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Los volúmenes de los Carmina Latina Epigraphica, cuya publicación inició, hace ya más de un siglo, Buecheler y continuó Lommatzsch en 1926, recogían todas las inscripciones latinas antiguas escritas en verso conocidas por entonces (unas dos mil trescientas). Es, pues, un corpus de considerables dimensiones en el que, al lado de piezas de escaso o nulo valor literario, encontramos a veces los destellos de la más auténtica inspiración poética o, cuando menos, la chispa rebosante de ingenio, o de sincero dolor, de la musa popular y anónima. Ésos son los textos que para la Biblioteca Clásica ha traducido y anotado Concepción Fernández Martínez, Profesora de la Universidad de Sevilla y colaboradora del proyecto internacional de investigación encargado de poner a disposición de los estudiosos el caudal actualizado de los epígrafes latinos en verso, que se espera que, al menos, duplique el publicado en su día por Buecheler y Lommatzsch.
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Asesores para la sección latina: JOSÉ JAVIER ISO y JOSÉ LUIS MORALEJO .
Según las normas de la B. C. G., la traducción de este volumen ha sido revisada por JOSÉ ANTONIO CORREA RODRÍGUEZ .
© EDITORIAL GREDOS, S. A.
Sánchez Pacheco, 85, Madrid, 1999.
www.editorialgredos.com
REF. GEBO349
ISBN 9788424932787.
En el territorio que habitaron los faliscos, Etruria.
Una urna encierra aquí las cenizas sepultadas de Áquila, digno de compasión. ¡Ay, la ley del destino se ha apresurado en exceso! Murió el infeliz apenas iniciada la época más floreciente de su juventud, pues su decimoséptimo año acabó con él. Hermoso, generoso, instruido, respetuoso, recibe ahora [5] de su entristecido padre las honras fúnebres que él mismo debiera haberle ofrecido.
Procedente de Foligno, ciudad de Umbría.
A los d(ioses) m(anes). El padre y la madre hicieron este epitafio para Gneo Gargonio Paulino, hijo de Gneo, con motivo de su muerte prematura: vivió nueve años y siete meses. Te ruego, lápida, que descanses ingrávida sobre sus huesos, para que no le resultes pesada a su tierna edad. Tú que [5] pasas por la vía Flaminia, quédate y léetelo una y otra vez.
En una columna de mármol hallada en Cesarea de Mauritania. En la parte superior hay grabada una luna creciente y debajo una niña con una granada y uvas.
En esta tumba está enterrada Flora, la hija de Ingenuo, que vivió un año y (nueve) meses, y las honras fúnebres que debiera haber hecho la hija en honor del padre, éstas, el propio padre, por culpa de un azar adverso, las ha ofrecido a su [5]hija. Tierra fértil, te ruego que te dejes caer con suavidad sobre estos huesos, no sea que la ceniza de esta niña se remueva por culpa de tu peso.
Procedente de Corfinio, ciudad de Italia.
Évodo [está] aquí enterrado1 . La muy desgraciada Nice hizo lo que el dolor por [su hijo] le impidió que fuese para ella.
En una tabla de mármol hallada en Roma.
Hija, tú le hubieses dedicado a tu madre este epitafio con más justicia de lo que tu madre, hija, te lo dedica ahora a ti, que has sido tan desgraciada. El injusto día de la muerte, niña, te arrebató a ti, que habías cumplido los doce años, del [5] seno de tu pobre madre. Os invoco, manes de nuestra meritoria y santa patrona, y os ruego que la tierra descanse sobre su tumba, sin dejar caer todo su peso.
Procedente de Salonae .
Hubiese sido más justo que yo hiciera esta inscripción en honor de mi madre, en lugar de que mi madre la hiciera para mí, desgraciada. Había cumplido veintiséis años con todos sus meses. Crueles Parcas, os apresurasteis demasiado en truncar mi destino.
En el museo de Ferrara. Cipo pequeño.
Bajo este epitafio se ocultan los huesos del pequeño Festo, los cuales su propio padre, abatido, enterró bajo una pequeña lápida por culpa del destino. El cual, si hubiese vivido más, llevaría ya el nombre de su señor: una caída a un pozo lo convirtió en cenizas.
Tabla de mármol procedente de Cádiz, letras elegantes y pequeñas de fines del s. I .
Esta tumba encierra las dos prendas queridas de sus padres y muestra también el epitafio cuáles fueron sus nombres. El azar se dejó caer antes sobre el niño, pero, ¡oh, lamentable destino!, he aquí que un día más funesto aun ha renovado unas heridas apenas cicatrizadas y la que hasta hace [5] poco había sido su hija, ahora es ceniza.
Estuvo en Roma y ahora puede verse en el museo de Nápoles.
Esta tumba oculta a los manes de Umidia y al mismo tiempo de su hijo Primigenio, también esclavo, a quienes un mismo día se llevó de la vida. Pues, aplastados por un enjambre de gente en el Capitolio, encontraron juntos el último día de su destino.
Procedente de Lussino, isla del mar Adriático. Hoy perdida.
Feliz pareció esta niña según su nacimiento, pues no le tocaron en suerte lares miserables. Pero las Parcas dictaron a su destino una ley manchada de sangre, de tal manera [5] que su primer cumpleaños habría de enterrar sus huesos. El padre iba a darle su cognomen en el día de su cumpleaños, pero una hora funesta se llevó su nombre al tiempo que su cuerpo.
Procedente de Roma, cerca del mausoleo de Adriano.
Nacida ciertamente tan sólo para provocar lágrimas, aquí estoy enterrada, una niña que es motivo de dolor para todos; viví un tiempo inútil con los míos. Tuve sólo un primer año de vida y después, rápidamente, cuando salía del segundo, Perséfone me arrebató para sí.
Estuvo en Roma en un mármol muy ornamentado. Precedido de dedicatoria a los manes.
Un pequeñín está aquí enterrado; vivió tres años, nueve meses y unos días sin salud, de nombre Crisogloso, era un niño siempre cariñoso y digno de ser llorado, que fue llevado por desgracia hasta los mundos infernales.
Estuvo en Roma, en una pequeña ara de mármol. Precedido de dedicatoria a los manes.
Viví con el nombre con que mi padre se llama: Télefo es mi padre, Télefo fui yo mismo. Augustina mi madre, la pobre, me perdió a mí, quedándose sin su hijo, en mi cuarto año y décimotercer día. ¿No vas, pues, a llorar, lector? La [5] gran fama de un astrólogo falaz engañó a ambos.
Procedente de los alrededores de Roma.
Dioses manes, sed bienhechores. Les arrebatáis a unos pobrecillos viejos, con una muerte prematura, lo que demasiado tarde les habíais concedido. Pues este joven nació de la sangre de Umbrio, y la odiosa parca, inexorable, se lo llevó jovencísimo. ¿Por qué profetizó muchos años para su madre, [5] muchos también para su padre, contra sus deseos, promesas bien lamentables? Pues los siete años que sólo vivió su hijo serían setenta si la parca no hubiese querido hacerlos desgraciados. Ellos, que en vez de viñedos y de campos por aquí [10] y por allá, sólo esto proporcionaron a su hijo, este suelo.
Tabla de mármol hallada en Roma y trasladada a Urbino. Aproximadamente de la época de Trajano.
Sombras que descansáis apaciblemente, almas glorificadas de los bienaventurados que habitáis los lugares sagrados del dios de los infiernos, llevaos al punto a vuestra morada a la buena Magnila, por entre los bosques y por los campos [5] Elíseos. Por un destino demasiado presuroso fue arrebatada en su octavo año, cuando apenas empezaba a disfrutar de los buenos momentos de su corta vida; hermosa y de una sensibilidad admirable, lista más de lo normal a su edad, bien parecida, amable y agradable en su trato siempre dulce. Así, [10] con llanto y lágrimas incesantes, habrá de ser recordada, desafortunada, que perdió su vida tan pronto. ¿O afortunada más bien por haber escapado a las enfermedades de la vejez? Es así como Pentesilea ha llorado menos que Hécuba2 .
Tabla de mármol que estuvo en Roma. Precedida de dedicatoria a los manes.
Aquí yace Dionisia, conmovedora por su corta edad, la cual traspasó su camino definitivo con sus tiernos pies; ella, que a sus ocho años ya había comenzado a despuntar con alegría y a inventar bromas tiernas. Y si el tiempo de tu vida [5] hubiese durado más, ninguna muchacha más instruida habría sobre la tierra.
Procedente de Spoleto, Italia.
Adiestrada en nobles habilidades por la expresa preocupación de los suyos y habiéndole tocado en suerte la egregia belleza de su cuerpo, arrebatada cuando todavía no había cumplido los catorce años, en este lugar yace enterrada la intachable Crócale. Alegraos, felices muchachas, mientras la [5] vida lo permita: pues también las hermosas soportan a menudo hados siniestros.
Procedente de Lidia, provincia del Asia Menor cuya capital fue Sardes.
¿En qué pudo esta joven haber ofendido a los dioses penates3 , para que los restos de Jope acaben reposando enterrados en una tumba? No pude cumplir mi deuda con los hados en suelo patrio, ni que me cerraran los ojos con las manos: [5] En tierra de Frigia mi desgraciado cuerpo, Vulcano, hiciste arder, para que la tierra aceptara mis huesos como un regalo, y cuando yo debería haber enterrado a mi madre en el momento de su muerte, o cortar mis cabellos doloridos en señal de mi cariño, la hora de mi muerte, que llegó antes de [10] tiempo, logró que fuese mi madre la que llorara sin cesar mi muerte.
Inscripción procedente de Teate , antigua ciudad de Apulia en la Italia oriental.
¡Triples diosas del destino, que guardáis las cosas ocultas de la vida y repartís el tiempo dirigiendo los hilos, a menudo predecís cosas demasiado dolorosas, destino cruel, y [5] arrebatáis a las madres sus hijos queridos! En plena flor de la edad cumplió su décimooctavo año, cariñosa con sus hermanos y con su madre, merecedora de todo el amor de los suyos, cuando Cloto, en exceso envidiosa, se la llevó de nuestros lares y un día prematuro la [privó del disfrute] de la luz de la vida ***
Procedente de Rímini, ciudad de Italia entre Rávena y Ancona.
Por una muerte injusta, niño aún e inmaduro, he dejado de existir y aquí estoy, enterrado en esta tumba de mármol. Y no he podido, al ser tan pequeño, acabar mi primera juventud ni llegar a cubrir mi rostro con un bozo incipiente, ni [5] ver tornarse blancos, ya mayor, todos mis cabellos: sino que, vencido por el azar del destino, he muerto en mi niñez. ¡Ay, cruel destino! La hora que me había engendrado, esa misma fue el término fatal de mi vida. Y no me lamento de haber muerto, sino de que tan pequeño, sin saber aún hablar y dotado [10] de gran inteligencia, haya merecido un futuro tan dudoso. Si mi vida hubiese podido, incólume, vencer el destino, hubiese crecido siendo un gran orgullo para mi familia. Pero la fortuna fue envidiosa, la esperanza de mis padres se frustró, la muerte se lo llevó todo, cruel descanso de los hombres.
Procedente de Roma. Letras pequeñas bien trazadas, métrica impecable.
¡Ay Fortuna, siempre contenta con tus maldades y rapiñas! ¡Qué porción tan breve de vida, ay, se le ha dado a nuestro pobre hijo! Acoge ahora las cenizas de este desdichado, [quédate contenta en la oscura] Estigia y deja de [dar] a los míos tus filtros mortíferos. Para soportar los últimos designios [5] de su destino atravesó el [mar] y, devuelto [a la tierra, penetró] en el eterno descanso de la muerte. Puesto que hemos soportado con resignación este [cruel destino], [habiendo sobrevivido] otros muchos arrastrados por las aguas y las rocas, no sólo [lamento] la muerte de este pobre desgracia [10] do, sino todas [nuestras] desdichas. Ahora os ruego a vosotros, los que habréis de pasar por aquí: «¡tened en cuenta esta [señal] y [mientras vivan vuestros padres], habitad concordes bajo el mismo techo!». Esto lo hice en tu honor, por todos tus merecimientos ***
Hallada en el cabo Miseno y trasladada a Nápoles. Letra pésima y de muy difícil lectura. Precedida de dedicatoria a los manes.
El más afligido sentimiento de cariño guardó a su hijo en esta tumba, que merecía ser honrado con un epitafio mayor.
Procedente de Roma.
Llora su familia y lamentan sin tregua sus queridos padres al que les ha sido arrebatado por el destino: me oculto bajo este epitafio. ¿Quién no se afligiría por el castigo que supone una muerte prematura? Si me hubieses conocido o hubieses asistido a mis funerales, hubieses derramado lágrimas sobre mis huesos, viajero.
Procedente de Ancona, Italia. En la tumba de un perro.
Guardián de mis carros, nunca ladró en vano: ahora guarda silencio y su sombra protege sus cenizas.
Hallada en Roma y conservada en el Museo Británico. Epitafio a una perra.
La Galia me engendró4 y me dio nombre una perla del rico mar5 , y mi belleza fue adecuada a la hermosura de mi nombre. Hábil y osada en corretear por bosques desconocidos y en perseguir por las colinas las fieras hirsutas, nunca [5] acostumbrada a ir sujeta por pesadas cadenas ni a soportar crueles palizas en mi níveo cuerpo. Pues en el suave regazo de mi dueño y de mi dueña me tendía, y sabía, cuando estaba cansada, recostarme en su lecho preparado, y, más allá de lo posible, hablaba con el rostro silencioso de un perro: nadie [10] temió demasiado mis ladridos. Pero, desgarrada por un parto desdichado, he tenido que sucumbir a mi destino. Y ahora me cubre la tierra bajo este trozo de mármol.
Procede de las proximidades de Salerno. Se trata igualmente del epitafio a una perra.
Empapado en lágrimas te he traído hasta aquí, mi querida perrilla, como hice antes más contento durante tres lustros. Pues ya no me darás miles de besos, Pátrice, ni podrás recostarte feliz en mi cuello. Lleno de tristeza te he enterrado, [5] pues lo mereces, en una morada de mármol y te he unido para siempre a mis manes, a ti, que eras capaz de asemejarte a los hombres con tu ingeniosa conducta. ¡Ay, cuántos [10] encantos he perdido! Tú, dulce Pátrice, acostumbrabas a acercarte a mi mesa y, cariñosa, pedías comer en mis brazos, y solías lamer con tu lengua traviesa la copa que a menudo mis manos sostuvieron para ti; y, cuando llegaba cansado, me recibías moviendo la cola sin cesar y con ese simple gesto me transmitías todo tu cariño.
Procedente de Brescia, con un relieve del caballo. Se conserva en el museo de Verona.
*** y un cóporo6 te habría engendrado *** [y no] los desfiladeros toscanos, ni los pastos sicilianos; tú, [que] acostumbrabas a dejar atrás el vuelo de las aves y vencer las ráfagas del Cauro7 , ahora habitas en esta tumba.
Basa de mármol hallada en Como, sobre la que están clavadas las imprecaciones de un hombre insultando a una mujer pérfida y hábil ladrona que ha salido incólume de un juicio. Con toda seguridad se trata de una venganza.
¿[De qué me] sirve [ahora], tras haber sido despojado de todas mis cosas, esta disputa, a mí, [a quien] todo este [proceso] permitió que una ruina tan grande me sobreviniera, y me hizo vivir así, caído en desgracia —enemiga, contéstame—, a quien el funesto [destino] dejó sin ningún recurso? [5] Puesto que me has destruido, sufre los castigos del destino para que perezcas con quienes estuvieron de tu parte ***
Tan fragmentario que no llega a entenderse.
Tú, quienquiera que lo leas, te ruego que no estropees una sola palabra: ojalá te suceda todo lo mejor.
*** te ruego que aprendas en estos versos *** de un astro *** La compasión no logró ablandarla con buenas intenciones, de tal modo que desistiera de los delitos de su maldad. [15] Y así actuó en contra del inocente, su mente malvada la guió con la ayuda del dinero, la esperanza siempre la acompañó. *** Ni el fruto de sus acciones, ni ningún descanso la aguarda, pobre infeliz, ya olvídate de mí: aquí permanecen mis escasas cenizas y lo que queda de mis huesos.
Escribí tu nombre de acuerdo con la tradición en torno a la parte frontal de mi sepulcro, para que la fama te invoque, [25] merecedora sólo de la estrella escita8 , cuando tú me llamabas a los juicios y al foro, mientras no quieres recordar siquiera la ley y la lealtad; tú fingías esta lealtad entonces, evocando a dioses y hombres, cuando la vieja alcahueta te llevaba su ayuda de noche para que tus maldades no se mantuvieran [30] alejadas de mí, y no permitieras que, tras tu muerte, yo vistiese siquiera mi túnica: de esta manera mis cosas yacían arrrebatadas como en un naufragio. Ay, no quisiste que me quedara lo más mínimo. Pero los salteadores como tú, para quienes sólo existe el rastro del dinero, querrán dejar [35] ocultas las heridas que hayan hecho. Muerto y llorado ya por el fin de su vida, es enterrado mi cuerpo con el manto fúnebre. Pero a mí, aún en vida, me invadió la desesperación [40] de que el desenlace de mi muerte te fuera ventajoso, al poder obtener de mi cuenta mil monedas de oro y profanar, impía, con llamas, las efigies de los dioses; y de que entregaras a la venta todas mis cosas, mientras quemabas mis escritos y saqueabas todo lo demás emprendiendo una huida apresurada; y con atrevimiento intentaras después más rapiñas [45] enemigas, para que todo el imperio supiera que tú eras una sacrílega, pero protegida, deseosa de llegar a ser, si no lo eras, una conocida cortesana —créelo— con tus encantos.
[50] *** Pero a ti, [que habías sido la más cruel culpable] de perfidia y una ladrona y [que no tienes ningún buen sentimiento], la pérfida Parca, [te despreciará] con razón [y no se abstendrá de destruirte] y [morirás] después de mí, que me estoy atreviendo a insultarte. Y todas tus [artimañas] no servirán [55] para [vencer al avaro] Plutón: [la enfermedad y una peste siniestra] te arrebatarán tu vida.
Fragmento de un sarcófago romano.
Aquí yace enterrado el conocido Marco, más hermoso que ninguno. Lo que mereció vivo y que también él ha pedido al morir, la lealtad de su agradecida esposa, ya lo veis, se lo ha proporcionado.
Tabla de mármol procedente de Dertona , antigua ciudad de Liguria.
Lo que he merecido en vida y que también yo mismo he pedido al morir, la lealtad de mi esposa tan agradecida, ya lo véis, me lo ha proporcionado. Aunque el horror de la noche de los infiernos sea tan funesto, yo me hago a la idea, sin embargo, de que estoy en tu casa.
Hallado en Módena, junto con monedas.
Lo que estando viva he merecido y que también yo pedí al morir, he aquí que la lealtad de mi entristecido esposo me lo ha proporcionado. Aunque el horror de la noche infernal sea tan funesto, yo, sin embargo, me hago a la idea de que estoy descansando en su lecho. A ti, que posees esta tierra o [5] la cultivas, te lo ruego, no dejes que crezca la maleza en mi tumba: y que Ceres y Baco te concedan generosos dones.
Procedente de Brescia.
Lo que he merecido en vida, lo reclamo también al morir.
Procedente de Corfinio, Italia. Dedicada a los manes. Fragmentaria por su parte derecha.
Si el destino [permitiera] que volvieses, Éfira, [quisiera] vivir contigo compartiendo esta luz. Tú, enterrada, [pasas la vida] libre de preocupaciones, sumida en un profundo [sueño], allí donde el [campo] Túsculo9 [se hiela] en el gélido invierno [5] y donde los [abundantes] surcos de las [ruedas] socavan la tierra y tu lápida sirve de décimotercer miliario. Aquí acaba el profundo dolor, aquí, donde mi [agradecido amor], al escribir tu nombre, [hará justicia] a los méritos de tu vida. Deja aquí tu alma y, [complaciendo mis] deseos, [acércate] [10] con frecuencia a estas entrañables ceremonias sagradas. Mi corazón, aunque alejado de aquel lugar, piensa en ti y lloraré sobre [esta lápida] con las lágrimas [que me reclaman tus cenizas].
Tabla de mármol hallada en Roma y hoy perdida.
[Si algún] caminante capaz de soportar una ligera demora quiere [tal vez] saber por qué aquí, tras estos tristes versos, nuestro [pequeño trozo de tierra invita al llanto], deténte [5] un momento, te lo enseñaré. En otro tiempo, mientras [ella] vivió, la esposa queridísima de [Elio] Esteban, [había sido] Flavia Nicópolis, [y permanecerá viva y] querida en mi recuerdo, mientras me quede vida. [Ya no me deleita ninguna] imagen apacible, salvo la silueta de la muerte. [Entre sueños busco a la que] me arrebataron los dioses. [Y siempre] seguiré repitiendo, para que puedan oírlo los manes, tu [10] dulce nombre, Flavia Nicópolis, y derramaré muchas veces mis lágrimas sobre tu tumba. Oh, si los dioses quisieran concederme —pues se lo ruego— que pueda yo ver crecer de tu tumba flores nuevas en medio de un ramo verde, o en la flor [15] de un amaranto, o en el brillo rosado y purpúreo de una violeta, para que cualquier caminante que pasee en torno, con paso tranquilo, vea estas flores y lea tu epitafio mientras dice en voz baja: «esta flor es el cuerpo de Flavia Nicópolis».
Procedente de Túsculo y llevada al museo Vaticano.
Este vacío sepulcro consagró en mi honor nuestro dueño, para que yo pudiera contemplar de cerca las casas de su villa y poder él a menudo esparcir en mi honor con sus propias manos, flores y vinos y —lo que más valor tiene para mí— lágrimas. Pues la cruel Polencia enterró mis cenizas y tengo [5] allí mi tumba, mi nombre y un ara10 . Pero para él mi alma no está bajo la cruel pira o bajo esta morada, sino que, vaya él a Asiria, vaya a Hiberia, por mar o por tierra, sigue a su señor. [10]
De las proximidades de Ostia.
Yo, aquel conocido Demetrio, persona muy equilibrada, apenas comenzada mi vida, hube de entregarla a los dioses infernales, truncando mi corta edad; y tras haber visto la imagen de la muerte, es de mi agrado este lugar y lo considero la recompensa que mereció mi vida. Mi pubertad fue [5] esplendorosa y con muchos deseos de vivir, y ahora, absolutamente incomodado por la muerte, pero respetándola, he perecido. Siendo en verdad muy bondadoso y comportándome con los pequeños esclavos como uno más; y, mientras el esplendor de la vida me llevó por un camino demasiado fácil, no esperaba ser llevado en la nave hasta las sombras infernales, [10] a punto de cumplir quince apacibles años. Entrado el otoño, en pleno mes de octubre, hirió mi tierna alma y quebrantó todas mis esperanzas. Sin embargo, mis santas y respetuosas costumbres alejan sin cesar la visión de Tántalo11 y [15] el miedo de Sísifo12 ; Ixión13 , las sombras infernales y el terror hacia las furias14 también están ausentes, y, aun en el exilio de esta morada del dios infernal, se alegra al fin, satisfecho de cumplir con su deber.
Procedente de Cartago. Dedicado a los manes. Los versos 1, 3, 5, 7 y 9, forman un acróstico en el que leemos el nombre de PRIMA , la difunta.
Te me han llevado en tu primera juventud, queridísima esposa. Sólo pudiste vivir durante veintiséis años. Roma fue tu lugar de origen, pero quiso tu destino que acabases en Libia. Ahora, digna de compasión, eres conducida hasta la barca de la Estigia, y el funesto Leteo15 habita en tu interior, de [5] tal modo que, en medio de tu desgracia, no puedes ya reconocerme, a mí que tanto te he querido. Hubiera sido un buen regalo, Fortuna, que preservases a esta virtuosa mujer y que ambos nos hubiesemos quedado en Italia. Serás recordada con lágrimas por muchos, oh buena y sencilla mujer, cuando [10] ya no te tenga junto a mí ante mis ojos.
De Cartago y dedicado a los manes.
Aquí está enterrada Priscila, una muchacha de gran belleza, que vivió durante veintiséis años. Sus hermanos, con igual amor y entristecidos, le dieron sepultura en su marcha a los Campos Elíseos.
Hallada en Pandataria, isla del Mar Tirreno, y trasladada a Nápoles.
Los restos encomendados de tus cenizas descansan en esta tumba, y yo la consagro en tu honor, Metrobio, liberto de Augusto. Sin crueldad decidió Cloto con su rueca la duración de su destino y quiso que viviera sesenta y cinco años. [5] Éste te gobernó, Pandataria, durante mucho tiempo y dio a su pueblo unas leyes protectoras. Su sentido de la justicia estuvo siempre sobrado de bondad, sus palabras no fueron nunca ofensivas, su lealtad irreprochable y su honradez intachable. Ningún sentimiento de envidia pudo empañar su conducta [10] sobresaliente, y su brillo se mantuvo hasta la última hora de su muerte. La muchedumbre querida de tus descendientes te llora y mucha gente, honrada con este mismo sentir, se lamenta por ti. Podrías pensar que en el momento de tu muerte todos son tus parientes: hasta tal punto compartían [15] el dolor en su rostro. Pero más dolor que ninguno siente tu esposa Julia, para quien aún sigues vivo, si es que puede decirse, en el Elíseo.
Procedente de Florencia. Dedicado a los manes.
Esta lápida será la defensa de nuestro sepulcro después de la muerte y será la prueba, además, de que aquí hay algunos difuntos enterrados, si es que creemos que los manes son algo. ¿De qué nos aprovecha vivir, si no vamos a preocuparnos [5] después de la muerte? El nombre y el renombre se esfuman sin más y el mismo cuerpo es incinerado; nos dirigimos hacia una morada eterna, hacia el fin de nuestras fatigas. Mientras lees estos versos, aprende cómo hacer un epitafio igual para ti.
Procedente de Arles.
Tú, quienquiera que al pasar leas este [poema nuestro] que te [proporcionará] el verdadero nombre del difunto, te pido el favor de que leas sin miedo, hasta el final, estos versos improvisados y digas que el poema responde a la [realidad]. Cecilio Níger está aquí enterrado, al pie de estas [aguas], [5] donde ves el epitafio y en ese mismo lugar estaba vivo hace poco. Ahora, unos cuantos marineros te ofrecemos nuestro último [homenaje]; [acoge] tú este don ya que está tu cuerpo sin vida. Deseamos que tus huesos descansen en paz dentro [10] de su urna y que la tierra molesta se deje caer suavemente sobre tus miembros. Sus compañeros artesanos ofrecemos estos versos al artesano Níger, versos a los que pone fin el rápido Ródano.
En un cipo de mármol hallado en Arles. Letras del siglo II . Dedicado a los manes.
Apeles escribe estos emotivos versos dedicados a su pareja, a quien la muerte enemiga apartó de su marido. Quienes la recuerdan, deben recitar estos últimos versos a la hora de su muerte: ¡oh, qué placentero descanso le ha procurado su ejemplar cuidado! Mi deber de esposo queda claro en este [5] breve poema y te envío mi último homenaje, querida Sempronia, intachable con tu esposo, respetuosa, cariñosa, entrañable, fiel: lloro con justicia tantos daños sufridos al haber perdido a mi esposa. Y a ti, lápida, te ruego que descanses ingrávida sobre sus huesos, para no resultarle pesada a su [10] mediana edad.
Cipo de gran tamaño trasladado desde Cástulo, antigua ciudad de la Tarraconense, a Madrid. Letras del s. II .
Deténte, te lo ruego: por favor, caminante, conoce mi epitafio. Antísporo, de ocho años, querido por todos, aquí está enterrado. Y te ruego que digas: Antísporo, que no te pese la tierra.
Inscripción hispana procedente de Cartagena. De tradición manuscrita.
Si yo que soy su madre pudiese, soportaría la muerte en vez de mi hijo. Ahora descansas en esta tumba; que no te pese la tierra.
Procedente de Alcalá del Río, Sevilla. Hoy está perdida. Muy fragmentada.
Detén tu paso, te lo ruego, quienquiera que seas, y entreténte un momento: Aprenderás versos tristes en tono sencillo. [5] *** en plena juventud *** a mis veintidós años me apremian con una muerte odiosa. A mis manes, este santuario *** [10] cualquiera que lo vea: que la tierra caiga sin peso sobre las cenizas de [Calítique] *** presta consuelo a los desdichados *** y una multitud agradecida pisa con frecuencia este camino ***
Procedente de Baesucci , Vilches, en la Hispania Tarraconense.
Cuando pases en torno, deténte un momento ante mi [tumba], mientras lees unas pocas palabras con mirada apresurada. Aquí estoy yo, Crescencio: fui una [gran esperanza para mis padres], pero puesto que no pude llegar a crecer mi nombre [quedó vacío]16 . Todo el amor de mi patria y de mi gente [5] [me ha seguido con su voz] y [mi] propia muerte testifica este privilegio. La valía de mi noble talento no se veía empañada por mi buena [capacidad para hablar], ni mi moderación por mi sentido de la amistad. Mi [propio] padre [grabó] estas palabras laudatorias sobre mi tumba, como única señal [10] de que mi [muerte] va a ser inolvidable. Puesto que el camino está muy cerca, muchos [leerán este epitafio]: tú que pasas a mi lado, no [me maltrates], [que el arte] de estos versos [conmueva a mis] manes y, puesto que [ya] lo has leído, di sobre mis [restos: «adiós»].
Procedente de Mérida.
A quien tuvo por nombre Juliano, no le fue permitido vivir más allá de siete meses y mucho lo han llorado sus padres.
Se encontró en un cementerio cristiano de Lyon. El epitafio se hizo en honor de Murra y Verecundo, hijos de Murrano.
Tú que comienzas a leer, entérate bien de estas palabras moribundas de un niño y llora y laméntate por mi destino. Llevando la primera parte del nombre de mi padre, Murra, tuve el aspecto físico de mis dos progenitores, gracias a mi [5] madre. Mi vida duró catorce años y ya mi conducta intachable había alcanzado una gran fama, cuando de repente, ¡oh traición! fuiste la causa de mi muerte, una simple diversión procedente de la mano de un amigo. Pues un clavo lanzado [10] con imprudencia, sin intención de matarme, se me clavó y se introdujo en mi cabeza de niño. [Vosotros], queridos padres, que fuisteis antes golpeados por una herida [semejante], dejad de molestar con vuestro llanto a mis manes, [que] enterrasteis junto a [otro] hijo: tú, mi hermano, yaces enterrado [15] a los tres años y diez meses, [a quien los dioses] llamaron [hacia sus lugares de reposo] libres de [preocupaciones]. A mis huesos les basta con una pequeña urna.
Procedente de Apt, ciudad de la Provenza, en Francia.
¡Ay! Donata, aquí [yaces] en esta tumba: [tu madre hizo para ti] lo que tú, como hija, [debieras haber hecho] para ella. Tu vida ha sido breve: [nacida] hace trece años yaces ahora aquí, tú que te distinguías por tu belleza [y no menos [5] por tu ingenio]. Y si alguna [noticia] de esto [puede llegar] hasta los manes, un gran honor [te aguardará] en los Campos [Elíseos]. Feliz tú y desgraciados tus [padres] que te [engendraron] y todavía les [aguarda] un largo [tiempo] de vida [sin ti].
Procedente de Arles. Epitafio dedicado por una madre a su hijo.
Esta tumba, monumento de su cariño, hizo para ti, hijo, y enterró tus huesos, recogiéndolos con su angustiada mano.
Estuvo en Narbona, al Sur de Francia.
*** y no te lamentes ya de esta penosa muerte. Ni a ti ni a nosotros se nos concedió vivir eternamente: ¿piensas que debemos quejarnos de nuestra suerte porque hemos muerto de niños? Mientras tienes vida, te causa dolor perderla; pero [5] en cuanto morimos, puedes menospreciarlo todo. Si en vida tienes el mundo entero sometido a tus leyes, ¿qué es lo que vale en el Orco? Vana es aquí la ambición del rico.
Hallada en Como, Italia y hoy perdida. Dedicada a los manes.
A veces una vida breve es mejor para los mortales que un largo espacio de tiempo, pues no tardó mucho en florecer esta alma, muerta ahora a los veinte años, sin nada reprochable en su conducta: tuvo una vida dichosa y su personalidad fue destacable. Pero la vida lamentable que les ha quedado a [5] sus padres los atormenta en lo más profundo de su alma y un castigo prolongado, inacabable, se les ha dado: el dolor se refuerza por su edad avanzada y su propia decrepitud se agrava con el llanto, y una y otra cosa resultan más crueles que la destrucción que trae consigo la propia muerte. El cariño [10] de su leal patrona les ofrece consuelo, tanto cuantas yugadas de tierra nos muestra esta tumba.
Procedente de Salonae . Letras pésimas.
«Ay, Parcas, demasiado crueles», dice una pobre madre, cuya hija pequeña yace en esta tumba. Yo misma debería haber muerto antes, pero los que veneran vuestra voluntad divina, sucumben, y los que os han descuidado, permanecen [5] con vida. Diosas de los infiernos, os encomiendo este ejemplo de virtud, que en esta tumba se oculta, convertido en cenizas.
De Salonae .
Quienquiera que seas, contempla al llegar nuestra tumba, deténte, te lo ruego y lee mi destino en estas breves palabras. Me engendró mi madre en su seno, me prestó sus cuidados y [5] me ofreció esperanza y ayuda durante toda su vida. Aquí estoy enterrada, ceniza insignificante y rescoldo consumido, aquí están los [hilos de mi destino movidos por una rueca] enemiga. Deja ya de llorar por mí, mi querida [madrecita], y procura que las dos podamos yacer juntas en un [mismo] lugar.
Inscripción procedente también de Salonae .
Las parcas abominables y su odiosa maldad rompieron los catorce hilos de mi vida17 . Dejad ya de llorar, padres infelices y abandonados; mis rescoldos se han bebido ya con creces vuestras lágrimas. Mi cuerpo se ha convertido en cenizas [5] y el éter sagrado se ha llevado mi alma.
De Sagu, en Rumanía. La piedra está rota por su parte inferior. Va dedicada a los manes.
La tierra posee su cuerpo, una lápida su nombre, y su alma el éter, la cual hubiera sido mejor que ***
Hallada en Garda y trasladada a Viena. Dedicada a los manes.
Este epitafio te he dedicado, un modesto homenaje no tan grande como merecías. Tras haber ya perdido a otros cuatro, tengo que seguir llorándote a ti, Salvio, el quinto, mientras mi destino me lo permita. Y ahora, que te he perdido, mi casa, venida a menos, sucumbe. Dejaré de estar triste cuando pueda seguirte, querido, a través de las sombras. Ojalá pueda decir siempre «mi querido Salvio». Hubiera deseado [5] que fueses tú quien me dedicase esta tumba. Yo, que he perdido tantas cosas buenas, querido, te echo de menos ahora a ti con razón.
Hallada en Oedenburg, Hungría.
En esta tumba enterrados están los restos mortales de un niño, caminante, a quien [llora] sin cesar su padre sobre este epitafio.
Procedente de Rávena.
Una misma tierra patria, la de Juvavia18 , dio vida a estos pupilos, un mismo día les otorgó el don de la libertad. La muerte, que hace naufragar, se llevó al mismo tiempo a quienes antes había unido, y así, tan injusta, causó un dolor duplicado.
Procedente de Rieti, ciudad de Italia que habitaron los Sabinos.
*** Ahora el padre y la madre han construido este sepulcro para su hijo, bañando sus huesos con llantos fúnebres. Pero puesto que son muchos los que han experimentado un [10] dolor semejante y nadie ha podido vencer la embestida de la muerte, queridísimos padres, dejad de llorar porque yo me haya muerto y dejad de lamentar las funestas leyes del destino.
Procedente de Interpromius , pueblo del Adriático, hoy San Valentino.
Detén tu marcha, te lo ruego, y deja que la sombra de la muerte alivie tu paso firme, viajero; el camino es duro, ¿por qué lo recorres sin interrupción? Escucha un momento, mis palabras proporcionan descanso a las fatigas, pero guárdalas en lo más profundo de tu pecho y no las olvides. Dioses [5] crueles que habitáis las lagunas estigias por donde a nadie le es posible retroceder, ¿por qué os agrada la gente tan joven, que habrá de ser vuestra más tarde, apenas haya consumido su tiempo? Con llantos interminables llora mi tristísima madre, que debió morir antes de que se entregara al fuego a su [10] hija, si el destino de los vivos hubiese sido más benévolo19 ; y el nombre de mi padre también debió haberse leído antes en este epitafio. A ellos, pues, llévales mis palabras: que deje ya de soliviantar con sus lágrimas a la que ya está enterrada; ya he sido suficientemente llorada, es hora de poner [15] fin al dolor; a quien ha muerto de una vez para siempre, no le sirven de nada los lamentos.
De Sulmona, ciudad del Abruzzo. Letras pequeñísimas.
Si alguna muchacha ha sido arrebatada por un destino cruel, ciertamente ésa soy yo, que fui una joven querida por mi ama, que me enseñó todas sus habilidades. Y justo ahora, cuando ya estaba tan bien instruida, yo, Escope, arrebatada, tengo que ser leída en este epitafio.
Procedente de Crotona, Italia.
Llora ante el sepulcro [cuando pases en torno], vengas de la ciudad que [vengas]. Deténte un [momento]: también tú algún día habrás de ser llorado. [Aquí está enterrado el que, habiendo traspasado] apenas los umbrales de su vida y [sobreviviéndole [5] su madre], fue destinado a morir primero. [Se fue] a las sombras infernales, [demasiado joven], en la flor de su edad, aquel a quien quería como a mi propia vida. [Raro] hubiera sido que este joven, bueno de naturaleza y digno [hijo de su padre] y de una buena familia, no hubiese reproducido [a lo largo de su vida] la conducta de sus antepasados. [Pero] tu muerte [te arrebató] tantas y tantas recompensas [10] por tus actos meritorios y a partir de ahora [siempre] habré de llorarte, yo, [pobre] desdichada. Como madre, [te he ofrecido, sin embargo, estos últimos] dones piadosos y el descanso [eterno], hijo, [acabará por unirme a ti].
Procedente de los alrededores de Roma y hoy perdida.
Estas ofrendas [merecidas] puso para su marido la esposa, que habría de recordarlo para siempre; y las mismas ofrendas merecidas para su querido hijo que se marchó arrebatado precipitadamente; ofrendas todas que debiera haber preparado el hijo para su padre y su madre. Que perdure este [5] [monumento] para toda la sucesión de familiares, si es que [cumplen] con los tristísimos deseos que expreso en estos versos20 ; mi descendencia durante largo tiempo lo cuidará, y ofrecerán banquetes fúnebres para obtener tal beneficio, y harán que, por el amor de la madre, el padre acepte al hijo21 .
Procedente de Roma y hoy perdida. Dedicada a los manes.
Para la descendencia de todos dejó ella este lugar tras su muerte, y ya antes, sin embargo, hubo de prepararlo para su hijo y antes para su esposo. Y mientras sobrecogedoramente llora sin haberse consolado, ha muerto y nos ha dejado melancólicos, aumentando nuestra tristeza. Y nosotros, angustiados [5] y acordándonos de nuestra patrona con amor —ella que ahora está con su hijo y con su esposo—, procuramos que estén en paz recordando el nombre que tenemos; y su descendencia, recordándola durante muchos años, celebrará ceremonias sagradas en honor de los dioses y de sus antepasados; [10] y que la ilustre generación de los nuestros, acordándose de sus mayores y de nosotros mismos, conserve para siempre nuestro nombre memorable. Quienquiera que seas o hayas de ser algún día de nuestra misma estirpe, acuérdate del nombre originario y de este epitafio, por los que se te concede este lugar, y cuida este hogar que será tu morada [15] eterna.
Procedente de Roma y conservada en el museo Capitolino.
Diosa tierra, te lo ruego, abraza para siempre los santos restos mortales de aquellos cuyos nombres están en esta lápida.
En la basílica de San Pablo en Roma. Mármol roto.
Quienquiera que seas, vuelve un momento tus ojos hacia aquí, caminante, y mira a ver qué nombre tiene este epitafio. Los hermanos Antonios —un motivo de dolor para sus padres que están vivos—, cumplido su destino, ocupan este lugar, [5] ambos arrebatados por la maldad de una muerte cruel. Rufino primero y Rufinila después.
Mármol hallado en la Vía Apia y conservado en el museo Vaticano. Dedicado a los manes.
Veintidós años tendría si el destino me lo hubiese permitido, cuando el dios de los infiernos, en plena juventud, me arrastró hasta sus sombras; el injusto día de mi cruel fortuna me truncó la vida. ¡Ay, arrancado demasiado pronto del lado [5] de tu padre y devuelto enseguida a manos del destino!; ¡ay, arrancado tan rápidamente del seno de tu madre y enviado enseguida a las tinieblas!
En el museo Capitolino. Dedicada a los manes.
Yo, Máximo, un niño encantador, estoy aquí descansando, con dos años, a punto de haber cumplido el tercero. No dejes caer todo tu peso sobre mí, tierra. Era amado por mi madre y queridísimo por mi padre.
Mármol muy fragmentado que se conserva en el museo Capitolino.
Yo soy aquel renombrado Alejandro, nacido de mi padre Eupes, a quien engendró, virtuoso, Lacena, una madre instruida. Aquí, en esta fúnebre tumba, descansan mis huesos. Y lo que antes fue mi cuerpo, es ahora ceniza. Malvada fue [5] para mí al nacer Láquesis, malvada Cloto ***
Procedente de Roma. Algo fragmentaria y restituida por Bücheler. Dedicada a los manes.
[Aquí] estoy [ahora] enterrado, yo, que fui arrastrado, contra mi voluntad, hasta una [morada] eterna a la edad de dieciocho [años] y algunos meses y días22 ; yo, que, diestro en las habilidades del canto, era comparado a los más antiguos [5] y mi edad inmadura [no pudo] vencer el destino. ¿[Por qué], desdichados padres, lloráis siguiendo esta humana costumbre? La cruel mano de Plutón [a todos] se lleva de la misma manera. [Y a vosotros], a través de las aguas de la laguna Estigia, os transportará el barquero cuando las Parcas os quiten la vida y Cloto rompa sus hilos. Querido padre, sigue siempre velando por mí, que he sido arrancado de la vida [10] por obra del destino; [y si quieres] evocarme siempre con tu voz cariñosa, continuaré viviendo junto a vosotros sin interrupción, gracias a tus cuidados. Madre que estás tan triste ahora, [no te] irrites por mi suerte, [sino] deséame, favorable, unos manes apacibles, y [no dejes de rociar] con vino mi tumba año tras año.
Tabla de mármol hallada en Roma y conservada en Volterra. Dedicada a los manes.
Aquí está enterrado Basiano23 , hijo de Julio Baso, que vivió diez años y catorce días, a quien, puesto que los dioses manes se lo llevaron como pupilo, no debes pisotear ni echarle peso encima de este lugar.
Estuvo en Roma.
Me llamo Gayo Tutilio Rufino y me marcho de la vida a mis diecinueve años. ¡Oh crimen, oh cruel destino y terrible fechoría, puedes decir cuando ves qué desgraciado es un padre!, pues él me vio en el momento de mi muerte y cerró mis [5] ojos cuando yo debía haber cerrado los suyos. ¿A qué dioses no suplicó él primero?, ¿con qué palabras no les supliqué yo, desdichado? Y no sirvieron de nada las súplicas, la gran fuerza de la muerte, por el contrario, ejerce al instante su poder. Padre querido, o te quedas conmigo para siempre, o tu [10] dolor te hará morir a mi lado.
Fragmento de mármol en la iglesia de Santa Inés, Roma. Dedicado a los manes.
*** los restos mortales de *** que vivió [no más de un] grupo de siete años, un mes ***
Procedente de Roma. Hoy perdida.
Un implacable montón de tejas cubre los restos de estos dos hermanos, porque abandonaron a su padre.
En Roma. Dedicada a los manes. Epitafio de un niño de un año, cinco meses y diez días.
Esta tumba te ofrece tu madre, movida por su cariño y se apresura por dejar consumir dentro sus miembros al mismo tiempo.
En Venafro.
A este dulce Rufo lo ha perdido su queridísima madre, tan inocente en su vida como bueno en su comportamiento. Perdido lo ha llorado su madre y sepultado lo llorará sin tregua y no dejará de existir el dolor, a no ser cuando ella ya no exista.
Hallada en Pozzuoli y ahora en Nápoles.
*** el pobre Heracleón murió a los siete años, añadiéndoseles siete meses, por encima de los cuales vivió todavía diecisiete días. A vosotros que lo leéis, yo os exhorto: «disfrutad de la vida, la muerte es inminente».
En una pequeña tabla hallada cerca de Salerno. Hoy perdida.
Un niño, arrancado de la vida a sus ocho años, está aquí enterrado; la impía y cruel perdición de su destino lo han abatido: Clemente, que por su nombre y por su edad no debería haber muerto; fundadas esperanzas había en él, pero ahora sólo cenizas y llanto.
Fue hallada cerca de Filipos, Macedonia. Grafía de muy difícil interpretación.
Si el dolor ha podido conmover el corazón abatido de Hércules, ¿por qué sin embargo debo yo avergonzarme de llorar? Pues así como el ilustre Homero alabó la belleza corporal de Aquiles Eácida24 , tus motivos de alabanza son bien distintos. A ti la diosa que habita Pafos25