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Beschreibung

La Zona de Integración del Centro Oeste Suramericano (ZICOSUR)constituye una gran oportunidad para las provincias del NOA y NEA argentinos. Las unidades subnacionales que la integran comparten una misma condición: se trata de áreas postergadas y de menos desarrollo con respecto a otras zonas de sus respectivos países, pese a su enorme potencialidad en recursos humanos y naturales. El emprendimiento, iniciado en los años setenta del siglo pasado por el sector empresario, fue afianzándose con el paso del tiempo. Sin embargo, la ZICOSUR no ha logrado todavía implementar los objetivos económicos y sociales, debatidos y acordados en sucesivos plenarios. Este libro pretende ser un aporte para el análisis y la toma de decisiones necesarias que aseguren su continuidad, ya que expone la génesis de los procesos de integración, sus distintas modalidades, el tratamiento que cada país brinda a las relaciones externas de sus unidades subnacionales, el nacimiento y evolución de la Zona.

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Índice de contenido

Portadilla

Presentación. Gustavo E. Barbarán

Introducción. María Paz Ibáñez y Valeria Vorano

Capítulo 1: La integración, etapa del largo derrotero del capitalismo. Gustavo E. Barbarán

1.1. El trauma de la integración latinoamericana en contexto

1.2. En el principio fue la industria…

1.3. De la industrialización y el comercio libre y universal al “ordenamiento” de la economía mundial

1.4. La nueva división internacional del trabajo

1.5. Cooperación e integración económica, consignas para la pos Guerra Fría

1.6. Estado nacional y globalización

Capítulo 2: La integración en contexto

2.1. Acerca de las teorías sobre la integración. María Paz Ibáñez y Valeria Vorano

2.2. Aproximación a la tridimensionalidad del campo jurídico. La integración y la sociedad internacional. Melisa R. Languasco

2.3. Derecho de la integración: orígenes, características, definición. Melisa R. Languasco

2.4. La integración subnacional. Valeria Vorano

2.5. Cooperación descentralizada. Melisa R. Languasco

Capítulo 3: Constituciones Nacionales y otras normas jurídicas de los países cuyas unidades subnacionales conforman la ZICOSUR

3.1. República Argentina. María de la Paz Ibáñez

3.2. Estado Plurinacional de Bolivia. Bernardita Brem

3.3. República Federativa de Brasil. Valeria Vorano

3.4. República de Chile. María de la Paz Ibáñez

3.5. República del Paraguay. Melisa Languasco

3.6. República del Perú. Valeria Vorano

Capítulo 4: La Zona de Integración del Centro Oeste Sudamericano (ZICOSUR). María Paz Ibáñez y Valeria Vorano

4.1. Origen y evolución

4.2. Objetivos

4.3. Estructura orgánica actual de la ZICOSUR

4.4. Logros

4.5. Otras propuestas de integración subnacional. Valeria Vorano

Capítulo 5: Reflexiones finales a modo de conclusión

5.1. Diagnóstico de la ZICOSUR a partir de su propuesta integradora

5.2. Sujetos y actores de la ZICOSUR

5.3. Posibilidades y recursos

5.4. Objetivos, estructura jurídico-institucional y perspectivas

Bibliografía

Ensayos y documentos obtenidos en Internet

Artículos de difusión

Sitios web oficiales

Constituciones nacionales y leyes

Anexo documental. Compilación a cargo de Bernardita Brem

Acta de Campo Grande

Protocolo de Campo Grande

Estatuto

Datos estadísticos

ZICOSUR: OPORTUNIDAD PARA EL NORTE GRANDE ARGENTINO

ANÁLISIS Y PROYECCIÓN DE LA ZONA DE INTEGRACIÓN DEL CENTRO OESTE SURAMERICANO

UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SALTA

AUTORIDADES

Rector

Ing. Rodolfo Gallo Cornejo

Vicerrectora Académica

Mg. Prof. Lilian Constanza Diedrich

Vicerrector Administrativo

Dr. Darío Eugenio Arias

Vicerrector de Fomación

Pbro. Dr. Cristian Arnaldo Gallardo

Vicerrector de Investigación y Desarrollo

Dr. Federico Colombo Speroni

Director General del Sistema de Educación a distancia

Ing. Lic. Daniel Torres Jiménez

Secretaria General

Lic. Silvia Milagro Álvarez

Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas

Dr. Eduardo Jesús Romani

EDITORIAL EUCASA

Directora

Lic. Rosanna Caramella

Edición

Prof. Soledad Martínez Saravia

Comercialización

Lic. Mariana Remaggi

ZICOSUR: OPORTUNIDAD PARA EL NORTE GRANDE ARGENTINO

ANÁLISIS Y PROYECCIÓN DE LA ZONA DE INTEGRACIÓN DEL CENTRO OESTE SURAMERICANO

GUSTAVO E. BARBARÁN

Director y Coordinador

Zicosur : oportunidad para el norte grande argentino : análisis y proyección de la zona de integración del centro oeste suramericano / Valeria Vorano... [et al.] ; compilado por Gustavo Barbarán. - 1a ed . - Salta : Universidad Católica de Salta. Eucasa, 2019.

Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-950-623-172-9

1. Derecho. 2. Integración Económica. 3. Integración Internacional. I. Vorano, Valeria. II. Barbarán, Gustavo, comp.

CDD 341

Publicación con referato

Aceptado: julio de 2018 (Res. Rectoral Nº 1122/18)

Para citar este libro:

Barbarán, G. E. (Dir. y Coord.) (2019). ZICOSUR: oportunidad para el Norte Grande argentino. Análisis y proyección de la Zona de Integración del Centro oeste Suramericano. Salta: EUCASA (Ediciones Universidad Católica de Salta).

© 2019, por EUCASA (EDICIONES UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SALTA)

Colección: EUCASA Base / Ciencias Jurídicas.

Domicilio editorial: Campus Universitario Castañares - 4400 Salta, Argentina

Web: www.ucasal.edu.ar/eucasa

Tel./fax: (54-387) 426 8607

e-mail: [email protected]

Depósito Ley 11.723

ISBN: 978-950-623-172-9

Digitalización: Proyecto451

Este libro no puede ser reproducido total o parcialmente, sin autorización escrita del editor.

PRESENTACIÓN

Este libro es resultado de un proyecto de investigación presentado por el Instituto de Derecho Internacional (IDI) de la Universidad Católica de Salta, Argentina (1).

El equipo de trabajo tiene la convicción de que la Zona de Integración del Centro Oeste Sudamericano (ZICOSUR) representa una oportunidad para las provincias de la Región del Norte Grande Argentino (RNGA), en general; y en particular para Salta, no solo por su extensión, ubicación geográfica y diversidad de ecosistemas —que van desde el Gran Chaco a la Puna— sino por su posición geoestratégica, “bisagra” entre ambas cuencas oceánicas.

La RNGA es una de las más postergadas de la Argentina y eso se refleja en números y porcentajes preocupantes. Las provincias que la integran poseen recursos naturales muy valorados aunque su explotación, por distintas razones, está supeditada a inversiones que tardan en llegar y, por lo general, se insumen en las grandes áreas metropolitanas de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza.

No existe en aquellas provincias una producción industrial de suficiente calidad para agregar valor a las abundantes materias primas, aplicar tecnologías novedosas y aumentar la oferta laboral. La desvencijada infraestructura de transportes implica un costo adicional que resta competitividad a sus productos. Si a ello se agrega el déficit institucional en materia de coparticipación de tributos, que condena a un desequilibrio frente a las demás regiones del país, el cuadro es sin dudas preocupante.

A un año de anunciado el Plan Belgrano, propuesto precisamente como reparación histórica por el presidente Mauricio Macri, y a la fecha de esta publicación no solo no hay principio de ejecución de las obras que impulsen el desarrollo integral de la gran región norteña, sino que los gobiernos provinciales involucrados no terminan de hacer funcionar los mecanismos que tienen a su alcance para potenciar sus recursos de poder.

Lo notable es que en materia de infraestructura, productividad o coparticipación fiscal, las unidades subnacionales participantes en la ZICOSUR, formulan reproches similares a sus respectivos gobiernos centrales.

Este libro, entonces, tiene como principal objeto realizar una aproximación a las estructuras institucionales de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Perú, y a las facultades de las provincias, departamentos, estados y regiones para relacionarse internacionalmente. También se presenta un panorama de cómo se distribuyen los recursos fiscales. La heterogeneidad normativa no impide un trabajo perseverante y útil entre aquellas partes interesadas, dentro de las posibilidades jurídicas a que habilitan las respectivas constituciones nacionales y, en su caso, las leyes reglamentarias de ellas derivadas.

Por lo demás, como también se expone en la obra, la integración subregional de unidades subnacionales es un fenómeno que se está esparciendo en distintas partes del mundo, con mayor o menor alcance según los propósitos y objetivos. Ese relacionamiento ha generado una intensa actividad paradiplomática para que los proyectos propuestos beneficien a todos los sectores de los países involucrados, sobre todo los de la sociedad civil que la promovió en su origen.

Esperamos que este libro sea disparador de nuevas investigaciones que permitan aproximar todo lo posible a gobiernos, empresariado, sindicatos, universidades, artistas, deportistas y simples personas de buena voluntad, que tienen mucho en común, con pleno respeto de sus respectivas identidades nacionales.

Salta, febrero de 2017

Ab. Prof. Gustavo E. Barbarán

Director IDI

1. Proyecto aprobado por Resolución Rectoral nº 814/2014, inició el 1 de septiembre de 2014 y concluyó el 31 de agosto de 2016.

INTRODUCCIÓN

María Paz Ibáñez y Valeria Vorano

La dinámica impresa por la tecnología en comunicaciones y transportes a las relaciones humanas constituye el aspecto más impactante e indetenible de la globalización. Este fenómeno se expresa de variadas formas en todas partes del planeta; una de las más evidentes es la intensificación de las relaciones interestatales e interpersonales en todos los niveles, procurando a cada parte interesada obtener de manera legítima el mayor provecho posible en los planos político, económico y social.

Una acertada política de integración humana y social (en definitiva eso se procura) empieza reconociendo que cada región susceptible de integrarse, es un ámbito con inquietudes y problemáticas similares al que corresponde un tratamiento diferencial en distintos planos. Tal situación adquiere particular relieve en aquellas porciones territoriales y sus respectivas áreas de influencia adyacentes, en las cuales ciertos intereses específicos van proyectando y armando un entramado dinámico de relaciones que finalmente el derecho debe atender. Ad intra, nunca serán suficientes los esfuerzos realizados a través de convenios-marco entre Estados nacionales o estados subnacionales, para atender tales asuntos con participación de los estamentos públicos y privados involucrados a fin de

… armonizar mejor las relaciones interinstitucionales de las policías nacionales de frontera de Argentina, Bolivia, Chile y Paraguay, en materia de tráfico comercial fronterizo, tránsito de personas y vehículos, a través de mecanismos ágiles y representativos de los distintos intereses (2).

La ausencia de directivas políticas y normas nacionales eficaces e integrales, que atiendan propuestas y solucionen problemáticas concretas de las subregiones involucradas en la ZICOSUR (todas ellas auto referenciadas “áreas periféricas” de sus respectivos países), ha impulsado históricamente a los sectores empresarios y a la sociedad civil, primero, y después a las autoridades públicas, a realizar gestiones tendientes a hacer más fluidos los contactos entre vecinos inmediatos a las líneas fronterizas. La potencia socio-cultural y económica del creciente lujo turístico veraniego desde el NOA hacia Antofagasta, Iquique o Arica y viceversa, por citar un ejemplo, es un dato de la realidad no bien atendido (3).

La evidencia socio-política ha dado lugar, al respecto, a uno de los debates doctrinarios más novedosos de estos años referido a la “paradiplomacia”, esto es, la posibilidad de que otros actores políticos —las sub-unidades nacionales: estados, regiones, provincias o departamentos, según la denominación en cada país— avancen en la promoción e intensificación de su vinculación física, económica y social, con entidades pares de esta subregión.

El objetivo principal de la ZICOSUR y de su antecesor GEICOS, fue lograr la inserción del centro oeste sudamericano en el contexto internacional desde un punto de vista competitivo y sin preconceptos, desarrollando no solo el comercio exterior con los mercados internacionales sino también el comercio intrarregional mediante la articulación de ejes de comunicación. Actualmente se impone promover una auténtica integración social y cultural como mecanismo para lograr el desarrollo integral de las subregiones que la integran y, desde luego, afianzar la paz y la solidaridad entre los pueblos, fortaleciendo la integración física y espiritual de sus componentes.

Para concretar y llevar a la práctica estos objetivos estratégicos específicos, resulta necesario proponer un régimen jurídico a partir de estos estudios e investigaciones académicas, como la presente. No importa tanto su complejidad cuanto que ayude a llevar adelante lo acordado, asumiendo con realismo que la juridicidad nunca debe ser un corset que obstaculice la realización de los objetivos políticos asumidos en conjunto.

No obstante haber dado un paso importante a través del Protocolo de Campo Grande (4) (ciudad capital del Estado de Mato Grosso do Sul, Brasil) del 21 de noviembre de 2005, mediante el cual se estableció una mínima estructura orgánica para la ZICOSUR, es preciso avanzar en la consolidación de una estructura jurídica e institucional del bloque subregional que supere el marco voluntarista y fructifique en proyectos concretos de interés mutuo.

Cuestiones referidas a las relaciones internacionales, al derecho internacional y al derecho de la integración, permitirán desarrollar lineamientos básicos para la formulación de acuerdos, toma de decisiones y control de gestión. Se trata, pues, de conocer cuál es la validez jurídica de los convenios que se celebren y cómo será la ejecución práctica de los acuerdos arribados a nivel institucional, articulando y coordinando los distintos procedimientos legales involucrados en tal proceso.

Por ello se determinaron los siguientes objetivos generales de investigación:

Analizar los instrumentos orgánicos con los que cuenta la ZICOSUR actualmente, para proponer y llevar a cabo sus objetivos e iniciativas.Examinar las constituciones nacionales y leyes complementarias de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Perú en lo que respecta a las facultades otorgadas a provincias, departamentos y/o regiones, que les permitan actuar en el ámbito de la integración.A su vez se plantearon los siguientes objetivos específicos:Brindar un panorama del funcionamiento actual de la ZICOSUR y de su estatus jurídico.Aclarar acerca de las facultades de actuación internacional de las unidades subnacionales de los seis países involucrados.Desarrollar, en su caso, posibles alternativas para una estructura jurídico-institucional de la ZICOSUR, a los efectos de su consolidación como bloque subregional suramericano.Procurar que la provincia de Salta, por su posición geográfica e infraestructura de comunicación, se constituya en núcleo geo-histórico impulsor de la integración subnacional y referente de estudios integrales al respecto.

El presente trabajo se inscribe dentro de un proceso de investigación cualitativa, siendo los principales métodos para recabar datos la observación directa, la recolección y análisis de documentos (registros institucionales y estadísticos) y material informativo y el relevamiento bibliográfico. Si bien en la diagramación original de la estructura del proyecto de investigación se había contemplado la realización de entrevistas, a medida que se fue avanzando en el trabajo no resultó necesaria la utilización de esta herramienta.

El alcance de esta investigación es descriptivo, buscando en primer lugar dar cuenta de la estructura institucional existente en el ámbito de la ZICOSUR. En una segunda instancia, la investigación se tornará de carácter correlacional, intentando establecer si resulta necesaria y posible la creación de una estructura jurídica institucional de la ZICOSUR, que perfeccione o resulte más efectiva y eficiente de la que posee en la actualidad.

Siguiendo la metodología planteada, se expone en primer lugar cómo fue la dinámica del capitalismo y el contexto en que surgieron los procesos de integración, en tanto etapa del sistema capitalista como forma de relacionamiento político-económico entre los Estados de una misma región.

El orden surgente de la segunda posguerra se basó en tres principios básicos del derecho internacional —supresión del uso de la fuerza, solución pacífica de controversias y cooperación internacional— los cuales incidieron tanto en los aspectos históricos de la integración como en las teorías que la han explicado, principalmente en Europa.

Se desarrollan asimismo las teorías que la doctrina de los autores fue formulando con el tiempo para explicar y justificar las formas y modalidades del fenómeno integracionista, sin más intención de que los lectores cuenten con herramientas que les permitan profundizar los distintos aspectos (fundamentos, proyecciones, metodologías) de aquellas.

Posteriormente el trabajo se adentra en la temática específica referida a la integración subnacional como una variante o forma del fenómeno general integrativo, focalizándonos en los orígenes de la ZICOSUR, antecedentes y objetivos, logros, estatus y estructura legal actual.

A continuación se aborda un importante aspecto para lograr los objetivos planteados: el análisis de las normas legales que establecen las capacidades y limitaciones del actuar internacional de las unidades subnacionales, teniendo en cuenta el tipo de organización política adoptado por cada país.

Finalmente resulta de interés complementario analizar la existencia de otros procesos de integración de naturaleza similar, como así también definir sus características y cuáles son las consecuencias de la gestión externa de las unidades subnacionales en el campo del derecho internacional.

En las reflexiones finales se proponen alternativas para la estructura jurídica e institucional de la ZICOSUR, en caso de que así se decida en las instancias correspondientes.

Por último, es interés de los autores dejar claro que la provincia de Salta, por su tamaño y ubicación geográfica, está llamada a jugar un papel destacado, el de ser un centro coordinador y armonizador del centro oeste sudamericano, los cual no es ningún privilegio sino una gran responsabilidad histórica que debemos asumir con interés, convicción y entusiasmo.

2. Barbarán, Gustavo E., “Políticas de frontera e integración”, en AA.VV. La Política Internacional, el Derecho y el Territorio Nacional. Director Luis Savid Bas. Publicación de la Asociación Argentina de Derecho Internacional. Ediciones del Copista. Córdoba, 1998.

3. Insufribles y largos trámites aduaneros, reticencia en la venta de combustible, mala atención a los viajeros, preconceptos culturales, constituyen algunas de las quejas recurrentes a la hora de viajar por ciudades de la ZICOSUR; lo cual revela una escasa interacción personal, ausencia de políticas de acercamiento, una flagrante violación al principio básico de libre circulación, en suma.

4. Se incluye en el Anexo del presente trabajo.

CAPÍTULO 1

LA INTEGRACIÓN, ETAPA DEL LARGO DERROTERO DEL CAPITALISMO

Gustavo E. Barbarán

Para trazar un derrotero y aprovechar las oportunidades que representa la Zona de Integración del Centro Oeste Sudamericano (ZICOSUR) para la provincia de Salta y las demás del NOA y del NEA, es conveniente analizar los orígenes de los procesos de integración —económica sobre todo— en tanto etapa de la evolución del capitalismo, sistema económico-político y social supérstite de varias crisis de proporciones, de dos guerras mundiales y de la Guerra Fría.

Desde sus inicios, la integración se expresó a través de varias modalidades(IIEJI (5), 1967:16) aunque la económica haya prevalecido desde su primera experiencia convencional en la reconstruida Europa de los años ‘50. Este encuadre será, pues, la materia del presente capítulo.

En la segunda mitad del siglo XX ocurrieron tantas transformaciones políticas que las previsiones y prevenciones acabaron disueltas por la dinámica de los acontecimientos: ni el Estado nacional desapareció ni la integración internacional resultó una maniobra conspirativa. Una vez más quedó en evidencia que el mundo no se adapta a las doctrinas de los Estados, sino que las políticas se adecuan a los hechos.

1.1. El trauma de la integración latinoamericana en contexto

Iberoamérica ha padecido desde la segunda posguerra del siglo XX el trauma de su integración, proyectada a lo económico-político-social. ¿Por qué “trauma”? Mientras Europa reconstruía e integraba los aparatos productivos nacionales, en América Latina vivíamos entrampados en disputas ideológicas recurrentes (instigadas o no) y cruentos golpes de Estado, sin advertir el viraje del eje de los conflictos mundiales, a partir de los 60, expresado en la confrontación entre los (pocos) países desarrollados del “norte” vs. los (muchos) países subdesarrollados del “sur”.

El choque entre ambos mundos fue traumático y se expresó en una confrontación que excedió el plano doctrinario. Los conflictos de “baja intensidad”, característicos de la Guerra Fría, tenían como última causa la diferencia en el desarrollo económico de los países. Fue un tiempo de tensos resquemores para un Tercer Mundo que aprendía a desconfiar de las dos superpotencias y lo expresaba en conferencias diplomáticas y foros multilaterales.

En ese marco nuestro continente empezó a organizarse. Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC, 1960); Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI, 1980); Comunidad Andina de Naciones (CAN, 1969); Comunidad del Caribe (CARICOM, 1973); Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA, 1975); Sistema de Integración Centroamericana (SICA, 1991); Mercado Común del Sur (MERCOSUR, 1991); Asociación de Estados del Caribe (AEC, 1994); Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA, 1995); Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR, 2004); Asociación Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA, 2004); Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC, 2010); Alianza del Pacífico (2012); son todas experiencias que no terminaron de afianzarse y cumplir cabalmente sus objetivos.

La mayoría de las organizaciones mencionadas tienen una plataforma fundamentalmente económica; las menos —de naturaleza preferentemente política— son fácilmente identificables. Salvo el Tribunal de Justicia de la CAN, los procesos referidos no superaron la instancia intergubernamental para constituir organizaciones de derecho comunitario, o sea con competencias y normas de aplicación automática; lo cual revela las dificultades políticas que enfrentaron los procesos de integración internacional en cualquiera de sus formas y modalidades.

Las dificultades objetivas para concretarlas polarizan opiniones, sea desde una posición decididamente integracionista en cualquiera de sus formas (6), sea también desde la duda que generaba integrar economías estructuralmente inestables.

Hubo intensos debates en ámbitos académicos y políticos, tendientes a habilitar vías de acción eficaces para alcanzar el objetivo de manera progresiva y pragmática. Entre las explicaciones sobre por qué no ocurrió lo que se esperaba, se destacan las desigualdades existentes dentro de cada sociedad, proyectadas en asimetrías económicas internas difíciles de armonizar, por un lado; por otro las recurrentes crisis políticas manifestadas en la ruptura del estado de derecho. Eso lo corrobora las idas y vueltas de los planes económicos nacionales a lo largo y ancho de la América Latina desde la segunda posguerra, y aún hoy, superados definitivamente por los ciclos de gobiernos civiles y gobiernos militares. Por ende, la dificultad para integrar economías nacionales erráticas, desequilibradas y desarticuladas (como lo son estructuralmente las nuestras) tiene varias explicaciones.

Transcurrida la primera década de este siglo, estamos inmersos en una cambiante y difícil coyuntura internacional. No hay en el horizonte un orden estable superador de las limitaciones del sistema universalista de Naciones Unidas. Por tanto, es oportuno analizar atentamente la política mundial desde 1945 a la implosión de la Unión Soviética, y desde 1991 a la actualidad, al inicio de una era que vislumbra un cambio de época y de reglas de juego (Barbarán, Revista Claves nº 205, en adelante RC).

Una constante histórica señala a los hombres de buena voluntad el rumbo a seguir, y no es sino la unidad del género humano, manifestada en la necesidad de vivir en paz, con respeto, solidaridad y justicia: la ordinata concordia a la que aspiraba san Agustín.

Ese sentimiento se afianza de modo singular en aquellos pueblos que participan de rasgos comunes y, en tal sentido, los iberoamericanos nos destacamos del resto. Nuestra evolución política ha sido pareja; hemos enfrentado los mismos adversarios y las mismas dificultades en todos los aspectos. Si además consideramos el idioma común y un fructífero mestizaje étnico y cultural, concluiremos que nuestro sentido de pertenencia regional se remonta al inicio mismo de la independencia de la corona española, manifestado en la convocatoria efectuada por Simón Bolívar desde Lima, en diciembre de 1824 (7).

En verdad, la historia particular de cada país hispanoamericano estuvo teñida de violencia: guerras civiles, golpes de Estado, persecuciones políticas e ideológicas, pero jamás hubo como las que devastaron Europa durante los siglos XIX y XX. Las contiendas de 1914 y 1939 sacrificaron decenas de millones de seres humanos, lo cual la inhabilitó para siempre a presentarse como artífice y garante de la “civilización”.

No extraña entonces que la puja política en el mundo actual para proponer esas nuevas reglas de juego (los principios de derecho internacional), confronte la multilateralidad y el cosmopolitismo con la multipolaridad de países o de bloques de países, aún sin definición.

1.2. En el principio fue la industria…

Las prácticas mercantilistas europeas de los siglos XVI a XVIII forzaron la eliminación de las trabas que las estructuras feudales imponían al comercio de la época. La necesidad de una más estrecha interacción económica es una etapa-consecuencia de la evolución del capitalismo, tomando como su origen a la revolución industrial y sus sucesivos impactos tecnológicos.

Las primeras máquinas diseñadas hacia el último tercio del siglo XVIII apuntaban al aumento de la producción de indumentaria. El surgimiento de las “manufacturas descentralizadas”, talleres domésticos al servicio de un comerciante proveedor de materia prima y comprador de la producción, resaltaba la estrecha relación entre el aumento de la productividad y la expansión de los mercados por dos motivos básicos: el paulatino traslado del campesinado a las ciudades y el surgimiento de una burguesía cada vez más rica y, por ende, reclamante de privilegios económicos y políticos.

Así empezó esta historia: no existiría el capitalismo sin la industria, pero tampoco habría industria sin una burguesía innovadora y con vocación protagónica.

Ese proceso coincidió con la formación del Estado moderno y el surgimiento de un sistema socioeconómico y político basado en la propiedad privada de los medios de producción, el uso intensivo del capital y un consecuente propósito de lucro. En un difundido ensayo sobre el tema, José Fontana Lázaro (1971:138) recordaba que grupos franceses de filiación socialista habían percibido lo innovador de la maquinización de la economía inglesa e introdujeron la expresión “revolución industrial”por las consecuencias que estaba generando, entre ellas la formación de un proletariado urbano.

Consolidada la economía de mercado, especialmente a partir del impacto de la máquina a vapor y del telar mecánico (8), la evolución del capitalismo fue indetenible a partir de la necesidad de colocar en un mercado mundial los excedentes de la producción nacional.

Así, desde su inicio, la dinámica industrial requería producir en escalas crecientes, contribuyendo de este modo a la expansión del comercio internacional. Y mientras el capital integraba mercados nacionales, también los excedía por la expansión del mercado mundial que, en definitiva, constituía su objetivo estratégico.

Esa acumulación de excedentes promovió en las potencias europeas la necesidad de una “superación” de economías cerradas, autárquicas, privativas de cada Estado. Para ello, los primeros Estados industrializados usaron diplomacia y armas a fin de consolidar mercados cautivos, asegurando a las respectivas metrópolis el monopolio del intercambio con sus colonias según lo documentó ampliamente Ha-Joon Chang (2004: Cap. 2).

Las economías industrializadas, cada vez más competitivas y tecnificadas, encontraron su mejor protección en el sostenimiento de las teorías librecambistas (9), cuyo objeto no era otro que facilitar la penetración de sus manufacturas, por un lado, y asegurarse las materias primas por otro (Chang, 2004: Cap. 1).

La unidad nacional belga y, sucesivamente, la alemana e italiana respondían a esos nuevos vientos. No obstante, la gran competencia entre Alemania, Francia, Holanda con el Reino Unido, procuraba satisfacer la demanda de los respectivos mercados internos, consolidando e integrando los procesos productivos mediante tecnología y capital, por un lado; y por otro asegurar los mercados externos con libre acceso al comercio de materias primas. Los países que habían cerrado ese círculo virtuoso pasaban a la categoría de potencias económicas (10).

En consecuencia, las economías capitalistas más fuertes, altamente tecnificadas, habían empezado sus derroteros mediante el desarrollo de las industrias básicas (altos hornos, energía eléctrica, celulosa, química y petroquímica) y, a partir de ellas e integrados sus mercados internos, salieron al mundo a competir con sus pares promoviendo el libre comercio como un dogma.

Para entonces era evidente que para una economía industrial era indispensable la existencia de un mercado nacional amplio y competitivo, suficiente producción agroalimentaria para satisfacer las necesidades de las clases trabajadoras y una eficiente infraestructura de transportes y servicios (Fontana Lázaro, 1971:150).

Este fue, en general, el panorama del “largo” siglo XIX (1789-1914), en el cual los Estados nacionales colocaban a buen precio sus manufacturas en países que no podían sino ofrecer a cambio sus materias primas. A la larga, esa despareja relación perjudicó a las segundas, pues sus productos carecían del agregado de valor característico de la producción industrial.

1.3. De la industrialización y el comercio libre y universal al “ordenamiento” de la economía mundial

La economía mundial nunca más sería la misma desde que comenzó la revolución industrial cuyas etapas estarían signadas por progresivos avances técnicos desde sus inicios. Durante el primer siglo (hasta 1880, aproximadamente), el centro económico-político estaba en Europa Occidental; a partir de entonces, y durante otro siglo más las innovaciones tecnológicas provenientes de Estados Unidos, Japón y, en materia militar/espacial, la Unión Soviética hasta la caída de esta, el mundo asumió una bipolaridad estratégica en el marco de la multipolaridad política.

Concluidas las dos primeras etapas del proceso industrializador del siglo XIX, las economías centrales procedieron a “retirar la escalera”, según expresión de Friedrich List (11). Imponer el principio del libre cambio, entonces, fue una tarea acometida no solo por las grandes cancillerías sino también por el mundo académico (anglosajón, sobre todo).

Los inicios de la era de libre competencia se caracterizaron por la inmovilidad del capital, pues todavía no había un claro límite para su acumulación interna. También incidió en tal situación que la tecnología en materia de transportes aún no se había desarrollado lo suficiente, lo cual permitió a países como Estados Unidos y Japón desarrollar un vasto mercado interno propio (12). Durante la mayor parte del siglo XIX, tanto la concentración como la centralización del capital fue una cuestión interna de cada país.

La concentración nacional de capital tomó impulso con la evolución tecnológica de motores eléctricos y de combustión interna, incrementando la acumulación necesaria para invertir en los sectores más dinámicos de la economía y, obviamente, enfrentar la consecuente competencia interna y externa.

De esa situación derivada de la centralización surgió el monopolio (13), de enorme incidencia en la limitación del mercado interno y de la competencia. En consecuencia, las economías industrializadas se sobrecapitalizaron generando las condiciones necesarias para empezar a “exportar” los capitales disponibles, cuya concentración en grandes bancos y grupos financieros los internacionalizó. Empezaban así a operar las corporaciones transnacionales, las cuales competían por las materias primas (petróleo como caso emblemático), bienes de capital y capital financiero. Pero aún no había llegado la etapa de su fusión.

Sin embargo, el libre cambio fue una receta adecuada para mitigar los efectos del ciclo económico. Las secuelas de la Guerra de 1914-1918, descriptas por J. M. Keynes en Las consecuencias económicas de la paz (14), más la salida de Rusia del mercado capitalista en 1918, la crisis de Wall Street de 1929 y las luchas de liberación nacional descalabraron las economías nacionales, las cuales se replegaron en sí mismas.

Superados los trances de aquella catástrofe económico-social y estabilizada progresivamente la economía occidental, las principales naciones industriales advirtieron la necesidad de “superar los esquemas rígidos y estrechos que imponían las relaciones bilaterales” (IIEJI, 1969:4). De hecho, esa percepción no se correspondía necesariamente con las urgencias económicas de cada país.

De este modo irrumpe con fuerza el concepto de “cooperación internacional”, el cual —aunque subyacente en las relaciones intergubernamentales desde el surgimiento del Estado moderno— adquiría esta vez carácter de principio de derecho internacional (15).

Ante la evidencia de que el Eje sería derrotado más temprano que tarde, los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña convocaron en julio de 1944 a la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, con la intención de ordenar la economía de posguerra y evitar los errores forzados por las imposiciones a Alemania introducidas en el Tratado de Versalles de 1918. Resultado de los Acuerdos de Bretton Woods (Barbarán, RC nº 179), fue la creación del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BM), del Fondo Monetario Internacional (FMI) y en 1948 —como una secuela— el Acuerdo General de Aranceles y Tarifas (GATT) consecuencia de una frustrada organización de comercio mundial negociada en La Habana.

La principal beneficiaria del nuevo esquema económico y financiero fue la devastada Europa y, puesto en marcha el Plan Marshall, el bloque socialista no participó de sus beneficios. Este otro hito de la evolución de la economía mundial abonó el terreno para encarar la integración económica europea. En ese marco se impulsaron, en 1950, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y, en 1957, de la Comunidad Económica Europea y EURATOM.

La integración europea produciría sus primeros efectos en el campo económico, no solo porque reducía las restricciones que afectaban el intercambio sino porque intentaba una completa eliminación de trabas dentro de la zona integrada: “La estrechez de los mercados nacionales, la escasez de capitales, el alto costo de las industrias, el pequeño poder consumidor” (IIEJ, 1969:5 y ss.), entre otros factores, justificaban el experimento.

En semejantes circunstancias los Estados se mostraban impotentes para satisfacer todas las necesidades de consumo de sus poblaciones: “No se trata ya de soluciones conjuntas que se aplican a ámbitos nacionales diferentes, sino más bien soluciones comunes destinadas a producir efectos en un ámbito más amplio” (IIEJI, íd.).

La integración económica, en su forma de mercado común, consiste en constituir un área geográfica dentro de la cual circulasen libremente y reciban el mismo trato las personas, bienes, servicios y capitales, mediante la armonización de políticas macroeconómicas, según coincide la doctrina de los autores. Sus características son la eliminación de barreras económicas que interfieren la libre circulación de los factores de producción, la armonización de políticas económicas y la transferencia de competencias estatales según sea la intensidad y gradación del proceso integrativo.

Tales elementos se implementan con variable intensidad según cómo los actores nacionales encaren sus intentos integradores (16), teniendo presentes las deficiencias estructurales de cada país. Cuanto más desiguales fueran las economías nacionales, tanto más difícil sería equilibrar las asimetrías y la experiencia demuestra que nunca una suma de pobrezas logró construir una riqueza. De todas maneras, la integración regional abarcaría zonas o espacios geográficos más o menos extendidos, usualmente vecinos y ligados por distintas circunstancias vitales.

En tal marco, hubo siempre un grupo que lideró la experiencia, según las expectativas y resistencias halladas en las distintas sociedades predispuestas a asociarse. Tales núcleos sostienen intereses concretos que no necesariamente son convergentes, de donde la capacidad de diálogo y de concertación es un valor inestimable que se agrega a la infraestructura y al comercio recíproco.

La experiencia europea repicó en distintas partes del mundo y tuvo un eco especial en América Latina, que decidió seguir el ejemplo europeo antes que evaluar una justificación y construir un modelo propio (17).

No obstante, grupos académicos y organismos financieros internacionales sostenían que las economías latinoamericanas padecían de debilidad crónica y eran inestables “por su falta de dinámica, ineficacia humana y falta de progreso técnico”. Estas debilidades estructurales (reconocidas por la mayoría de los economistas), propias del subdesarrollo, obedecían básicamente a las siguientes causas (IIEJI, 1969:15), repicadas a lo largo y ancho de América Latina:

1) Estrangulamiento del sector externo, que conlleva la imposibilidad de aprovechar ventajas comparativas en economías de escala, y falta de especialización industrial para substituir importaciones, que a su vez impide competir —salvo coyunturas favorables en los precios internacionales— con los productos de economías de alta competitividad y avance tecnológico.

2) La problemática del deterioro de la relación de intercambio, en tanto los precios de manufacturas se imponen sobre los de las materias primas generando barreras comerciales y financieras entre los países productores de unas y otras.

3) Desequilibrio en las balanzas de pagos, consecuencia de los desfasajes (a mayor importación, menor capacidad de pago).

4) Falta de movilidad social y desigualdad en la distribución de la propiedad y de los ingresos. Escasez o mala distribución de los núcleos poblacionales, que limita la capacidad de consumo e impide la expansión de los mercados internos.

5) Como sumatoria de todo lo anterior, escasa o nula capacidad de competencia interna y externa.

Todos estos indicadores negativos persisten en nuestras economías subcontinentales —las cuales de “emergentes” no tienen mucho—, de donde el aceleramiento de las experiencias integracionistas en varios tramos aparecía en verdad como una huida hacia adelante.

En apretada síntesis, una economía es subdesarrollada cuando un país no está en condiciones de financiar el desarrollo sostenido de su aparato productivo con el producido de la exportación de materias primas.

1.4. La nueva división internacional del trabajo

En este recorrido histórico cabe recordar el puntilloso informe de cinco capítulos denominado “La calidad de la vida en las Américas”, del 30 de agosto de 1969 (18), elaborado por el entonces vicepresidente norteamericano Nelson A. Rockefeller por encargo del presidente Richard M. Nixon, al finalizar un periplo continental. Aquel viaje y en aquellos años generó una enorme expectativa (luego de la desilusión por la “Alianza para el progreso” promovida por J. F. Kennedy), ya que aparentaba un sinceramiento de la Casa Blanca en pos de intentar una mejor vinculación con todos los países situados al sur del río Bravo.

En el documento, Rockefeller estudia la situación política, económica y social de América Latina proponiendo a la vez medidas operativas para todos los temas abordados, dejando siempre en resguardo los objetivos nacionales de su país. Es recomendable su lectura pues, más allá del emisor y su destinatario, se advierten constantes de la política exterior de esa gran potencia vigentes hasta estos días y cualquiera fuese el partido de gobierno.

Del capítulo III, Apartado D —“División internacional del trabajo”—), extraemos el siguiente párrafo relacionado con esta problemática: