Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
La amistad castigada es una comedia original de Juan Ruiz de Alarcón, publicada por primera vez en la Parte segvnda de las comedias del licenciado Iuan Rvyz de Alarcón y Mendoza, Relator del Consejo de Indias. En La amistad castigada Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza relata una historia ambientada en la Siracusa de Dión, monarca célebre por su amistad con el filósofo Platón. En este entorno Ricardo se casa, tras muchas adversidades, con la hija de Dión y es traicionado por Filipo, quien ambiciona poder y gloria. Sin embargo, cuando Filipo pierde la legitimidad para gobernar, le exigen que deje el poder bajo amenaza de muerte y lo deponen.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 78
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Juan Ruiz de Alarcón
La amistad castigada
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: La amistad castigada.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN rústica ilustrada: 978-84-9953-671-2.
ISBN ebook: 978-84-9897-924-4.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 43
Jornada tercera 79
Libros a la carta 125
Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (1581-1639). México.
Nació en México y vivió gran parte de su vida en España. Era hijo de Pedro Ruiz de Alarcón y Leonor de Mendoza, ambos con antepasados de la nobleza. Estudió abogacía en la Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de México y a comienzos del siglo XVII viajó a España donde obtuvo el título de bachiller de cánones en la Universidad de Salamanca. Ejerció como abogado en Sevilla (1606) y regresó a México a terminar sus estudios de leyes en 1608.
En 1614 volvió otra vez a España y trabajó como relator del Consejo de Indias. Era deforme (jorobado de pecho y espalda) por lo que fue objeto de numerosas burlas de escritores contemporáneos como Francisco de Quevedo, que lo llamaba «corcovilla», Félix Lope de Vega y Pedro Calderón de la Barca.
Aurora, dama, sobrina del rey e hija de Dión
Caballeros
Camila, criada de Aurora
Diana, hermana de Ricardo
Dión, viejo grave
El rey Dionisio, galán
Elisa, criada de Diana
Filipo, galán
Policiano, galán
Ricardo, galán
Turpín, criado de Dión
Un Criado
(Salen el Rey y Filipo.)
Rey Filipo, no hay mal que iguale
al que padeciendo estoy;
perdido, Filipo, soy,
si tu ingenio no me vale.
Filipo Gran Dionisio, rey segundo
de este nombre, que has podido
ser, por amado y temido,
arbitrio solo del mundo;
dime tu pena, señor,
y si con la industria mía
puede remediarse, fía
de mi lealtad y mi amor.
Rey ¿Ha dado luz a tus ojos
mi sobrina Aurora, hija
de Dión?
Filipo Fue tan prolija
la ausencia a que los enojos
me desterraron de Egisto,
que con tu padre privó,
que jamás lo permitió.
Rey Bien se ve que no la has visto,
pues ignoras la ocasión
de tormento tan esquivo.
Por ella y su padre vivo
en la mayor confusión
que contrarios pensamientos
dieron a un pecho jamás.
Filipo ¿Cómo?
Rey Oye atento y sabrás
mis dudas y mis tormentos.
Este reino de Sicilia
es, como sabes, sujeto
a injustas conspiraciones
y alevosos movimientos.
Bien lo muestran las historias,
pues en los pasados tiempos
y presentes violentaron
tantos tiranos el cetro;
fuera de que tengo indicios
de que ya traidores pechos
secretamente conspiran
a privarme del imperio.
Dión es, cuñado mío,
tan poderoso, que debo
a su valor y prudencia
la corona que poseo,
y me la puede quitar;
pues llegado a rompimiento,
a la parte a que él se incline
la vitoria le prometo.
Es leal, mas si intentando
gozar a Aurora, le ofendo,
de su enojo y su venganza
mi cierta ruina temo.
Pues dejarlo de intentar
no es posible cuando muero,
aunque por ella aventure
cuanto valgo y cuanto puedo.
Fuera Aurora esposa mía
si fuese posible hacerlo;
pero tengo ya en Cartago
tratado mi casamiento,
en conformidad, Filipo,
de aquel forzoso concierto
que dio principio y firmeza
a las paces de ambos reinos.
Éstas, caro amigo, son
las olas en que me anego;
las confusiones son éstas
en que dudoso padezco.
De tu ingenio y amor fío.
Solo tu amor y tu ingenio
de tan ciega tempestad
me pueden sacar al puerto.
Filipo Un engaño se me ofrece,
que es importante remedio
como a tu amor, al temor
que los traidores te han puesto;
y aunque no son los engaños
dignos de reales pechos,
en la guerra y el amor
es permitido usar de ellos.
Rey Di; que no importa romper
los más forzosos respetos;
que más importa mi vida.
Filipo Oye, pues, mi pensamiento.
(Hablan bajo. Salen Dión y Policiano, por otra parte.)
Dión Policiano, no podía,
según vuestras partes son,
la suerte en esta ocasión
colmar la ventura mía
mejor, que dando la mano vos
a mi Aurora, de quien
he estimado que también
reconozca lo que gano.
Solo falta que le pida
a su majestad licencia.
Policiano Quien goza por su prudencia
privanza tan merecida,
noble Dión, como vos,
claro está que alcanzará
cuanto pretenda.
Dión Aquí está
el Rey. Policiano, a Dios;
que a solas hablarle quiero.
Policiano Como aguarda la sentencia
el preso, yo la licencia
en que está mi vida, espero.
(Aparte.) (Perdona mi desvarío,
Diana; que el ofenderte
es violencia de la suerte,
no elección de mi albedrío.)
(Vase Policiano. El Rey y Filipo están hablando aparte sin reparar en Dión.)
Filipo Y cuando después Dión,
como puede suceder,
acaso venga a saber
que le tienes afición
a Aurora, dirás que ha sido
invención y fingimiento;
que pues importa al intento
que le juzguen ofendido
de ti, la traza mejor
que hallaste de acreditar
que le ofendes, fue mostrar
que con ilícito amor
solicitas la beldad
de tu sobrina, por ser
lo mas fácil de creer
de su hermosura y tu edad.
Rey De tu agudo entendimiento
es la traza.
Filipo Amor me guía.
Rey Él viene.
Filipo De mi confía
la ejecución de tu intento.
Rey Comienza, pues; que yo agora
principio al engaño doy
con Dión.
Filipo Al punto voy
a hablar de tu parte a Aurora.
Rey (Aparte.) (Perdona, Dión amigo,
a mi obligación mi error;
que estando loco de amor,
no hablan las leyes conmigo.)
(Vase Filipo.)
Dión Dame, gran señor, los pies.
Rey Los brazos os quiero dar.
Dión En ellos he de aguardar
que una licencia me des.
Rey El pedilla vos la abona,
Desde agora os la concedo;
que nada negalle puedo
a quien debo la corona.
Dión Pues bien puedo, en confianza
de tan crecido favor,
pedir albricias, señor,
de su cumplida esperanza
a Policiano, que a Aurora
por esposa me ha pedido.
Rey (Aparte.) (A buena ocasión ha sido.)
Pariente, no es tiempo agora
de casarla; que repuna
a un intento que os diré
con que asegurar podré
firmezas de mi fortuna.
Dión El serviros es, señor,
el primer intento mío.
Rey Escuchad, pues, lo que fío
de vuestra lealtad y amor.
Yo tengo, noble Dión,
indicios de que conspiran
contra mi corona algunos
poderosos de Sicilia.
Es quererlo averiguar
por términos de justicia
difícil y peligroso.
Difícil, porque no fían,
de quien no sepa guardarlo,
su secreto los que aspiran
a empresa de tanto peso;
demás que es cierto que estriban
en su poder los traidores;
y así es forzoso que oprima el
temor a los testigos
a que la verdad no digan.
El peligro es que, culpando
al inocente, podría
irritarse de la injuria
que en la sospecha reciba;
y así ha de ser la cautela
quien descubra su malicia,
y sola vuestra lealtad
el medio de conseguirla,
fingiendo que vos también
estáis a las cosas mías
mal afecto; porque así
los que mi fortuna envidian,
si la esperanza de hallar
aplauso en vos los anima,
no dudarán descubriros
la traición que solicitan.
Y porque vuestra privanza
y vuestra lealtad obliga
a recelar que el engaño
de nuestra intención colijan,
iréis con tal prevención,
que vuestra prudencia finja
la ocasión con cada cual,
según el tiempo lo pida,
de estar quejoso de mí,
dando colores tan vivas
de verdad al fingimiento,
que el intento se consiga
de acreditar vuestro agravio;
que yo iré de parte mía
disponiéndolo también,
según viere que me dictan
los sucesos la ocasión.
Mas esta advertencia misma
lo ha de ser para que siempre
que llegue de ofensas mías
la nueva a vuestros oídos
entendáis que son fingidas.
Claro estaba; pero al fin
esta prevención es hija
del cuidado con que vive
mi amistad agradecida.
Solo me resta advertiros,
Dión, que el fin a que mira
este engaño, es conocer
la traición, no persuadirla;
porque si es cautela justa
la que el delito averigua,
no es justa la que ocasiona
a emprenderlo a la malicia;
y así habéis de procurar
descubrir la alevosía
con medios tan atentados
y razones tan medidas,
que sin irritar sepáis
quien es el que ya conspira
mas no quién conspirará,
si vuestro favor le anima;
que supuesto que sabéis
que no son crueldades mías
las que el nombre de tirano
me han adquirido en Sicilia,
sino haber mi padre y yo
convertido en monarquía
su república, adornando
nuestras dos frentes altivas
de su laurel, reprimiendo
voluntades y osadías;
si cuando borrar pretendo
nombre que así me fastidia,
ocasionara delitos,
despertando alevosías,
la falsa interpretación
que al nombre tirano aplican
de cruel, justificara
en sus lenguas mi malicia.
Dión De ingenio son más que humano
prevenciones tan divinas.
Pero, ¿qué ocasión halláis
en este intento, que impida
el casamiento de Aurora?
Rey Olvidado se me había,
por no ser el principal
asunto de él mi sobrina.
Precisa ocasión, pariente,
a dilatarlo me obliga.
Y es que me importa que sea
la mano de vuestra hija
freno de las voluntades;
que como todos aspiran
a sus bodas, tengo a todos
con una esperanza misma
deseosos de obligarme;
que mientras no se averiguan