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¡Una nueva entrega de la saga más adictiva de los últimos tiempos!
Después de haber cortado en dos a Toni con el rayo de la Esfera en venganza por su desplante,
Mamen y su bebé Mnemósine salen de viaje al palacio de Cnossos en busca del Minotauro.
Toni, por su parte, se queda en Atenas y participa en la expedición contra Troya, donde conoce al altivo Aquiles.
Jesús y Lucius continúan en Egipto, persiguiendo con todo su empeño a las Luces Brillantes para que les devuelvan a su Origen.
Sus historias parecen condenadas a unirse, pero la aparición de un Alien en una gruta de la escarpada costa de Creta provocará una nueva brecha en el espacio-tiempo.
"El Quinto Origen es una saga formidable, de una ambición sin límites"
El País.
J. P. Johnson vive en la isla de Mallorca. Ex-guardaespaldas de autoridades militares y broker de bolsa, actualmente se dedica en exclusiva a la literatura. Es autor de las célebres sagas El Quinto Origen, La Venganza de la Tierra y El Diablo sobre la isla, además de la serie de autoayuda Sí, quiero. Sí, puedo.
LIBROS DE J. P. JOHNSON
Serie El Quinto Origen
1-Stonehenge
2-Nefer-nefer-nefer
3-Un Dios inexperto
4-El sueño de Ammut
5-Gea (I)
6-Gea (II)
7- ἢ τὰν ἢ ἐπὶ τᾶς
Serie La Venganza de la Tierra
1-Mare Nostrum
2-Abisal
3-Phantom
4-Un mundo nuevo
5-Ultra Neox
6-Éxodo.
Benet. Jamm Session. (La primera entrega del detective Toni Benet)
Glaciar. (Ecothriller)
La Chica de la Gran Dolina.
Serie El Diablo sobre la isla
1-El Diablo sobre la isla.
2-Venganza.
3- Perros de Guerra.
NO FICCIÓN
Serie "Sí quiero. Si puedo". (Traducida a múltiples idiomas)
1- Cómo escribir tu primer libro y publicarlo online.
2- Consejos imprescindibles para prosperar económicamente en la vida.
3- ¡Socorro, mi hij@ quiere ser youtuber!
4- Los 12 mandamientos de la autopublicación independiente.
5- En Busca del Equilibrio. Claves del pensamiento estoico.
Serie juvenil
Una mascota para Tom (traducido a múltiples idiomas)
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El Quinto Origen 7
J. P. Johnson
Para Cristian
El Quinto Origen 7. ἢ τὰν ἢ ἐπὶ τᾶς
© J. P. Johnson / Joan Pont Galmés [2022]
Todos los derechos reservados.
(Ḕ tā̀n ḕ epì tâs)
"O con él o sobre él"
Dicho con el significado de "O vuelves victorioso, o mueres y por tanto te traen sobre tu escudo".
Lo decían las madres espartanas a sus hijos cuando partían para la guerra, para recordarles que fueran valientes. Un hoplita no podía salir huyendo de la batalla a menos que arrojara su pesado escudo circular forrado en bronce, así que perder el escudo era sinónimo de deserción. (Plutarco, Moralia, 241)
Jesus, llamado ahora Hemiunu, miró hacia sus pies y vio la fulgurante superficie de la pirámide descendiendo hacia la planicie de Giza. Su cintura estaba rodeada por una cuerda de cáñamo por si se caía de la pequeña terraza que coronaba la parte superior de la construcción. Si se precipitaba por uno de los costados en el momento en que llegaran las Luces Brillantes sería catastrófico… Tres mil años esperando y todo se iría al traste en un segundo… aunque ya había perdido por completo la noción del tiempo y aquellos tres milenios parecían un suspiro.
-Vamos, Aah, llámales, por favor, haz que vengan esta noche. Te lo imploro.
Levantó una estatuilla de madera recubierta de una capa de lámina de oro hacia la super luna que abarcaba por completo el horizonte del desierto y empezó a recitar un conjuro utilizado a la hora de solicitar favores las figurillas mágicas:
-Oh, figurilla mágica, oyeme. Como sea convocado a realizar tareas de toda índole que no entren en mis planes, entonces, oh figurilla mágica, que posees instrumentos que yo no tengo…
De repente se sintió muy ridículo, ahí arriba, sobre la pirámide de Keops, a ciento cuarenta y seis metros de altura, recitando un sortilegio…
-Vamos, Jesús, eres una persona del siglo veintiuno, has usado ordenadores y teléfonos móviles y estás a punto de irte de aquí. No sigas con esta estupidez…
Sin embargo, a Jesús le encantaba el concepto de religión politeista con un amplio margen de veneración de divinidades locales que tan de moda estaba en aquellos tiempos. Era fascinante. Se adoraba cualquier cosa, de la naturaleza o de la vida cotidiana. Desde el nacimiento hasta la muerte, las mujeres y hombres de aquel país de las Tierras Negras bañado por el Nilo llamado Kemet, o k-mt, porque las vocales no se pronunciaban, y que más tarde sería denominado Egipto, llevaban siempre una ristra de amuletos, una o varias estatuillas, o las dos cosas, en una bolsa de cuero colgada de su cuello o atada a su cintura. Era la moda de los últimos doscientos años. Sí, todo el mundo las llevaba, incluso el faraón Dyedefra y su mujer y medio hermana Hetepheres.
Precisamente la estatuilla de la diosa lunar Aah había sido un regalo de Hetepheres, de la que Jesús había estado profundamente enamorado, a pesar de que jamás podría olvidar a Nefertiti.
-Nefertiti, mi amor, desapareciste para siempre con nuestro hijo y nunca fui capaz de encontrarte…
Las lágrimas empezaron a descender por sus mejillas. Era increíble que Jesús aún conservara la capacidad de llorar, pero así era. De pronto, las últimas palabras de Lucius sobre Nefertiti regresaron desde sus recuerdos: "Nefertiti es mucho más antigua que nosotros, amigo mío. Ella fue atrapada por el Eco que emiten esas malditas Criaturas en la Edad de Piedra…"
Jesús le había dado vueltas a esas palabras en su cabeza, durante todas las noches de los cincuenta renpet, años, desde que ella se había ido.
-¿Porqué la dejaste marchar, estúpido?
Pero no era tiempo de lamentaciones. Las escribas del templo de Sakkara, porque todas eran mujeres, dedicadas a la observación y registro de los movimientos de la Luna, la diosa Aah, por el firmamento, habían predicho que la Super Luna aparecería hoy, y que su máximo apogeo sería en el cuarto merkhet, aproximadamente a las dos de la madrugada.
Las horas durante la noche, cuando no funcionaban los relojes de sol, se calculaban mediante unas plomadas llamadas merkhets, siempre que las estrellas fueran visibles, algo que ocurría casi siempre en aquel desértico país caracterizado por la ausencia de nubes. Los instrumentos del templo de Sakkara estaban alineados con la Estrella Polar e indicaban un meridiano. Observando cómo unas determinadas estrellas cruzaban la línea creada con los merkhets, se podía calcular con precisión la hora.
Era la primera vez que Jesús intentaba aquello desde que había logrado encerrar a Lucius en las profundidades de la Gran Pirámide.
-Mejor dicho, Lucius se encerró a sí mismo, porque habría podido escapar cuando me leyó el pensamiento, pero no lo hizo… - divagó en voz alta, temblando de frío, mientras a lo lejos sonaban los rugidos de una manada de leones devorando un órix.
Era como si volviera a ver la escena ahora mismo: Lucius detenido justo al comienzo del pasadizo que descendía hacia la cámara del Caos, mirándole con los ojos achinados debido a la oscuridad, gritando “¿Cómo has llegado a esto, Jesús? ¿Por qué has construido mi tumba?” y, a continuación, diciéndole las palabras que más le dolían: “¡Yo no soy el Demonio porque lo haya elegido, igual que tú no eres Jesucristo por decisión propia!”
¡No, él no quería ser Jesucristo! ¡No podía serlo! ¿Porqué había tenido que tocarle aquel rol y no otro cualquiera? No quería ni pronunciar aquel nombre: JE-SU-CRIS-TO, la figura más importante de la Historia de la Humanidad… y resultaba que era él mismo, Jesús, nacido en un pueblo llamado Pollença, en la isla de Mallorca, archipiélago de las Baleares, España, en el año 1992 del siglo veinte…
¡Maldita sea, si ni siquiera había tenido creencias religiosas antes de la llegada de aquellas Luces Brillants que mataron a todo el mundo!
Nefertiti ya se lo había dicho. En una ocasión había dibujado una cruz en forma de equis sobre la arena del desierto, diciéndole que le había visto en sueños, atado a aquella cruz.
Todo coincidía. Su nombre, los presagios de los que le rodeaban y, sobre todo, su antagonismo con Lucius, y su poder, por supuesto.
¿De dónde venían esos poderes, la capacidad de Lucius de extraer los peores sentimientos de las personas y la suya propia, la de exacerbar las buenas acciones, la bondad y la alegría? Le había dado un montón de vueltas en su cabeza y estaba seguro que se trataba de un magnetismo creado por su don de la inmortalidad, otorgado por los tripulantes de aquellas naves, los Seres acuosos de color Negro en forma de letra T.
-Seguro que es un efecto colateral… - murmuró, escuchando ahora los rugidos de los gigantescos cocodrilos que se colaban en el canal creado ex profeso para transportar de forma más sencilla en barcazas los pesados materiales para levantar la pirámide. Casi cada noche los cocodrilos del Nilo atrapaban a alguien desprevenido, a pesar de que una guardia patrullaba los márgenes con largas pértigas para matarlos. -Nos concedieron aquel don mediante una mutación genética en nuestras células, y ese magnetismo provoca a su vez un efecto de simpatía en los seres humanos que nos rodean…
No existía una forma científica de explicar aquel proceso, aquella transferencia de energía magnética de un ser vivo a otro, o de un ser vivo a muchos otros, como les ocurría a él y a Lucius, con los conocimientos sobre atracción y repulsión magnética del siglo veintiuno.
-Pero tampoco hay una forma de explicar que las células de un ser humano se regeneren durante un tiempo ilimitado, como nos ocurre a nosotros - murmuró Jesús, observando con una ansiedad incontrolable el cielo nocturno plagado de estrellas. -Y los viajes en el tiempo a través del agujero de gusano… Eso sí que es pura ciencia ficción, algo impensable, inimaginable…
Recordaba algunas cosas que había leído antes de la Catástrofe, un asunto muy curioso, porque igual que le ocurría a una persona “normal” cuando llegaba a la vejez, la memoria a largo plazo de Jesús mejoraba con el paso de los siglos y, en cambio, olvidaba muchas de las cosas más recientes.
En su juventud en la casa familiar del Port de Pollença, en Mallorca, había sido muy aficionado a las revistas de carácter científico, como una llamada Muy Interesante. Precisamente en aquel instante recordó un artículo de aquella revista, incluso pudo visualizar las ilustraciones en su cabeza, algo increíble porque, si contaba el tiempo pasado en Stonehenge y el transcurrido en el Antiguo Egipto, sumaba casi mil años.
El artículo de la revista trataba sobre los agujeros de gusano o puentes de Einstein-Rosen, auténticos túneles de comunicación en el tejido del espacio-tiempo, una vía de escape a las enormes distancias que existen en el Universo. En el artículo, una astrofísica explicaba que las fantásticamente complejas ecuaciones de la relatividad general que predecían la existencia de los agujeros negros también descubrian un fenómeno conocido como agujero blanco.- Otra científica explicaba en el mismo artículo que un agujero blanco sería como un reflejo invertido de los negros. Mientras que el horizonte de sucesos de un agujero negro marcaba la región del espacio a la cual una vez que entras nunca puedes salir, era imposible entrar en el horizonte de sucesos de un agujero blanco, aunque casi todo podía escapar, y, lo que era más interesante para Jesús, todos los agujeros negros estarían "conectados" naturalmente con los agujeros blancos a través de sus singularidades, convirtiéndolos en auténticos túneles a través del espacio.
-Vale, genial, Jesús, has encontrado la solución teórica a tus viajes en el tiempo… - murmuró, acompañando a sus pensamientos. Últimamente hablaba mucho para sí mismo, cada vez más. -Solo hay un pequeño problema…
El inconveniente, según aquel artículo de la revista Muy Interesante, consistía en que la gigantesca atracción gravitatoria causada por las singularidades de los dos extremos del agujero de gusano rompería el túnel mucho antes de que nada pudiera usar el conducto y si, a pesar de todo, se ignoraba ese detalle, resultaba que una nave entrando en uno de estos agujeros sería irremediablemente triturada y convertida en un amasijo de energía por la aplastante gravedad de las singularidades.
De pronto se escucharon unos horribles gritos de mujer hacia el este, seguidos por una multitud de voces, y eso arrancó a Jesús de sus lejanos recuerdos. Había ocurrido lo de cada noche, por otro lado algo que todo el mundo consideraba normal, que los cocodrilos, que llegaban a alcanzar tamaños de hasta cinco metros, atraparan a alguien en las riberas, personas que se levantaban soñolientas a hacer sus necesidades fuera de sus casas de adobe, y la arrastraran, en medio de su desesperación, hacia el agua para ahogarla y devorarla al cabo de unos días, cuando su carne ya estuviera reblandecida.
La agitación terminó pronto. Cuando una de aquellas bestias gigantes atrapaba una pierna o un brazo a alguien no había forma de salvarse, a no ser que tiraras con tanta desesperación o te agarraras a alguna cosa muy sólida y el animal se marchara con tu extremidad amputada entre los dientes. En ese caso, los gritos cesaron enseguida, lo que significaba que la desdichada víctima había sido ahogada con rapidez.
El firmamento estaba tranquilo, nada por el momento, ni siquiera alguna estrella fugaz que llamara la atención de Jesús, aunque él sabía que las Luces Brillantes llegaban de improviso, sin ningún tipo de señal previa, tan rápido como se iban.
Se arrebujó en su manta de lino. La temperatura bajaba a solo cinco grados centígrados durante las noches en el desierto. A su derecha, la sucia y maloliente Ineb-hedy, cuyo nombre significaba Muro Blanco, dormía un sueño agitado, como siempre. Una ciudad que dentro de doscientos años cambiaría su nombre por Anj-tauy, Balanza de las Dos Tierras, porque el muro que la rodeaba originalmente había sido ya rebasado e integrado dentro de las casas y ya nadie la conocía por eso.
Observando desde la altura el reflejo de las miles de antorchas que iluminaban sus calles, Jesus pensó que, si aquella noche las Luces Brillantes aparecían y se lo llevaban a algún otro lugar del tiempo, echaría mucho de menos Ineb-hedy. ¿Cuánto llevaba allí? ¿Quinientos años? Amaba aquella ciudad, a pesar de todo lo que había sufrido dentro de sus murallas, pero el paso de los años provoca que el cerebro humano olvide lo malo y recuerde lo bueno, y la mente de Jesús no era ajena a aquel efecto.
-Desde el primer día que llegué, aterrorizado, después de caminar toda la noche por el desierto, y me encontré el bueno de Chiaru, y me llevó a su casa…
Por supuesto, todo el mundo que vivía cuando Jesús llegó a Ineb-hedy, antes de que se levantara ninguna pirámide, ya había muerto, y sus hijos también, y también sus nietos, pero aquella terrible constatación se había convertido en un hecho cotidiano para él. En algunos momentos llegaba a sentirse como un profesor, en una clase donde cada curso pasaban los alumnos que luego se iban a vivir sus vidas, desvaneciéndose en la vorágine del mundo.
De repente volvió a pensar en aquel artículo de la revista Muy Interesante que había leído a los veinte años. Decía que quizás en el futuro se podría evitar que un agujero blanco triturase a una nave que pretendiera utilizarlo para viajar en el tiempo. Por medio de un material hipotético, nunca hallado pero quizás posible, se podría estabilizar y agrandar el conducto. Se trataba de la Materia Exótica, una entidad caracterizada por tener masa negativa y una densidad energética también negativa, que no había que confundir con la energía o la materia oscura. Este tipo de materia nunca se había hallado en ningún rincón conocido del Universo, nadie sabía qué aspecto tenía ni dónde podría encontrarse. Aún así en el caso de que se pudiera usar la materia exótica para estabilizar un agujero de gusano, podría ser que al entrar dentro de él con materia convencional el conducto se colapsara y matase a todos los tripulantes de una nave.
-¿Habéis conseguido hallar algo parecido a la materia exótica, a qué sí? - les dijo, levantando la barbilla hacia arriba, a unos hipotéticos seres extraterrestres que vivieran en las estrellas. -Con eso viajáis vosotros, y nosotros también, por el espacio-tiempo, aunque creo que en nuestro caso existe algún tipo de avería en la máquina, por eso vamos dando tumbos de una época a otra…
Jesús había reflexionado mucho sobre el origen de aquellas Luces Brillantes que, un buen día y sin previo aviso, llegaron a la Tierra y mataron a todos sus habitantes excepto a algunos, a él mismo. Los porqués se multiplicaban en su cabeza al principio, en Stonehenge, sin encontrar jamás una explicación pero, poco a poco y con el paso forzoso de los siglos, había logrado pensar en las causas de todo aquello con mucha más calma.
-Número uno… - enumeró en aquellos instantes, levantando el dedo índice de la mano. -La Humanidad hizo algo que molestó a esos Seres y decidieron acabar con todo el mundo, aunque dejaron a algunos para no eliminar del todo a la especie… Número dos: No éramos una amenaza para ellos, porque su tecnología es infinitamente más avanzada, y tampoco lo hicieron para alimentarse de nosotros, como en La Guerra de los Mundos. La gente murió y ahí se quedaron siete mil millones de cuerpos, pudriéndose y sirviendo de comida a los gusanos. Número tres: solo mataron a los mamíferos, no a los insectos ni a los pájaros ni a los reptiles. ¿Por qué? He ahí el gran dilema. Número cuatro: su concepto de tiempo no es ni por asomo como el nuestro, porque aparecen cada seiscientos años, un plazo demasiado amplio desde el punto de vista humano…
Las mismas preguntas y las mismas respuestas o, mejor dicho, las mismas no-respuestas, porque era imposible hallar ninguna solución a aquellos dilemas. Lo único cierto y constatable era que, un día de Agosto del año 2020, la Humanidad sería extinguida… lo que llevaba a Jesús a otra hipótesis.
-Las grandes extinciones de la historia del planeta… ¿Fueron ellos? Hubo cinco grandes extinciones, si no recuerdo mal. La primera, hace cuatrocientos millones de años, extinguió al sesenta por ciento de la vida marina. La segunda, hace trescientos millones de años, volvió a afectar a las especies marinas, pero esta vez a las que vivían en aguas cálidas, se dice que los corales nunca volvieron a ser lo mismo. La tercera, hace doscientos millones de años, fue la que más ha impactado la vida en la Tierra en toda su existencia, desapareció un noventa por ciento de las especies y los científicos la llamaron La Gran Mortandad. La segunda, hace doscientos millones de años y la última, la más famosa, la que eliminó a los dinosaurios en el Cretácico y Terciario,hace sesenta y cinco millones de años… Y ahora ya hay una sexta extinción, la de los mamíferos, a la que por casualidad pertenece mi especie, en el siglo veintiuno después de Cristo, después de mí mismo…
En ese punto Jesús se echó a reír. Nunca podía evitar hacerlo después de decir esa frase tan manida de Antes de Cristo o Después de Cristo. Sí, según todos los indicios, Jesucristo era él, entonces tenía que decir Antes o Después de mí.
-Madre mía, qué disparate, Jesús. Tendrías que estar loco de remate, haber perdido la chaveta, en cambio, cada día parece que tienes la cabeza mejor amueblada, que te acuerdas de cosas más lejanas, no lo entiendo, la verdad…
Los últimos treinta años no habían estado mal, tenía que admitirlo. Tras el desdichado período en que Lucius se había autoproclamado faraón, y después de lograr encerrarlo en la Cámara del Caos, se había dedicado en cuerpo y alma a la tarea de coordinar los trabajos para terminar la gran pirámide mientras el hijo del fallecido Jufu, llamado Dyedefra, era entronizado como faraón. Dyedefra era un jóven muy tímido y con un grave problema en el habla, a pesar de que se le consideraba como un Dios. aunque su divinidad, más que empoderarle, le aterrorizaba. Jesús no tenía tiempo para la vida de la corte, pero la visión de aquel chico de catorce años, tartamudeando, con su nemes blanco de bandas lapislázuli y oro en la cabeza, en poder de los borrachos sacerdotes de Ptah le hizo hervir la sangre. Se acercó a Dyedefra con una gran benevolencia y humildad y se ofreció para ayudarle a superar su tartamudez, aunque él no tenía mucha idea de logopedia. Dyedefra le nombró enseguida su Chaty y también mDH.w-zXA.w-nswt, que significaba Maestro y Jefe de los Escribas del Rey. Para Jesús aquel fue el comienzo de un periodo de días interminables y de una actividad frenética. Dirigía las obras de la Gran Pirámide que, con la mitad de la altura prevista, ya era visitada por miles de habitantes del Alto y Bajo Imperio, aconsejaba a Dyedefra sobre los asuntos del país y supervisaba las observaciones que las escribas hacían por las noches en el templo astronómico de Sakkara dedicado a Aah, la diosa Luna.
-Gracias por todo, habitantes de esta tierra, he recibido mucho más de lo que os he dado - dijo, con los ojos empapados en lágrimas.
Sí, lo tenia todo preparado, incluso su propia tumba, algo sugerido por el propio faraón, que temía mucho a la muerte o, más bien, al pesaje de su corazón por parte de Anubis.
Dyedefra le había hecho construir una mastaba en secreto, a modo de sorpresa. El esbelto edificio estaba situado en la parte occidental de la meseta, en la necrópolis donde descansaban los restos de los sumos sacerdotes, los jefes de los escribas y la familia real de rango inferior. Allí también estaba la tumba de Chiaru y de su estirpe. Cuando Jesús fue llevado a ver el edificio en una procesión ceremonial, presidida por el faraón y armonizada por las canciones de Kahay, el famoso Músico Real que tanto gustaba a Dyedefra, a duras penas pudo reprimir sus carcajadas. ¡Una tumba para él, que no podía morir! Tuvo que hacer un gran esfuerzo para mostrarse sorprendido y halagado delante de todos.