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Once escritores le van a transportar a futuros lejanos y más cercanos, a momentos posibles y creíbles de nuestro destino como seres humanos. Once visiones que harán que también sea capaz de afirmar: "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais". Relatos y autores: · Seiscientas preguntas de Alberto González Ortiz. · Trabajadores en caída libre de Víctor M. Valenzuela. · Global Owen INC de Álvaro López León. · FIYW (Feel If You Want) de Ángel Mirallas Espallargas. · Donde empieza la vida de Héctor Rodríguez Paternáin. · C-HI de María Belén Montoro Cabello. · Aviso a la humanidad de Miguel Santander. · La reserva de Nieves Delgado. · Tecnofobia de Rubén Serrano. · La máquina moral de Sergio R. Alarte. · Paradise City de Víctor Selles.
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Seitenzahl: 314
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Título:Quasar.Antología hard SF - 2015.
© 2015 VV.AA
© Diseño Gráfico:Nouty.
© Ilustración de portada:Randy Vargas.
Director y coordinador de la antología:Víctor M. Valenzuela.
Colaborador:Ricardo Acevedo.
Director de colección:JJ WeBeR.
Colección:Volution.
Relatos y Autores:
©Seiscientas preguntasde Alberto González Ortiz.
©Global Owen INCde Álvaro López León.
©FIYW (Feel If You Want)de Ángel Mirallas Espallargas.
©Donde empieza la vidade Héctor Rodríguez Paternáin.
©C-HIde María Belén Montoro Cabello.
©Aviso a la humanidadde Miguel Santander.
©La reservade Nieves Delgado.
©Tecnofobiade Rubén Serrano.
©La máquina moral deSergio R. Alarte.
©Trabajadores en caída librede Víctor M. Valenzuela.
©Paradise Cityde Víctor Selles.
Primera Edición Junio 2015
Derechos exclusivos de la edición.
©nowevolution2015
ISBN: 978-84-944357-1-3
Edición Digital Octubre 2015
Esta obra no podrá ser reproducida, ni total ni parcialmente en ningún medio o soporte, ya sea impreso o digital, sin la expresa notificación por escrito del editor. Todos los derechos reservados.
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Prólogo
Opino que es innegable que a todos los que nos atrae el género de ciencia ficción hemos disfrutado con algunos relatos de los grandes clásicos y que han dejado una profunda huella en nosotros como lectores.
Compilaciones como losCuentos de la taberna del ciervo blanco, revistas como la desaparecidaAsimov, la maestría de los relatos fantásticos de Edgar Allan Poe, los del propio Isaac Asimov, novelas cortas de Philip K. Dick o de William Gibson siempre han estado presentes en las estanterías y en el imaginario de los lectores de ciencia ficción.
El relato siempre ha sido un potente mecanismo para contar historias y crear universos presentando rápidas visiones, personajes y situaciones excepcionales. Una forma magnífica de conectar con el lector en una dimensión que solo el relato corto es capaz de proporcionar.
La firme determinación de que los relatos son una parte indispensable de la ciencia ficción, unido a que creemos que la literatura de habla hispana tiene mucho que aportar al género, me impulsó a hablar con el comité editorial y con otros autores de la misma para iniciar este proyecto. Mi intención era crear un volumen multidisciplinar, una convocatoria donde cualquiera pudiese presentar su trabajo. Buscaba colaboraciones, cohesión con otros autores tanto conocidos como no. En esta labor tuvimos la contribución de la propia editorial y de Ricardo Acevedo.
Fue un largo trabajo, primero decidir el lanzamiento del libro, no es ningún secreto que el mercado editorial en nuestro país está en recesión.Tenemos el triste récord de ser una nación poco lectora.Nos arriesgamos, y tuvimos la grata sorpresa de recibir doscientos relatos en respuesta a nuestra convocatoria por las redes. Fue un arduo trabajo de selección, la primera ronda resultó sencilla, bastó con eliminar las obras que no cumplían los requisitos o no se podían encuadrar en la ciencia ficción, la segunda fue lenta y laboriosa hasta que dejamos veinte finalistas. De estos, tuvimos varios ciclos de votaciones y reuniones a distancia hasta que decidimos seleccionar los nueve relatos que compartirían espacio con los dos autores de Nowevolution.
Al desarrollar la selección de los textos tuve una mezcla de sentimientos, por un lado lo consideré tremendamente estimulante, a pesar del considerable tiempo que tuve que dedicarles, también fue inevitable sentir cierta tristeza cuando algunos buenos trabajos quedaban atrás debido a la dura competencia. Por eso, quiero aprovechar estas líneas para animar a todos los participantes que no han sido seleccionados a que sigan escribiendo.
El resultado lo tenéis ahora en vuestras manos. Visiones y sueños trasladados desde la imaginación al papel debido a la asombrosa capacidad de los seres humanos para imaginar y contar historias.Desde que el primer chamán relató sus historias a la luz de una hoguera en alguna planicie olvidada de África, hasta el libro digital y las redes sociales hemos recorrido un arduo y sangriento camino como especie. Pero hay algo que sigue acompañándonos y son las historias, el soporte ha prosperado desde la comunicación oral a la escrita, de la imprenta de Gutenberg a la era digital, pero el contenido sigue siendo el mismo: Historias, relatos y transmisión de ideas e información.
Hemos intentado reunir en esta obra un abanico de estilos, centrándonos siempre en la ciencia ficción llamada dura, donde el componente especulativo de la trama sea creíble desde el punto de vista de las leyes físicas.
De esta manera leeremos un magnífico relato que especula con la centralización del poder hasta llegar al punto en que toda la autoridad y riqueza de la humanidad termina centralizada en un único ser humano.
Encontraremos otra historia donde se desarrollan las posibilidades de la tecnología que permite, siempre que el usuario pueda costeársela, controlar o inhibir las emociones y sentimientos más primarios y atávicos.
Nos adentramos en una sociedad autoritaria y decadente donde conviven humanos y androides.
Continuamos con una inquietante historia donde se plasma el precio a pagar por la inmortalidad.
Viajamos hasta Fobos, una de las lunas de Marte, siguiendo la pista de un desastre de proporciones planetarias que nos plantea una dolorosa pregunta: ¿Es posible proteger a la humanidad de su propia estupidez?
Seguimos con una historia escrupulosamente narrada en términos científicos, totalmente alejada de los lugares comunes de invasiones y batallas espaciales, que expone desde un punto de vista inquietante el primer contacto con otra raza inteligente.
Avanzamos hacia un futuro no demasiado lejano donde los avances tecnológicos proporcionan al ser humano confort, seguridad y bienestar.Sin embargo, una pequeña organización clandestina, no hace más que lanzar proclamas contra el progreso.
Se nos presenta una utopía que plantea un dilema moral que cuestiona los cimientos de nuestra propia realidad política.
Tendremos la posibilidad de acompañar a los miembros de la primera misión tripulada a Marte en una inquietante historia con un final sorprendente.
No podía dejar de estar presente una magnífica historia de la primera diáspora espacial con demasiados interrogantes y muy pocas respuestas.
Viviremos una historia que mezcla la distopía social con el despliegue de las corporaciones operando en el espacio. Tiene como curiosidad este relato que toda la narrativa técnica es una extrapolación de tecnologías existentes minuciosamente investigadas por el autor.
Quisiera concluir dando la enhorabuena a los autores finalistas.
Todos estos mundos son vuestros, sin excepciones. Podéis aterrizar en cualquiera de ellos.
Víctor M. Valenzuela.
Alberto González Ortiz.
De adolescente ganó varios premios literarios con una serie de cuentos de los que no se acuerda. Más mayor —no mucho—, publicóEl amargo despertar, una obra desgarradora que cosechó palabras amables allá por donde fue: Semana Negra de Gijón, Feria del Libro de Valencia, bibliotecas, presentaciones, noches en Tribunal, museos siderúrgicos, Internet, amigos y desconocidos.
No serás nadie, su segunda novela, explica otras de las razones de la caída de nuestra civilización: la esclavitud.También le hicieron muchas preguntas que no supo contestar. Maestro y escritor, escritor sin maestría.
www.albertoalez.com
@albertoalez
Resumen deSeiscientas preguntas:
Álvaro López León.
Nació en Pamplona en 1975. Después de acabar Ingeniería Eléctrica, fue a estudiar guion y dirección de cine a Madrid. Allí trabajó como auxiliar de casting y coordinador de figuración en cine y más tarde como editor de video para televisión.
Son varios los cortometrajes escritos (y dirigidos), así como algún guion de largometraje. El cortoStayobtuvo varios premios e infinidad de selecciones en prestigiosos festivales como el de Sitges.
Seducido también por la literatura como forma de contar historias, la actividad cinematográfica siempre ha ido acompañada de la escritura de relatos, uno de los cuales también fue premiado en un certamen.
Resumen deGlobal Owen Inc:
GLOBAL OWEN INC
Tomé conciencia siete segundos antes de finalizar el proceso de nacimiento. Normalmente el rango se situaba entre los dos y cuatro segundos, así que fui bastante prematuro. Durante las siguientes tres rotaciones terrestres, las unidades de habilitación muscular y orgánica trabajaron para que fuese posible mi abandono de la impresora uterina.
Pude incorporarme con la ayuda de una unidad MU227. Aunque seguramente serían sustituidas varias veces por modelos superiores, las unidades ginecomorfas me acompañarían ya en todo mi estado biológicamente vivo para que este fuese lo más placentero posible.Después de mi primera comida vía oral, me dirigí a la estancia de mi padre predecesor: ya podía dejar de existir.
Si bien la sección de bioinvestigación trabajaba de forma ininterrumpida y el aumento de ciclos era continuo, el MCT (máximo de ciclos terrestres en estado biológicamente vivo) se situaba actualmente en 203. El tiempo de mi padre predecesor terminó cuando una unidad ginecomorfa procedió a la desconexión total. El protocolo de sucesión impedía que pudiésemos mantener cualquier contacto dialéctico, así que nos limitamos a mirarnos. Fijamente. Según su aspecto, parecía casi recién salido de la impresora. Éramos idénticos, como mirarse a un espejo. Pero esta vez vi algo distinto en sus ojos. ¿Tristeza? Cuando su cerebro dejó de emitir y recibir impulsos, las unidades MU227 procederían al desmantelamiento del cuerpo. Volvía a ser el único ser humano.
Nada en la plataforma Global Owen Inc. requería de mi atención o presencia, así que salí de la estancia pensativo. ¿Cómo era posible un conato de tristeza en los ojos de mi padre predecesor? ¿Cómo era posible que yo lo hubiera apreciado? Y, lo que era más preocupante, ¿por qué me importaba?
Durante un tiempo, las unidades de la sección de bioinvestigación se debatieron en el procedimiento de transmisión genética. Aunque, como presidente de Global Owen Inc., mi perfil genético siempre era el mismo, la cuestión era cuál debía de ser el origen de esa información introducida en la impresora uterina. Por supuesto, en los laboratorios se mantenía almacenada la muestra original; pero finalmente opté —y así lo dispuse en la Sección— por introducir en la impresora uterina la información genética del padre predecesor, a partir de las muestras recogidas del sujeto recién impreso. Aunque la degradación a lo largo de su existencia era mínima, en el momento del nacimiento el producto se encontraba en su mejor estado. Nunca tuve claro cuál fue la razón para decantarme por esta opción, pero quizá me había equivocado…
Fui a visitar la impresora uterina para encontrarme que ya estaba siendo actualizada con las últimas mejoras. Aunque esa no era mi preocupación. Nunca lo hacía, pero esta vez consulté concienzudamente el informe de mi nacimiento. Todo era correcto. Ni el más mínimo error. La TG (transmisión genética), impoluta. La TDM (transmisión de memoria), perfecta. Yottas y yottas de información habían fluido sin problema. Ahí no había nada. Dejaba la estancia para que las unidades continuaran con la actualización, cuando caí en la cuenta: era el informe de mi padre predecesor el que debía repasar.
203 ciclos terrestres atrás, también había salido todo perfectamente, salvo una anomalía catalogada como «leve». Un fallo en el sistema de estabilización de corriente había provocado una caída de tensión de 1,3 microvoltios durante medio picosegundo. Había ocurrido durante la impresión de la corteza prefrontal del cerebro. El protocolo de nacimiento especificaba que debía reiniciarse una Presidencia con una reimpresión cuando la sección de bioproducción considerase las anomalías como «graves» o «muy graves». Yo mismo había aprobado ese protocolo hacía ya varias Presidencias. También podía volver a nacer en caso de que yo lo considerase oportuno. Lo había hecho varias veces y en ese caso habría sido lo más adecuado para la compañía. Pero entonces no lo hice.
Aunque la anomalía hubiese sido «muy leve» o «ínfima», la alarma habría saltado para dejar que yo tomase la decisión de reiniciar la Presidencia o no. Sin embargo no recordaba la alarma, ni siquiera haber leído el informe. Continué con mi búsqueda, sabiendo de antemano lo que iba a encontrar: yo mismo había borrado ese recuerdo para que nunca se transfiriera en la TDM. Sabía que si no había problemas, no consultaría el informe y no me enteraría de mi propio engaño. Estaba claro: no sé por qué, pero hace 203 ciclos terrestres no reinicié la Presidencia simplemente porque no quise hacerlo.
El tiempo en la plataforma Global Owen Inc. pasaba despacio. Su total automatización permitía que operara a la perfección sin ninguna intervención por mi parte. Eso me dejaba un tiempo libre cercano al 100%. Tenía todos los libros editados en la historia y ya había leído decenas de miles. Practicaba cualquier deporte que pudiera recordar y paseaba por los largos pasillos de la plataforma o por su inmenso bosque-jardín, principal suministrador de oxígeno a la empresa (las unidades ginecomorfas no lo necesitaban, así que para mí era más que suficiente y hacía mucho que no se había necesitado activar los generadores de oxígeno). También realizaba a menudo actividades extravehiculares (AEV), aunque estos paseos espaciales ya no tenían ninguna misión más allá del mero disfrute que me proporcionaban. Ahí fuera era cuando más libre me sentía, viendo la Tierra rotar varios cientos de kilómetros más abajo.
Pero sobre todo tenía tiempo de pensar…
Desde mi nacimiento no había dormido en condiciones. No conseguía quitarme de la cabeza la anomalía de mi padre predecesor en la impresora uterina ni su mirada de tristeza en el momento de cese de actividad biológicamente viva. Lo más sensato parecía reiniciar la Presidencia con el material genético original almacenado en los laboratorios. Pero ahora sentía que aquello sería como atentar contra mí mismo, como traicionarme. Así que tampoco dejaba de pensar en que todo esto me estaba afectando y que por primera vez me sentía… solo.
Desde uno de los macroventanales miraba la Tierra, en su también solitario viaje alrededor del Sol. Hacía cientos de ciclos terrestres que era inhabitable para un ser humano y ya no recordaba cuándo me había encaramado a la plataforma como único superviviente. Sin embargo, la empresa había conseguido mantener a salvo varias hectáreas en las que subsistían los animales que me proporcionaban alimento. También extensos campos de cultivo eran trabajados por las unidades ginecomorfas para mi consumo y un almacenamiento preventivo en caso de que las cosas fuesen mal en el futuro. Cuando la inmortalidad era prácticamente un hecho, nunca existía una despensa lo suficientemente grande.
Percibí una punzada de nostalgia y mis pensamientos se volvieron confusos mientras observaba una nave de abastecimiento recién despegada desde las Zonas Protegidas en la Tierra.A pesar de su nombre, en los aledaños de estas zonas se producían de tiempo en tiempo explosiones de origen desconocido. Nunca me habían preocupado, puesto que, después de todo, la empresa estaba a salvo kilómetros más arriba. Oí los pasos de una unidad ginecomorfa detrás de mí.
—¿Doris?
La unidad se detuvo para atenderme.
—Dígame, señor Presidente.
—¿Por qué la Tierra se volvió inhabitable?
La expresión de su cara me indicó que había realizado una pregunta incómoda. Pero su deber era responderme.
—¿No lo recuerda, señor Presidente? Los «bafos». Usted no sobreviviría allí…
Los bafos. No lo recordaba. Y, sin embargo, me resultaba familiar…
—¿Los bafos? ¿Qué eran los bafos?
—Los bafos, señor Presidente. Usted no sobreviviría allí.
Estaba claro que era una respuesta programada… por mí.
—¿Puedo ayudarle en algo más, señor Presidente?