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Los osos multimillonarios pelean por sus verdaderas parejas.
Esta serie llena de acción combina a hombres fuertes, mujeres seguras y escenas de amor ardientes en un mundo mágico multidimensional que provoca a los sentidos.
El heredero del Alfa: Orson está huyendo del compromiso. Casey solo quiere cocinar platillos increíbles. Cuando sus caminos chocan, el efecto es delicioso. Esta novela incluye a mujeres atrevidas con curvas, platillos que te harán babear, ataques emocionantes de osos y un amor tan caliente que vibra.
Las parejas de los Alfa: Cleo es una Alfa y directora de su propia compañía extremadamente exitosa. Titus y Connor son dueños de un rancho santuario para criaturas sobrenaturales. Cuando Cleo se queda varada en su rancho, las chispas literalmente vuelan. Esta novela vibrante para lectores maduros involucra una revolcada en la paja (literalmente), hombres mojados y sensuales apagando fuegos y un amor que es mágico por el poder de tres.
El dominio del Alfa: Este romance paranormal para adultos incluye a personas sensuales que se transforman en osos, meseras de barra sobrenaturales que interfieren, un entrenamiento mágico explosivo y un romance en el trabajo tan caliente que derretirá hasta al corazón más frío.
La Flama de Navidad del Alfa: Este romance paranormal para adultos incluye a hadas valientes, un caliente juego de póker de prendas y un romance con un bombero demasiado caliente para soportar.
Este romance paranormal para adultos incluye a sexy transformistas, magia explosiva y un lugar de trabajo tan caliente que derretirá el corazón más frío.
Sucediendo en el mismo mundo que la serie "Su vikingo elemental", la serie "El hombre oso multimillonario" incluye personajes tan memorables como Lola (la misteriosa mesera del bar sobrenatural que sabe más de lo que jamás dirá), Audrey (una bruja con habilidades para formar parejas) y un elenco entero de criaturas sobrenaturales adorables.
Estas novelas INDEPENDIENTE son parte de la serie "El hombre oso multimillonario" que se puede leer en cualquier orden. No tienen finales de suspenso y cada historia termina como se debe: con un “felices para siempre”.
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El Heredero del Alfa
Las Parejas de los Alfa
El Dominio Del Alfa
La Flama de Navidad del Alfa
Sin título
Acerca del Autor
Copyright © AJ Tipton 2015 El derecho de AJ Tipton a ser identificada como la autora de este trabajo ha sido afirmado por ella en conformidad con Copyright, Designs and Patents Act de 1988 (Ley de derechos de autor, diseños y patentes de 1988) (u otra ley similar, dependiendo de su país). Todos los derechos, reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación o transmitida en ninguna forma o por ningún medio (electrónico, mecánico, fotocopias, grabaciones u otro medio) sin la previa aprobación por escrito de la autora, exceptuando casos de citas breves como parte de una reseña o artículo. No puede ser editado, modificado, prestado, revendido, alquilado, distribuido o circulado de alguna otra manera sin el consentimiento por escrito del editor. Se pueden obtener los permisos en [email protected]
Este libro es para la venta a un público adulto solamente. Contiene escenas sustancialmente explícitas y leguaje gráfico que puede considerarse ofensivo por algunos lectores.
Esta es una obra de ficción. Todos los personajes, nombres, lugares e incidentes que aparecen aquí son ficticios. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, organizaciones, eventos o locales es pura coincidencia.
Todos los personajes sexualmente activos en esta obra son de 18 años o mayores.
Creado con Vellum
El escritorio de caoba atravesó la ventana en una lluvia de pedazos de vidrio rotos.
Acabo de arreglar esa ventana, pensó Orson, cerrando fuertemente sus puños sobre la sábana alrededor de su cintura. El aire frío de la ventana rota sopló sobre sus pectorales desnudos y sus pezones se convirtieron en puntas endurecidas.
“Cálmate, papá”, dijo con los dientes apretados.
Su oso interior se movió dentro de su pecho, tratando de salir a la superficie en respuesta a la creciente amenaza. No ahora, aún no. No aquí, le dijo al oso, presionándolo de vuelta hacia adentro. No mientras ella está en peligro.
“¿Cómo te atreves a desobedecerme? ¡Eres una vergüenza para tu clan!” rugió Nikolai, levantando la silla favorita de Orson y lanzándola contra un librero. Las repisas temblaron y se rompieron, lanzando los libros de Orson de varios lenguajes de programación hacia el piso. El premio en forma de esfera que Orson ganó por un logro excepcional en software innovador rodó por el suelo de madera dura.
“Por favor, no sabía”. La fuente del problema de hoy se quejó en la esquina. Sarah temblaba mientras se ponía su ropa, sus curvas deliciosas desaparecían bajo un suéter voluminoso.
Habían estado saliendo durante algunos días y Orson sabía que no duraría, al oso dentro de él nunca le había gustado, pero hacía solo unas horas finalmente había logrado convencerla para que se quitara toda la ropa cuando tuvieron sexo. Cuando ella finalmente se había dado cuenta de qué tanto él necesitaba la visión de sus grandes pechos moviéndose mientras se sumergía rudamente dentro de sus dobleces, la excitación era exquisita. La mirada de sorpresa en su cara en ese momento no compensó la expresión aterrada que estaba trazada ahora. Apenas había tenido tiempo de terminar antes de que su padre destrozara su puerta frontal y la convirtiera en madera para una fogata.
“¡Eres mi hijo!” rugió Nikolai. “Soy el Alfa. Harás lo que es bueno para tu clan o te mataré”. Dejó de moverse por un segundo. “O aún mejor, haré traer a Cleo. Ella pondrá un alto a este comportamiento ridículo”. Porque necesito otro recordatorio de que piensas que Cleo sería una mejor Alfa para nuestro clan que tu propio hijo, Orson pensó, respirando profundo. Pasó su mano por su cabello negro y corto, y se recordó, de nuevo, que debía respetar a su padre.
La camisa de franela de Nikolai empezaba a romperse mientras su oso interno se estiraba debajo de su piel, la capas de piel y músculos rompiendo la tela de cuadros rojos y negros en pedazos. A través de la camisa que se rompía, Orson podía ver las cicatrices superpuestas de su padre atravesando su pecho. Cada una era un recordatorio de la diferente forma en que veían lo que era “correcto para el clan”.
“Cleo tiene su propio negocio del cual preocuparse”, dijo Orson.
Moviéndose lentamente, levantó la bolsa de Sarah del piso y caminó hacia ella para entregársela, manteniendo su cuerpo de forma protectora entre ella y su padre acechador.
“Cleo no tiene ningún negocio más importante que asegurarse de que su prometido se mantenga fiel”, dijo Nikolai. Levantó la esfera que rodaba y la estrelló contra la siguiente ventana intacta.
Estoy seguro de que la compañía de Cleo que se encuentra en la lista de 500 compañías de Fortune no estaría de acuerdo contigo en eso, Orson se mordió la lengua para evitar decirlo. Orson observó la sala de estar destrozada. Mientras su padre mantuviera su ira dirigida a los muebles y premios, Sarah seguiría respirando.
“¿Quién es Cleo?” susurró Sarah mientras tomaba la bolsa de su mano y la apretaba contra su pecho.
“Un matrimonio arreglado. Créeme, no significa nada”, contestó. Podía olerla, sin que el perfume que había vertido sobre su piel pudiera esconder el olor a acre y miedo que brotaba de su piel. “Te llamaré mañana”. Mantuvo un ojo en su padre, pero estiró una mano para ayudar a Sarah a pararse.
“No, ¡no lo hará!” gritó Nikolai pateando los libros esparcidos de forma que volaron por el aire. “¡Mi hijo no tendrá ninguna asociación con ninguna escoria humana!”
Sarah se alejó de la mano de Orson y usó la pared para ayudarse a parar. “Lo siento, Orson. Ha sido genial, pero realmente no tengo el tiempo de lidiar con…” miró entre él y su padre. “Todo esto”.
Orson asintió con la cabeza, manteniendo su cara cuidadosamente quieta. No la había amado pero el rechazo le dolió. La había hecho venirse tres veces; seguramente ella no iba a darlo por perdido tan fácilmente.
Sarah se paró, abrazando fuertemente su bolsa frente de ella.
Aparentemente sí se iba a rendir así de rápido. Asintió con la cabeza para mostrar que entendía y se volvió hacia su padre.
Se enfocó en la sensación de las fibras suaves de la sábana entre sus dedos mientras escuchó el ruido de las botas de Sarah sobre el mármol todo el camino hasta salir por la puerta. Su sensible oído animal escuchó cómo se azotó la puerta de su auto, seguido por el fuerte sonido del encendido de un motor, desvaneciéndose conforme aceleró alejándose por su larga entrada para autos. Orson se enfocó en sus respiraciones lentas y constantes hasta que escuchó que su auto desapareció de su calle privada a través del bosque.
Entonces se dejó ir.
Su oso interior explotó desde adentro, llenándolo y transformándolo en un grizzli gigante, su cabeza masiva cubierta de pelo rozando las vigas de madera de su techo de más de tres metros de altura.
En una respiración, Orson se sintió bien por primera vez en horas, sus formas de humano y de oso mezcladas en su ser auténtico de músculos, garras y quijada. Rugió y las paredes vibraron, las pinturas y espejos cayendo al suelo a su alrededor.
“Eres débil, niño”, Nikolai rugió mientras se convertía en oso, su cabeza alcanzando el hombro de Orson. Su quijada alargada distorsionó su voz para convertirla en un rugido grave pero sus palabras y su desprecio eran claros. “Yo ya había vencido al Alfa cuando tenía tu edad y ¿qué has hecho tú? ¡Jugar en tu computadora!”
“¡Yo he provisto para nuestro clan!” Orson rugió. Sus instintos de Alfa lo empujaron para probar a su padre que merecía respeto. Solo su padre vería el desarrollo de un software con valor de miles de millones de dólares como algo de que avergonzarse.
En su forma de oso era más difícil pelear contra sus instintos de retar a su padre por el dominio. Él es el Alfa, repitió una y otra vez. Es mi deber respetar al Alfa.
“¿Qué importará tu dinero si tus acciones traen deshonor a nuestro clan y a mi nombre? Estabas cogiéndote a una humana, Orson, a una sucia humana”.
Orson se forzó para regresar a sus cuatro patas, agachando su cabeza. Quería especificar que coger a una humana no era una falta de respeto para su clan. Los clanes de osos eran demasiado pocos y estaban demasiado esparcidos para seguir las viejas costumbres de solo reproducirse con otras personas que se transformaran en osos. Solo un puñado de Alfas que quedaban con mentalidades del Viejo Mundo, como su padre, se aferraban a esa forma de vida de mentalidad cerrada. Hacía mucho tiempo, unas treguas forzadas habían acabado con las guerras entre los clanes y habían detenido las tradiciones antiguas de retos violentos por los cargos más altos. El mundo de Nikolai había desaparecido antes de que Orson siquiera naciera.
Por supuesto, las viejas rivalidades seguían ahí; las viejas disputas no desaparecían tan fácilmente. Pero, ahora, jugaban en el símbolo más poderoso de la era moderna: el dinero. Cualquier otro líder Alfa habría estado orgulloso de los logros de Orson, vender su software y ganar miles de millones de dólares para las cuentas del clan. Había probado a su gente que podía proveer para ellos de una manera que conllevaba poder y honor.
¿Cómo había reaccionado su padre cuando había ganado sus primeros mil millones? Ridiculizándolo por no tener suficientes cicatrices.
Orson tensó su quijada y se concentró en cambiar, reduciendo su figura a su tamaño humano. Su oso interior rugió y peleó, pero Orson lo obligó a permanecer adentro. A pesar de lo mucho que su padre lo frustraba, Nikolai era el Alfa y Orson tenía que respetar eso.
Levantó la silla que estaba boca abajo y la volteo para colocarla de regreso en el piso. El marco de madera dura apenas estaba dañado. Orson no se preocupó por envolver la sábana alrededor de su cuerpo desnudo antes de acomodarse en la silla. Solo se había molestado con la sábana por las delicadas sensibilidades humanas de Sarah. Ahora se preguntaba por qué se había dado la molestia de estar con ella.
Orson se dio cuenta de la ironía divertida de que su padre se mantuviera en su forma de oso mientras caminaba sobre sus cuatro patas. Aún con Orson en su figura humana más débil, el oso en Nikolai reconocía la amenaza de un Alfa más joven en la habitación.
“Si no me escucharás como tu padre, escucha a tu Alfa. Respetarás la alianza que hice entre Cleo y tú o no aceptaré que seas mi heredero”.
Orson se quedo inmóvil. Quería creer que era una amenaza sin fundamentos. No tenía hermanos y el clan no tenía otros potenciales Alfas. Si Nikolai lo rechazaba como su heredero, el clan moriría, dejando a Orson como un Alfa perdido sin familia ni nombre. Aún tendría el dinero que había ganado, por supuesto, pero perdería al clan al que había pasado toda su vida protegiendo.
¿Realmente se sentía su padre tan amenazado porque no fuera su espejo sediento de sed como para negarle a Orson su derecho de nacimiento?
Orson estudió el caminar agresivo de su padre, el frío determinado en los ojos de su padre.
Podría.
“Sí, padre. Me casaré con Cleo y me mantendré alejado de otras mujeres”. Orson podía sentir el inicio de un dolor de cabeza. ¿Casarse con Cleo?
Nikolai asintió lentamente con la cabeza, sus ojos volviéndose más estrechos. “Bien, asegúrate de hacerlo”.
Necesito una bebida.
“¡Mierda!” Casey maldijo suavemente mientras veía el vaso para cerveza estrellarse contra el suelo. Sacó la pequeña escoba manchada y el recogedor de un estante abajo de la barra y suspiró. Sip, es justo ese tipo de día. Desastre profesional, un atuendo terrible y ahora estoy rompiendo cosas.
El bar AUDREY'S estaba relativamente tranquilo para un martes. Los clientes habituales aún no habían llegado y el vampiro en la esquina que bebía un coctel de A positivo y vodka estaba leyendo una novela criminal de forma tan intensa que Casey estaba segura de que no se daría cuenta si un desfile de tigres en disfraces de plástico pasaba por el bar. Casey depositó los pedazos de vidrio rotos en el bote de basura tan calladamente como pudo, jalando la costura de su camisa mientras se agachaba. Esta camisa era mucho más corta de lo que le gustaba; lo último que necesitaba hoy era mostrar su panza.
“Perdón por eso, Audrey. Puedo pagarlo sin problema”, le dijo a la dueña del bar, quien servía bebidas a su lado.
“Ay, por favor, no te preocupes por eso”, Audrey sonrió mientras servía hielo en dos mezcladores de cocteles. Chasqueó sus dedos y la basura que quedaba de los vidrios rotos en el piso desapareció en una nube dramática de humo. “Nunca superarás el récord de Lola de la mayor cantidad de vasos rotos en un día. Aunque eso fue más ‘lanzar’ que ‘tirar’…”
Casey observó sorprendida mientras los cocteles listos de Audrey flotaban en el aire sobre las cabezas de los clientes, aterrizando suavemente en una de las mesas de madera cercanas.
Nunca me voy a acostumbrar a este lugar.
Casey había estado consciente cuando Audrey la había contratado para servir bebidas en AUDREY'S de que era un bar para sobrenaturales. Aún después de más de un año, Casey no podía evitar quedar un poco boquiabierta cada vez que Audrey mostraba sus habilidades de bruja. Ser humana era tan aburrido a veces.
Las puertas del bar se abrieron repentinamente con un rugido mientras seis hombres cubiertos de lodo entraron en varios estados de desnudez, cantando un himno borracho tan confuso que Casey no podía determinar si estaban cantando sobre un “ganador” o un “nadador”. Cargaban a su ganador en sus voluminosos hombros, cantando y escurriendo agua por todo el piso.
Casey se detuvo antes de babear ligeramente al ver toda esa piel musculosa desfilando enfrente de ella. Este era uno de los mejores beneficios de ser parte del personal de AUDREY'S: los hombres que se transformaban en animales. Cada persona tiene un tipo y el de Casey era grande, medio desnudo y rugiente.
“¡Orson es el ganador de nuestro Reto de hombres que se transforman en animales!” la voz de Lola resonó por todo el bar mientras entraba caminando detrás de los hombres. Las largas trenzas negras de la mesera del bar flotaban sobre su cabeza, meciéndose por cuenta propia. Su sonrisa roja brillante era del mismo tono que los pétalos de rosa en el tatuaje con espinas alrededor de su cuello que bajaba bastante hacia su generoso escote. Lola saltó sobre la barra en un movimiento rápido sin esfuerzo, tomó unas cuantas jarras mientras saltaba por el aire y las colocó debajo de las llaves de cerveza en un solo movimiento ágil. “¡Démosle una bebida a nuestro campeón!”
Audrey y Casey aplaudieron desde atrás de la barra mientras los hombres gritaban felizmente. Casey se concentró en mantener su expresión facial neutral mientras Orson, el hombre que se convertía en oso, fue bajado al piso y el grupo se acomodó en una de las mesas de la parte de atrás. Los hombres así de atractivos no se fijaban en pobres meseras-banqueteras pesadas y el intento no valía el que le rompieran el corazón.
Lola sonrió con su común sonrisa misteriosa mientras abría las llaves. Siempre era difícil saber lo que Lola realmente pensaba, pero Casey sabía que Lola estaba orgullosa del Reto de hombres que se transforman en animales de los martes en la noche. Ella misma colocaba los obstáculos, un caos mezclado de troncos y cuerdas a través del cual los hombres lobo, hombres pantera, hombres zorro y demás correrían unos contra otros en su forma animal. Al menos mantenía la entrada de propinas los martes por la noche, lo cual era algo que Casey necesitaba desesperadamente hoy.
“Oye, ¿qué pasa?” Audrey miraba a Casey con su cabeza inclinada de lado y una ceja arriba. Descubierta. Casey sabía que no había forma de escapar de una conversación cuando Audrey la veía de esa forma.
Casey tomó un mechón suelto de su cabello rubio pelirrojo, mentalmente maldiciendo su poca habilidad para mantener una cara de póquer. Mi compañía de banquetes tenía este gran pedido esta semana. Todo estaba perfecto hasta que cancelaron hace 20 minutos. Por contrato están obligados a pagar por la mitad de la comida, pero aún tengo que pagar la otra mitad y la renta de la camioneta refrigerada. Era esta familia adinerada que se suponía sería una gran fuente para referencias, pero ahora solo estoy jodida”.
Audrey envolvió a Casey en un abrazo. “¿Con la manera en que cocinas? No hay forma de que no estés destinada para la grandeza culinaria. Trae la comida y la venderemos a todos los que están aquí. ¡No se podrán resistir!”
Casey apreció el abrazo, a pesar de que el marco delgado de Audrey se sentía pequeño y puntiagudo contra su cuerpo más suave y amplio. “Hay una cuestión sobre algún tema legal…” movió su mano en el aire tratando de pensar en la frase oficial. “No puedes revender la comida. Sin embargo, la puedo regalar”. Casey sonrió por primera vez en lo que se sentía como horas. Al menos la comida sería consumida. Casey amaba alimentar a las personas. Aún si no iba a poder ganar dinero, al menos podría ver las expresiones entusiastas de los hombres que se transformaban en animales cuando probaran sus platillos.
“¿Tal vez puedes empezar con nuestro campeón?” Lola caminó de regreso y señaló a la mesa de hombres llenos de lodo. Orson se extendió sobre uno de los bancos de la barra, haciendo que la madera pareciera pequeña e insubstancial debajo de su gran marco. Casey cambió su peso, tratando de no mirar fijamente la cantidad impresionante de piel que estaba mostrando. “Los osos son corredores sorprendentemente rápidos, no muchas personas lo saben”. Lola levantó una caja de vodka sobre su hombro con un guiño. “Te sorprenderán de más formas que esa”.
Audrey se rió ligeramente mirando la figura de Lola que se alejaba, pegándole en su trasero con una toalla mojada de la barra al pasar. “Yo escucharía a Lola, Casey. Tiende a saber de lo que habla. Aunque, honestamente, ese hombre realmente no es mi tipo”.
Casey se volteo para mirar fijamente a su jefa. ¿Está loca esa mujer? Orson era perfecto. Lo había visto entrar al bar unas cuantas veces, aunque nunca tuvo el valor de hablarle. Su pecho era tan fuerte y amplio que eclipsaba hasta la grande cintura de Casey. Sus ojos color azul claro saltaban como joyas en contraste con su pelo negro obscuro. Y la barba apenas crecida que siempre parecía salir de su quijada acentuaba el pequeño hoyo en su barbilla. Siempre que entraba al bar, Casey tenía que evitar abanicarse con una servilleta de coctel.
“Eh… me parece que no está feo”, dijo evasivamente.
Conociendo a Audrey y Lola, si admitía lo mucho que le atraía el hombre, no se detendrían hasta que la hubieran forzado a lanzarse al espacio entre sus muslos perfectos. Y después tendría que escuchar a un hombre más decirle que era “muy graciosa y linda”, pero que le gustaba una mujer que quisiera “hacer ejercicio con él”. El código masculino para “mujeres que no comen”.
“Pero no importa”, dijo Casey. “Voy a lograr sacar adelante este negocio de banquetes aunque me mate. No hay forma de que tenga tiempo para salir en citas”.
Audrey se rió, señalando los charcos de lodo que se estaban formando alrededor de la entrada del bar. El agua desapareció en una nube mágica, dejando atrás una serie de baldosas secas. “Ajá… Te dejará salirte con la tuya con esa frase hoy, señorita. Pero no pienses que te creo. Ve a sacar la comida de la camioneta; yo me aseguraré de que esos ojos azules no se vayan a ningún lado”.
Casey tarareó un poco mientras abría las puertas frías de metal de la camioneta refrigerada. El olor de las bandejas de bagre ennegrecido con chutney de habanero; pechugas de pollo fritas con suero de leche y salsa de carne de salchichas y hierbas; salmón ahumado con risotto de camarones Creole, y salsa bullabesa con okra y jamón Tasso llenó el aire como si estuvieran sonriendo y dándole la bienvenida. Tal vez el día de hoy está resultando bien después de todo.
“Hola”. Una voz ronca retumbó atrás de ella.
“¡Mierda!” Casey se quejó mientras giraba, sujetando sus llaves como si fueran un arma filosa. Orson estaba parado detrás de ella, su pecho muy desnudo manchado con lodo de forma descuidada lo cual solo agregaba a la sensualidad del paquete. Podía sentir su rostro calentándose mientras toda su cara se sonrojaba.
“Orson Antonov”. Él extendió su mano. Casey se movió para tomarla, después se dio cuenta de que él sujetaba un fajo de billetes.
¿Todos eran de 100 dólares? Nunca antes había visto tanto dinero en un solo lugar. Casey lo miró sin estar segura sobre cuál estado de sorpresa debía actuar primero, si su confusión, curiosidad o entusiasmo. Tal vez debería simplemente besarlo. El pensamiento vagabundo pasó por su mente y lo reprimió.
“Creo que esto debería cubrirlo”. Él presionó el fajo de dinero en la mano de Casey, después la rodeó para levantar las paletas de comida como si no pesaran nada. “Es efectivo así que no tienes que preocuparte por ninguna 'situación legal'”. Se volteó y caminó alejándose hacia la obscuridad.
Maldito oído sensible. Mierda. ¿Qué más dije? Se volteó para decir algo, no sabía qué, pero él ya se había ido.
Orson ignoró la catástrofe de su sala de estar. Había pedido al personal que no lo limpiaran; los trozos de vidrio y madera esparcidos por todos lados eran un recordatorio de sus palabras hacia su padre. ¿Por qué dije que honraría mi compromiso con Cleo?
Era demasiado fácil ignorar la realidad de su prometida con el olor de los platillos cocinados por Casey aún flotando en el aire.
Había visto a la mesera del bar antes; era imposible no verla. Si quería ser honesto consigo mismo, probablemente había elegido a Sarah en la exposición sobre software porque le recordaba a Casey. La mesera del bar tenía unas curvas increíbles y la forma en que sus pechos sobresalían como globos cuando se inclinaba sobre la barra era una visión que detenía su respiración, algo para admirar. Y su olor… era glorioso, una mezcla de almizcle femenino, masa fresca y pimienta de Cajún.
Soltando la bandeja de pollo frito a su lado, sobre la cama, lamió sus dedos para limpiarlos y se recostó respirando profundamente, y dejando que el olor de los bizcochos frescos y la mantequilla saturara todos sus sentidos.
Se estiró para aflojar su cinturón y quitarlo de sus pantalones ajustados. Había estado duro como piedra todo el camino de regreso a casa, casi saliéndose del camino dos veces. ¿Qué tiene esta mujer que no me puedo sacar de la cabeza?
Hasta su oso interior la aprobaba, lo cual era un detalle que no podía ignorar. Cada vez que la escuchaba hablar, reforzaba el que era inteligente, competente, leal, divertida y… otra vez… hermosa… estoy en problemas.
El bagre ennegrecido se había convertido en migajas al fondo de la bandeja después de haberse comido hasta la última pieza de camino a su casa y la pechuga de pollo frito con suero de leche casi se había acabado. Había tratado de convencerse de que debía congelar y guardar para más tarde el salmón asado y la bullabesa que en ese momento estaban en su mesa de noche pero la idea de alejar esos aromas de su cara se sentía tan imposible como pasar su vida con Cleo.
Era algo muy bueno que Casey no saliera en citas. Cuando la había escuchado a escondidas en el bar, había sentido un fuerte golpe de decepción, seguido inmediatamente por alivio. Si esa mujer estaba en el mercado, mantener su palabra a su padre iba a ser imposible.
Pero, maldita sea, si Casey hubiera admitido que lo quería cuando Audrey la presionó, nada lo hubiera detenido de arrastrar a Casey al famoso cuarto de “rendezvous” de AUDREY'S. Lola tenía el hábito de alentar a los clientes que quería que se juntaran a tomar demasiadas bebidas y después a que fueran a “dormir para que se les pasara” en el espacio pequeño de la habitación de atrás. Según los chismes, al menos un matrimonio, tres niños y un tratado de paz habían sido el resultado de eso.
Se quitó su ropa interior, imaginándose la pequeña habitación de la cual solo había escuchado por historias de sus amigos. Tomando su miembro con la mano cubierta de la grasa del pollo frito, Orson empezó a bombear gentilmente. Si Casey hubiera dicho que le gustaba, no hubiera podido esperar hasta llegar a su casa o hasta llegar a su auto.
Orson sabía que hubiera tenido que lanzar su hermoso trasero redondo sobre su hombro y cargarla directo a la habitación de atrás. Ahí, hubiera desenvuelto su ropa como si removiera la piel de su pollo frito perfectamente marinado, después hubiera lamido la sabrosa piel de sus pechos como la dulce salsa de su chutney de habanero.
Incrementó la presión sobre su miembro, imaginándola montándolo, sus senos rebotando contra su pecho perfecto mientras lo dejaba sumergirse duro. Era fuerte; lo sabía por observarla cargar bandejas de vasos y filetes. Sus muslos la sostendrían mientras él se clavaría dentro de su cuerpo.
Quería escucharla rugir su nombre mientras su vulva se contraía alrededor de su miembro y deseaba que todo el bar resonara con los sonidos de su pasión. Y, también, sabía que ella rugiría. Su oso no la desearía tanto si no reconociera una fuerza afín en ella.
Imaginó su cabeza cayendo hacia atrás mientras su dedo tocaba su clítoris, mordiendo su pecho mientras ella terminaba en olas de poder glorioso. No era justo que una mujer pudiera ser tan perfecta, sus curvas redondeadas a la perfección para frotarse contra su piel. Ella dijo que no salía en citas, pero era posible que no supiera sobre su poder: el poder de llevarlo hasta sus rodillas.
El orgasmo llegó tan repentina e inesperadamente que casi se cayó de su cama.
Su corazón daba martillazos tan fuertes que le tomó casi un minuto darse cuenta de que los golpes que escuchaba no venían de su pecho, sino de la puerta.
Por Dios, si es papá, voy a tener que decirle que la alianza con Cleo se terminó, pensó mientras se ponía rápidamente sus pantalones y ajustaba su cinturón. Practicó lo que iba a decir todo el camino a lo largo de la sala de estar y hasta la puerta frontal.
La gran puerta de roble se abrió repentinamente con un fuerte golpe antes de que su mano tocara la perilla.
Cleo estaba parada al otro lado, su mano aún en un puño después de haber roto el seguro.
Necesito una puerta más resistente.
“Hola, cariño. Escuché que tuviste una conversación con tu padre”, dijo mientras lo rodeaba para caminar precisamente por el pasillo en sus tacones de 12,7 cm.
Era el tipo de belleza que promocionaban en las revistas con fotografías demasiado editadas en Photoshop. Su traje gris se ajustaba perfectamente a su delgado cuerpo; sus piernas debajo de la falda de tubo eran moldes de músculo y su cabello café caía sobre sus hombros en las capas perfectamente arregladas que harían que cualquier estilista se sintiera orgulloso. Orson conocía el mundo del dinero lo suficientemente bien como para reconocer que el logotipo dorado en la bolsa de Cleo significaba que probablemente era más cara que el salario mensual de Casey. Los grandes lentes de sol de Cleo probablemente costaban más que el auto de Casey.
Papá no estaría contento de saber que ya estoy comparando todo sobre Cleo con Casey, Orson hizo una mueca mientras seguía a su prometida de regreso a la sala de estar. Casi chocó contra Cleo cuando ella se detuvo a la mitad del pasillo para estimar los daños.
“Dime qué sucedió”, dijo, volteando para levantar una ceja perfectamente depilada hacia él.
“No importa”, dijo Orson, caminando alrededor de ella para dejarse caer en la silla con descansabrazos. Apuntó al sillón menos dañado e hizo un gesto para que se sentara.
Eligiendo su camino cuidadosamente entre los vidrios rotos, Cleo comenzó a sentarse antes de levantar bruscamente su cabeza y corrió -impresionantemente en esos tacones, el pensó, solo una de las maneras en que es mucho más fuerte que yo. Estoy seguro -a su habitación y regresó cargando la bandeja de salmón asado.
“¿Qué es esto?” preguntó, levantando uno de los pedazos y dándole una mordida. Ella gimió y agarró la bandeja más fuerte contra su pecho.
“¡Oye! ¡Eso es mío!” él se quejó, saltando de su silla. Ella le gruñó y bailó hacia atrás, quitándose los tacones de una patada para poder escabullirse alrededor de él y brincó sobre la mesa de madera dañada en la cocina. Él no estaba seguro, pero le pareció que ella había cambiado su quijada parcialmente a su forma de oso para poder dar una mordida más grande.
“¡Por Dios, Orson! ¡En serio tienes que emplear, secuestrar o casarte con quien sea que haya hecho esto!” ella sostuvo la bandeja muy alto sobre su cabeza antes de tomar otro pedazo y meterlo entre sus labios.
Orson gruñó y corrió a la habitación para guardar lo último que quedaba de la comida y meterla al congelador antes de que Cleo intentara agarrar más. Sabía demasiado bien desde su niñez lo viciosa que podía ponerse cuando quería algo. Aún tenía cicatrices en su mano de la vez en que había intentado recuperar sus figuras de acción cuando tenían cinco años. Por alguna razón, su padre no respetaba esas cicatrices.
“Créeme, si papá me diera la oportunidad, podría casarme con ella”, él dijo.
“Cierto. Tu padre. Es por eso que estoy aquí”. Terminando la última pieza de salmón, elegantemente saltó para bajar de la mesa y se movió de regreso al sillón para acomodarse en el cojín con sus piernas cruzadas en frente. “Está determinado a que esta boda suceda. Ninguno de nosotros dos quiere esto. Pero claramente…” hizo un ademán con su mano refiriéndose al desastre, “no está dejándolo pasar”.
Orson se recostó en el respaldo de su silla. Podía oler el salmón en sus labios y fue lo más cercano que estuvo en su vida a querer besar a Cleo. “Papá viene de la vieja escuela. Amenazó con desheredarme. Tú sabes que eso no solo sería desastroso para mi clan, arruinaría el equilibrio de todos los clanes en la región”.
“Exactamente. Por esto necesitamos un plan”. El celular de Cleo vibró en su bolsa y lo pescó, envió un corto mensaje y lo dejó descansando sobre su pierna. “Perdón por eso, estamos a la mitad de una negociación y parece que cada pequeño detalle necesita de mi firma”. Suspiró gruñendo exageradamente y se recostó hacia atrás en el sillón, pero Orson solo sonrió.
“Sabes que te encanta”, dijo él.
Ella se volvió a sentar y le devolvió la sonrisa. “Sí me encanta, pero ¿sabes qué no me encanta?” Lo vio directamente a los ojos, fuertemente. “Ser considerada el peón de tu padre. Entró a la habitación de mi padre en el hospital, y comenzó a hablar y hablar sobre cómo te estaba metiendo en línea con este trato del matrimonio arreglado”.
“Cleo, lo siento mucho. ¿Está bien tu padre?” él no conocía bien al padre de Cleo, solo tenía una vaga impresión de un líder fuerte que levantaba a Cleo por la piel de su cuello al final de sus días de juego y la cargaba hasta su casa. Orson recordaba que el viejo hombre no había ni siquiera parpadeado por las protestas y gritos de Cleo diciendo que quería terminar de darle una paliza a los demás niños en cualquier juego que estuvieran jugando. Cuando a su papá le dio cáncer, él había entregado su compañía y el clan familiar para que ella fuera su líder. Ella había tomado su pequeño negocio y lo había convertido en una compañía regularmente perfilada por el Economist como una de las más exitosas en el país.
“Tu padre no hizo demasiado daño; papá ha ignorado bien las incoherencias misóginas de Nikolai por un rato. Pero unos cuantos de los otros Alfas que se reunieron para visitar a papá lo escucharon. Cuando compré tu software para mi compañía, dijiste que el dinero te daría la influencia en tu clan para retar a tu padre. Ha pasado más de un año desde que hicimos ese trato y tu padre sigue siendo el Alfa gobernante. ¿Qué está sucediendo, Orson?”
Orson se movió en su silla. “No es un mal Alfa, realmente piensa que lo que hace es por el bien del clan”.
“Ya no es la edad obscura. No estamos corriendo en los bosques del Viejo País viviendo en cuevas. Su estilo anticuado de dominar con los puños va a destruir a tu clan eventualmente”. Su teléfono vibró de nuevo y lo contestó, escuchando un largo rato y después gritó, “No, ¡idiota! Te dije que es para las cuentas de Londres. ¿Por qué demonios estarías haciendo esto para Oslo? Arréglalo o tendré tu cabeza en mi escritorio antes del medio día mañana. ¡Y esa no es una metáfora!” Apagó su celular y le sonrió a Orson. “Necesitas retar a tu padre y después, como Alfa, podrás oficialmente dar por terminadas estas tonterías de un matrimonio arreglado”.
“Te das cuenta de que eres un poco aterradora, ¿verdad?” dijo.
Cleo se paró, ajustando sus pies de vuelta en sus tacones y moviendo sus estrechas caderas un poco mientras caminaba hacia el congelador. “Cariño, soy aterradora, no lo olvides”. Su mano estaba en la palanca del congelador cuando Orson corrió a través de la sala de estar y colocó una mano firme sobre la puerta, manteniéndola cerrada.
“Y no te olvides de que también soy aterrador”, gruñó. “Y si te llevas más de la comida de Casey fuera de esta casa, te voy a arrancar la mano con mis dientes”.
La sonrisa de Cleo creció. “Oh, su nombre es Casey ¿eh? Si no te haces de huevos para salvar a tu clan del liderazgo anticuado de tu padre, entonces hazlo para que podamos tener más de esta comida. Sabes que mataría a miembros de mi familia por menos”.
Él respiró profundamente. “La luna llena es el momento para los retos de Alfas en mi clan. Es en dos semanas, lo haré entonces. Él apreciará que ponga atención a las viejas maneras; hasta lo podría hacer suficientemente feliz como para rendirse en cuanto haya sangre y no me forzará a matarlo”. La idea le hizo sentir frío. Su padre y él tenían sus diferencias, pero los retos de Alfas podían ponerse sangrientos.
“No lo olvides, él también podría matarte a ti”, dijo Cleo, mostrando un miedo sin precedentes en su expresión. “Cualquier cosa puede suceder durante un reto. Si yo fuera egoísta, te diría que pasaras las próximas dos semanas escribiendo códigos para un nuevo software que pueda usar para que mi compañía obtenga un monopolio internacional, pero sospecho que estarás más feliz si te enfocaras en…” le pegó con la palma de su mano a un costado del congelador, “placeres más carnales”.
“Apenas si conozco a Casey”, contestó. Realmente esperaba no estarse sonrojando. Cleo nunca dejaría de molestarlo. “Entonces tienes dos semanas para cambiar eso. Mejor empieza a moverte”.
Casey se tomó un momento para apreciar que, a veces, trabajar en AUDREY'S era el mejor empleo mientras alentaba a L [...]