble España,

la reconquista levantó su tea

para alumbrar tu constructiva hazaña.

La patria de las ansias juveniles8

estaba allí, de sus destinos dueña,

alzada sobre un bosque de fusiles

bajo el amparo de una libre enseña.

La que soñaste, acaso, en un monólogo

bajo un frandaje de rotundas «mangas»,9

labrando arquitecturas de ideólogo

en la quietud de tu natal Batangas.

Patria inmortal de la actuación primera,

que en sangre mártir empapó tu suelo,

y en los pliegues cuajó de una bandera

la afirmación de su vital anhelo.

Patria naciente, tras labor titánica

como aquellas de Bismarck y de Mazzini,

faltaba un hombre que la hiciese orgánica,

¡y ese hombre fuiste, colosal Mabini!

Ignota corre el agua subterránea

hasta que, gracias al humano ingenio,

bajo el subsuelo surge subitánea:

así, glorioso, apareció tu genio.

Y fue cuando otra vez tembló la tierra

al paso audaz del triunfador Emilio,10

cuando la mano que rigió la guerra

se levantó al poder desde tu exilio.

Todo el nuevo fervor del patriotismo

que exaltaba un espíritu halagüeño,

la intuición, la acuidad, el dinamismo

mental pusiste en tu grandioso empeño.

Y tu obra demostró que, si fecundo

fue tu pueblo en heroísmos de batalla,

también podía presentar al mundo

un estadista de tu enorme talla.

La flor ilustre que cuidó tu mano

tronchóla el soplo de enemigo cierzo;

mas la medida del valor humano

no el éxito la da, sino el esfuerzo.

No queda del ayer para el fenicio

mas que la huella del sangriento agravio,

y para el pueblo el noble sacrificio

y tus laureles de patriota y sabio.

Será execrado el triunfo de la fuerza

en nuestra actualidad de cautiverio,

mientras la ley de la justicia ejerza

en la conciencia universal su imperio.

Mas no murió la causa independiente.

Faltóla el brazo, pero tiene asilo

en las almas, y flota en el presente

como la cesta bíblica del Nilo.

No es fácil, no, que el ideal sucumba

bajo la acción del tiempo o la violencia,

pues, como el trigo de la egipcia tumba,

en sí contiene secular potencia.

Y ha de surgir en el futuro ignoto,

llevado a plenitud por el destino,

como la flor del legendario loco,

como el cofre del padre Florentino;

porque supo de triunfos y derrotas,

porque tuvo su cruz y su calvario;

la sangre le ofrecieron los patriotas

y tú el cerebro, ¡oh gran Apolinario!

Era de hierro y de cristal tu mente;

grandes ideas modeló su fragua;

tuvo el vuelo del águila potente

y la profunda claridad del agua.

La vida concentró sus energías

en tu cerebro luminoso y triste.

Ninguna falta de los pies tenías

para los altos vuelos que emprendiste.

Fuiste toda una mente geométrica,

fórmula abstracta, puro pensamiento,

que nos hablaba en nuestra noche tétrica

con una voz de sibilino acento.

A la tienda llegó del adversario,

razonador, sin altivez ni reto.

Si no cambió su juicio refractario,

mucho fue que ganara su respeto.

Buscó el retiro de rural sosiego

y prosiguió su ruta sin desmayo.

Para trazar su rúbrica de fuego,

tras densa nube se recoge el rayo.

Sobre el rojo fulgor del exterminio,

sobre el mortal estruendo de las balas,

en el azur, su natural dominio,

serenamente desplegó las alas.

Allí alumbró la senda tenebrosa

en su función de numen y atalaya;

allí engendró la concepción grandiosa

de una fecunda comunión malaya.

Tu inteligencia en su carnal encierro,

era un poder supremo y absorbente.

¿Qué fue tu misma voluntad de hierro

sino una fuerza que forjó tu mente?

Y este fue el timbre, el sello más glorioso

que señaló tu espléndida carrera;

rimaste el pensamiento vigoroso

con la indomable voluntad austera.

Aquí estás ya en lo eterno de la piedra,

genio vindicador de nuestra raza.

A tu columna, con amor de hiedra,

nuestra ferviente admiración se abraza.

Gentes futuras cantarán tu nombre,

y al contemplar tu busto en el espacio

dirán: —«Fue un alto pensador, un hombre

justo y tenaz como el varón de Horacio».

Patria, que ves, gozosa, en tu sorpresa,

los saltos de gigante de tu raza,

y vives entre un iris de promesa

y un nubarrón lejano de amenaza;

patria fecunda en héroes y licurgos,

nadie habrá que tus méritos no estime;

pues siendo madre de Rizal y Burgos,

pariste un paralítico sublime.

Mabini fue un excelso paradigma.

En sus virtudes tu virtud renueva.

Así saldrás, gallarda y sin estigma,

de los rojos crisoles de la prueba.

Y aunque contemples en casual desfile

el torpe halago y la esperanza trunca,

sabrás sentir, cuando tu fe vacile,

toda la fuerza del vocablo «nunca».

Pero, si indigna de tus dioses lares

perpetuamente has de vivir cautiva,

fuera mejor que tus contiguos mares

en un sepulcro te sepulten viva.

Marzo, 1915

(Al inaugurarse en Batangas el monumento

a Apolinario Mabini

8 Apolinario Mabini, paralítico de cuerpo pero luminoso cerebro de estadista, redactó las leyes sobre que se asentó la efímera república filipina y fue elegido presidente del primer gobierno revolucionario de Malolos, enero, 1899.

9 Fruto del árbol terebintaceo nombrado «mango».

10 Aguinaldo, caudillo de la revolución, luego generalísimo y presidente de la república.

A ESPAÑA IMPERIALISTA

Con ocasión del viaje a Filipinas de Salvador Rueda

Y mientras en Europa tiene un festín la «Intrusa»

y los vetustos pueblos son como inmensas piras,

España, fabricante de las más fuertes liras,

desde el castillo en donde la hostilidad rehusa,

amante nos recuerda enviándonos su musa.

Gracias, oh madre antigua, por el presente regio

que a la abundancia sumas de tus pasados dones.

¿Qué más que la embajada de tu poeta egregio,

qué más que su exquisito y vasto florilegio

para sellar afectos y sugerir uniones?

España: está en el mundo tu alta misión fijada;

en sueños de conquista tu acción total se inspira,

tu historia está en América, en Flandes y en Granada.

Ayer fundaste reinos por medio de la espada.

Hoy vuelves a ganarlos por medio de la lira.

En la extensión del tiempo aquel sueño aquilino

que presidió las huestes del Quinto de los Carlos,

en forma renovada, prosigue su camino.

Si a pueblos de tu raza no intentas sojuzgarlos,

sus rumbos enderezas hacia un común destino.

Yo admiro el alto vuelo de tu ideal conquista

que, alzándose del lodo de la mortal miseria,

abarca el mundo hispano con ojo imperialista,

y aspira, por la magia del sabio y del artista,

a establecer las bases de una mayor Iberia.

España: nos desune del piélago la anchura;

también la propia sangre de ti nos diferencia.

Mas tuyo es nuestro idioma, es tuya la cultura

que a remontar nos lleva tu nacional altura;

que nutre el santo anhelo de nuestra independencia.

Y si, por rasgos étnicos, en gran desemejanza

de tu linaje insigne nuestra nación está,

sabemos que, al principio, para pactar su alianza,

juntaron y bebieron, a la nativa usanza,

sus sangres en un vaso Legazpi y el Rajah.

Madre de veinte pueblos que hablan tu hermoso idioma

yo te saludo en este tu embajador poeta

y ansío que tu sueño, análogo al de Roma,

lo vivifique un mundo que te ama y te respeta

eterno sea el triunfo de tu vital axioma.

Vivir es renovarse. De tu pasada gloria

el canto repetido tu acción jamás empaña.

España ya estás libre; no hay moros en tu entraña.

Renueva el viejo grito que truena por tu historia

y di al patrón heroico: ¡Santiago, y abre España!

Abre España a las nuevas corrientes de la vida,

abre España al abrazo de sus hijos dispersos

y surja del Pirene, como hostia bendecida,

el Sol de un culto unánime, en el que adore unida

la progenie del inca de los cultos diversos.

Bendito será el día en que a la vida brote

del suelo de Pelayo un nuevo y fuerte imperio

que pase de Galicia, que pase del islote

de Gibraltar, el día en que medio hemisferio

raye con larga sombra la lanza de Quijote.

Septiembre, 1915

PAISAJE FILIPINO

El Sol en su ebriedad suprema el suelo muerde.

Porque todo en la hora canicular concuerde,

Ni un hálito de brisa cruza la extensa y verde

Paz del campo, ni un ave en el azul se pierde.

Un mango aislado eleva su centenaria fronda

Junto a un «punsó»11 enano de giba aguda y monda,

Que las hormigas alzan para que en él se esconda

El «nunu»12 vigilante que por las mieses ronda.

Lejos corre, seguida del crío, una potranca;

Un carabao lustroso en un charco se estanca;

En su lomo una garza hace una nota blanca.

Un río desenrosca las eses de su tripa,

Y asoman, allá en donde su curva se disipa,

Las manchas trapeciales de unos techos de nipa.

11 «(Punsó)» Montículo de tierra elevado para su albergue por la hormiga nombrada «anay».

12 Fauno, silvano.

LINEAS ACTUALES

En la natividad de Rizal

Fue en una hora de graves indicios,

cuando por sobre la calma ilusoria,

tú, que ensayabas tus vuelos novicios,

patria, escuchaste mi voz monitoria.

Dieron los hechos razón a mi aviso

diste en la clave del pérfido enigma,

cándido el pueblo que fue manumiso

en la quimera que dora su estigma.

Sobrevivimos con harto desdoro

a los horrores del fiero desastre;

sobrevivimos y un áureo decoro

cubre un harapo de vida en arrastre.

¡Oh, cuántas veces, en noches sin astros,

como al imperio de un alto dictamen,

héroe, tu sombra define sus rastros

fija en un gesto solemne de examen!

Y yo te veo, temblando ante el mágico

gesto que imprime en el aire su marca,

(tal vio la sombra paterna aquel trágico

príncipe triste que hubo en Dinamarca).

No de vindicta de infamias inultas

tu Epifanía camino me traza;

yo te adivino las ansias ocultas:

quieres la suerte saber de tu raza.

¡Cómo decirte que un huésped ingrato,

hábil en agios y en constituciones,

rota la suya, mediante un contrato,

es nuestro dueño por veinte millones!13

¡Cómo decirte que un mal metabólico

identifica a la antigua colonia,

que, bajo el peso de hierro simbólico,

nuestro terruño nos es Babilonia!

¡Cómo decirte que yerras ilusas

las esperanzas bajo un cielo oscuro,

que el Ideal, con ambiguas excusas,

tiénenlo a fianza de ignoto futuro!

Una tutela que no demandamos

pone a las ansias el freno del hecho.

Y tras dos guerras por no tener amos,

¡somos mendigos del propio derecho!

Hay libertades civiles, hay templos

en que se plasman futuras matrices

de ideas sanas, hay nobles ejemplos,

¡hay el empeño de hacernos felices!

Tiene un programa de sano humanismo

el nuevo César plutócrata y rubio,

y hasta en el culto a tu excelso heroísmo

se nos asocia en un sabio connubio.

Bellas promesas que un rato recrean

luego se fugan con gestos ausentes,

y en combativas arenas chispean

cruentos reproches, cual gladios fulgentes.

Propios y ajenos pecados disculpo;

—con la codicia, del brazo, va el hambre—

cierto es, en tanto, que hemópico pulpo

viene extendiendo su odiosa raigambre.

Haz que formemos, Señor y Maestro,

contra ambiciones un sólido muro,

por la memoria inmortal del ancestro,

por el destino del nieto futuro.

Frente a la audacia del imperialismo,

que en triunfo ostenta el orgullo del yelmo,

danos tu lumbre, tu bravo heroísmo,

y une las almas en fuerte cogüelmo.

Y proclamemos, de cara al Destino

y ante cañones de gruesos calibres,

que existe un nuevo derecho divino:

el de los pueblos a ser todos libres.

Y antes que el tiempo nuestra espalda encorve,

pueda la patria de tu amor, Rizal,

bajo el glorioso luminar del orbe,

levantar su bandera nacional.

1920

13 Alfilerazo a los Estados Unidos.

Juan Atayde

Manileño. Residió largas temporadas en la metrópoli, forzado algunas veces por su profesión militar. Murió, siendo comandante, en 1896. Cultivó el apólogo. Dirigió en Manila un diario.

UN AÑO MENOS

Ve el hombre pasar el año

con mirada indiferente,

cual ve el árbol la corriente

que le riega con su baño.

Justo el desprecio es quizá;

que el agua que va pasando

a la tierra socavando,

al árbol arrastrará.

Tampoco el hombre «no» advierte

del tiempo la brusca huida,

¡que al par que le da la vida,

le va arrastrando a la muerte!

Dalmacio H. Balagtás

Contemporáneo. Natural de la Pampanga.

LÁGRIMAS

Lentamente se mustian mis pobres ilusiones

Tristemente se mueren mis ensueños en flor...

Y en todas mis endechas y en todas mis canciones

Solo hay cantos de pena y quejas de dolor.

Ignoro este misterio tan triste de mi vida

Que a veces con mis lloros, yo quisiera morir...

Ignoro si hay otra alma sensible y dolorida

Que en esta vida quiera mis penas compartir.

Ni los labios henchidos de mimos y embelesos

Que mitigan las penas con caricias y besos

Han podido de mi alma suavizar el dolor.

¡Misterio de mi vida! ¡Oh mi queja infinita!

¡Solo a ti te comprende, mi fiel madre bendita,

Que con su santo beso, regenera mi amor!...

DULCEMENTE

Hay como besos locos de bocas olorosas,

hay brisas perfumadas de lejanos abriles,

hay aromas quiméricos de mileguas y rosas,

al oscular la aurora los dormidos pensiles.

Hermosa está Natura. Albarizos encajes

pueblan el azul cielo. En amorosas citas

las aves mañaneras juegan en los ramajes

y se inebrian de esencias de suaves sampaguitas.

Besos de Sol se posan en las cabezas mustias,

y ante las plantas de una Virgen de las Angustias,

musitando plegarias de matinal candor,

como una blanca sombra, está Mimí de hinojos

desgreñada la trenza, soñolientos los ojos,

—princesa fugitiva de un país del amor.

HOMENAJE

A Salvador Rueda

Embajador poeta que vienes a esta tierra

donde flameó un día la enseña roja y gualda,

toma las galas todas que mi solaz encierra

y danos de tus rimas la perennal guirnalda.

De tus gloriosos versos la prodigiosa alquimia

afianzará los vínculos de nuestra antigua alianza,

que no en balde parlamos la hispana lengua eximia

y bruñó el Sol nativo del «Quijote» la lanza.

No morirá en mi tierra la lengua de Castilla,

la cultura española no encontrará su ocaso,

las leyes del Rey Sabio tendrán vida inmortal;

porque en la historia un nombre eternamente brilla,

al lado de Cervantes, Molina y Garcilaso,

el nombre de aquel vate, héroe y mártir: Rizal.

Octubre, 1915

Jesús Balmori

Manileño. Comenzó a metrificar para el público a los quince años, y a los diecisiete publicó su volumen Rimas malayas (Manila, 1904).