Obras de don José Zorrilla Tomo III - José Zorrilla - E-Book

Obras de don José Zorrilla Tomo III E-Book

José Zorrilla

0,0

Beschreibung

Tercer volumen de las obras teatrales completas del dramaturgo José Zorrilla. En este caso contiene las obras: El alcalde Ronquillo, El eco del torrente, El excomulgado, El molino de Guadalajara, El rey loco, El zapatero y el Rey y Ganar perdiendo.-

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 719

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



José Zorrilla

Obras de don José Zorrilla Tomo III

DRAMAS

PROPIEDAD DE ESTA CASA EDITORIAL

Saga

Obras de don José Zorrilla Tomo IIICover image: Shutterstock Copyright © 1905, 2020 José Zorrilla and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726561968

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

EL ALCALDE RONQUILLO Ó EL DIABLO EN VALLADOLID

DRAMA EN CINCO ACTOS

PERSONAJES

Don Rodrigo del Ronquillo, Alcalde de casa v corte.Van-Derken. Un espía de Felipe II. Roberto. El Doctor Robles. Don Luis de Valdés, Gil. El Hermano Juan. Embozado 1.° Embozado 2.° Embozado 3.° Cabo de las rondas del Alcalde.

Soldados, músicos, rondas, enmascarados y alguaciles

__________

La escena en Valladolid.— Septiembre de 1559.

EL ALCALDE RONQUILLO

ACTO PRIMERO

Plazuela en Valladolid, formada por los tres edificios siguientes: 1.o Á la derecha, una casa de buena apariencia con puerta y balcón practicables. 2.o Á la izquierda, una casa de mezquina apariencia, con puerta y ventana baja practicables; sobre la puerta un rótulo que dice: Taberna y Hostería. 3.o En el fondo, una casa en estado casi ruinoso, cuyas ventanas bajas están tapiadas, y las altas y puerta cerradas y clavadas con travesaños de madera, y selladas todas con la cruz de la Inquisición. Sobre la puerta, un rótulo que dice (en letras de no muy grandes dimensiones): Casa del Diablo.― Esta casa forma dos calles que se pierden por el fondo, con las paredes de otras dos casas inmediatas, en una de las cuales, en la de la derecha, hay una puertecilla, y las paredes que la forman con tapias de un jardín. ― Las casas de la derecha y de la izquierda forman también, con éstas últimamente citadas, otras dos calles laterales por donde se sirve la escena.—Al levantarse el telón en este primer acto, se ve salir al alcalde Ronquillo de su casa, que es la de la derecha, é ir á llamar á Roberto á la suya, que es la taberna.

ESCENA PRIMERA

ronquillo y roberto

 

ronquillo

Roberto…..

 

roberto

Señor…..

 

ronquillo

¿Tan presto

tienes cerrada tu tienda?

 

roberto

Y ¿qué queréis ya que venda,

si es un sitio tan funesto

en el que la tengo abierta,

que en diciendo que anochece,

alma humana no parece

por delante de mi puerta?

 

ronquillo

¿Conque tanta boga cobra

lo que se habla de esta casa?

 

roberto

Juzgadlo por lo que pasa.

 

ronquillo

Pero ¿es seguro?

 

roberto

De sobra,

señor: sin recelo alguno

podéis las puertas dejar

abiertas de par en par,

que no os robará ninguno.

Por no pasar por aquí

de noche, hay hombre que acaso

se queda á dormir al raso.

 

ronquillo

¿De veras?

 

roberto

A fe que sí.

Porque son tan espantosas

y de tal modo se aumentan

las historias que se cuentan

de esa casa…..

 

ronquillo

¿Conque cosas

pasan aquí tan terribles?

 

roberto

Tremendas.

 

ronquillo

¡Vaya por Dios!

 

roberto

Cada noche un hombre ó dos

muere á manos invisibles

en estos alrededores.

 

ronquillo

Mas ¿de tal manera expiran?

 

roberto

De tal, que por más que miran

no ven á sus matadores.

Nadie lo duda, señor:

en esa casa maldita,

por fuerza algún diablo habita,

del hombre exterminador.

 

ronquillo

Ya ves, cuando el Santo Oficio

condenarla me mandó

y sus entradas selló,

claro es que habrá maleficio.

 

roberto

Hombre que atento se pare

á contemplar esta casa,

si dos ó tres veces pasa

por la noche, Dios le ampare.

Y en fin, mejor lo sabéis

vos, que los más de los días,

causas de muertos tenéis

en aquestas cercanías.

 

ronquillo

Bien, bien. Mas oye: mi gente

reunida en el Juzgado

está: mientras que firmado

dejo un vale al Intendente,

aviso á mis rondas pasa

de que la hora difiero

de la ronda, y les espero

á las nueve, ahí, en mi casa.

 

roberto

Voy, señor.

 

ronquillo

Corre.

(Vanse: Roberto por el fondo izquierda, y Ronquillo por la izquierda.)

ESCENA II

van-derken , embozado. Luego d. luis , lo mismo.

 

derken

Los dos

salieron: bien calculé;

la hora que señalé

es ya; mas, gracias á Dios,

ya veo ahí detenido

un embozado.

 

don luis

¡Hola! Ya

me espera. ¡Hidalgo!

 

derken

¿Quién va?

 

don luis

El diablo.

 

derken

Muy bien venido.

 

don luis

¿Vos…..

 

derken

Diablo también.

 

don luis

Dios guarde

á Satanás; y perdone

si esperó.

 

derken

No os ocasione

pesar eso, que no es tarde.

Conque ¿qué hay?

 

don luis

Grandes noticias.

 

derken

¿Y nuevas?

 

don luis

De ellas infiero

que anda todo el pueblo entero

festejando las albricias.

 

derken

Sepámoslas, pues.

 

don luis

Oid:

pasado mañana está

el Rey aquí, y á ser va

la corte Valladolid.

 

derken

¡La corte aquí! Es ya proyecto

concebido muy de atrás

por el Rey.

 

don luis

Y ahora á efecto

lo lleva.

 

derken

Bueno. Y ¿qué más?

 

don luis

La paz está ya firmada

con Francia, y con tanta priesa,

que nos manda una princesa

por poderes desposada

con nuestro rey don Felipe;

y éste, como el tiempo apura,

la vuelta hacia aquí apresura

porque no se le anticipe.

Conque la guerra acabó.

 

derken

Todo eso muy cierto es.

 

don luis

¿Sabíais…..

 

derken

Que el veintitrés

de Julio se efectuó

la ceremonia en París,

firmó el de Alba por el Rey,

y quedó conforme á ley

la boda.

 

don luis

Hizo con San Luis

la paz Santiago.

 

derken

Y sin miedo

de que otra traición la estringa,

el Rey se embarcó en Flesinga

y el siete arribó á Laredo.

Pero el tiempo no perdamos

en relatos de política,

que en situación harto crítica

en este lugar estamos.

 

don luis

Cuando os le vi señalar

para nuestra cita, á fe

que un tanto extraña me fué

la elección de tal lugar.

 

derken

Pues es natural que así

sea: el demonio habita

esa casa, y pues os cita

el diablo, ser debe aquí.

 

don luis

Tenéis razón.

 

derken

¿Conque vos

estáis de veras resuelto?

 

don luis

Yo nunca la cara he vuelto,

dada una vez, ¡vive Dios!

Os dije que mi razón

me impelía á no aprobar

ciertos fueros que arrogar

se quiere la Inquisición.

De mí sospecha por ello.

y en mi empleo y en quien soy,

sé que si un paso atrás doy,

arriesgo, tal vez, el cuello;

sólo á raya les mantiene

contra mí, el darme favor

mi tío el inquisidor.

 

derken

Que de secretario os tiene.

 

don luis

Eso me vale; mas pronto

saltar contra mí le harán,

y no quiero ¡por San Juan!

resignarme como un tonto.

Consérvome todavía

con la inmensa facultad

de mi empleo y dignidad;

mas tal vez me dure un día,

y estoy de una vez dispuesto

á echar mano á mi poder

contra ellos, y a poner

mi cabeza en mejor puesto.

Si así mi oferta admitís,

hecha limpia y francamente,

valgámonos mutuamente,

que valdrá mucho.

 

derken

Don Luis,

jamás dudé en vuestro honor,

mas no debí en compromiso

tal poneros, sin aviso

del riesgo que hay.

 

don luis

Con valor

entro en la empresa; con él

sus consecuencias admito,

y os juro ¡al cielo bendito!

que seré muerto, mas fiel.

 

derken

No hablemos más del asunto.

 

don luis

¿Queda hecho, pues, nuestro pacto?

 

derken

Satanás es siempre exacto.

 

don luis

Pues pasemos á otro punto.

¿Una carta…..

 

derken

La leí.

 

don luis

¿Supongo que.....

 

derken

Se quemó.

 

don luis

¿Disteis con la dama?

 

derken

Aun no.

 

don luis

Pero ¿estáis en rastro?

 

derken

Sí.

¿Y los papeles?

 

don luis

Aquí.

 

derken

¿La Inquisición, pues…..

 

don luis

La erró.

 

derken

¿Podrá sorprenderos?

 

don luis

No.

 

derken

¿Cuestión concluída?

 

don luis

Sí.

 

derken

Esta noche ha de tener

fin todo. ¡Alerta, por Dios!

 

don luis

Ya sabéis que os toca á vos

mandar, y á mí obedecer.

 

derken

Es decir, ¿que os hallaré

allí siempre?

 

don luis

Siempre allí.

 

derken

¿Con cuanto haga al caso?

 

don luis

Sí.

 

derken

Paes allí os avisaré.

 

don luis

Con que me deis media hora,

nada hará falta.

 

derken

Me avengo.

 

don luis

Á todo el mundo hecho tengo

juguete mío hasta ahora.

 

derken

¿Tan decidido, eh?

 

don luis

Os doy

con pleno conocimiento,

y con fe y convencimiento,

alma y vida y cuanto soy.

 

derken

Cuanto se añada, es de más.

 

don luis

Con el corazón os hablo:

entero me doy al diablo.

 

derken

Contad, pues, con Satanás.

Y en todo caso, don Luis,

acogeos sin dilación

al austriaco pabellón.

 

don luis

Lo haré como lo decís.

 

derken

Y no os pesará jamás.

 

don luis

Conque hasta luego.

 

derken

Idos, pues.

 

don luis

Adiós, señor Satanás.

 

derken

Adiós, don Luis de Valdés.

(Vase don Luis.)

ESCENA III

van-derken . Luego el doctor robles

 

derken

¿Quién podrá, en esta ocasión,

competir con Lucifer,

teniendo á par el poder

del diablo y la Inquisición?

Mas el otro está ya aquí.

(Asoma el Doctor.)

 

doctor

¿El diablo?

 

derken

Y Austria.

 

doctor

Señor…..

 

derken

Muy buenas noches, Doctor;

mas cumplidos remitid,

que es tarde. ¿Qué hay?

 

doctor

Todo está.

 

derken

¿El lego?

 

doctor

Corre por mí.

 

derken

¿El escultor habló?

 

doctor

Sí.

 

derken

¿Y lo otro?

 

doctor

Os lo traigo ya.

 

derken

¿Á ver?

 

doctor

En esta cajita

va, metido en un frasquillo.

 

derken

Pero ¿es remedio…..

 

doctor

Sencillo

por demás.

 

derken

Y ¿necesita

precauciones?

 

doctor

Simplemente

en un líquido cualquiera

beberlo.

 

derken

¿Si en vino fuera…..

 

doctor

No hay ningún inconveniente.

 

derken

¿Respondéis de su virtud?

 

doctor

Sobre mi honor. El doliente

que use de él, del accidente

queda en completa salud.

 

derken

Si no se pone mejor,

yo se le haré administrar.

 

doctor

¿Tenéisme más que mandar?

 

derken

¿Dónde os hallaré, Doctor,

si os necesito?

 

doctor

En mi casa,

como siempre; ni un momento

saldré de ella, sólo atento

á vos.

 

derken

Recompensa escasa

no tendrá tal adhesión.

 

doctor

Ya conocéis por demás,

que me entrego á Satanás

con todo mi corazón.

 

derken

Contad, pues, con su poder.

 

doctor

Cuento ya con su favor.

 

derken

Pues buenas noches, Doctor.

 

doctor

Buenas, señor Lucifer.

ESCENA IV

van-derken . Luego roberto

 

derken

Adelante: en tal empresa,

cooperación bien extraña

es la que el diablo interesa;

mas ya está el diablo en campaña,

y no es el diablo un aliado

digno, en verdad, de desprecio,

que tiene el brazo muy recio

y el juicio muy despejado.

Mas por allí venir veo

á alguno ya.

 

roberto

(Ó veo mal,

ó de mi puerta al umbral

que hay un embozado creo.)

(Tocan á las ánimas.)

¡Eh, buen hombre, ¿qué hace ahí?

 

derken

Por el tono en que está hecha

la pregunta, entro en sospecha

de que os busco á vos.

 

roberto

¡Á mí!

 

derken

Sí, por cierto: ¿no sois vos

el bribón del hostelero

de esta tienda?

 

roberto

Caballero…..

 

derken

Vaya, abre, y entre los dos

vaciando un par de botellas

en buena paz, te perdono

la incivilidad del tono

y el tiempo que á las estrellas

me has hecho que aquí te espere.

 

roberto

Es mala ocasión, hidalgo,

y si el alma tiene en algo,

despeje.

 

derken

Según se infiere

de tus corteses modales,

no te trae con gran cuidado

hacer bueno ó mal mercado.

 

roberto

No, á fe.

 

derken

¿Así de tus umbrales

despachas á un forastero

que fatigado se llega

hasta tu mala bodega

á dejar su buen dinero?

 

roberto

En tal caso, no os asombre,

buen hidalgo, y perdonad

que os advierta que dejéis

el lugar, porque ya veis…..,

las leyes de la ciudad

no permiten que mi tienda

á esta hora…..

 

derken

Ya.

 

roberto

Además,

vos ignoraréis quizás

que la noche aquí….. es tremenda.

 

derken

¿Por qué?

 

roberto

Porque es esa casa,

según se dice, guarida

de algún ser de la otra vida....,

y en fin….., porque….., pues….., si pasa

la ronda….. y nos ve…..

 

derken

¡Pardiez!

Cada vez te va turbando

más tu cuento, y me va dando

más sospechas cada vez

de que eres un embustero.

 

roberto

De cualquier modo que fuere,

pues la justicia no quiere

que venda más, caballero,

idos, ¡ó por Barrabás,

que invocaré contra vos

la ley!

 

derken

Vaya entre los dos

tres palabritas no más.

 

roberto

Ni media; á la queda tocan;

y en fin, claro, no me quedo

con vos, porque tengo miedo,

que esas campanas evocan

los diablos que en esa obscura

casa habitan.

 

derken

Poco afán

te den: traigo un talismán

que de sombras me asegura.

 

roberto

Vaya, camorra no quiera,

lárguese y téngalo á suerte.

 

derken

Bien; mas antes voy á hacerte

una pregunta ligera.

 

roberto

Diga.

 

derken

¿Has estado en Amberes?

 

roberto

¿Qué os importa á vos?

 

derken

¿Conoces

la calle de las Tres Voces?

 

roberto

No.

 

derken

Pues haz lo que pudieres

por traer á tu memoria

esta calle, y vente en pos

de mí á su número dos.

 

roberto

¡Cielo!

 

derken

Y sabrás una historia

que allí pasó, y que te debe

gustar….. ¡Oh! Es cosa gentil.

Pues señor, era esto en mil

quinientos cuarenta y nueve.

Era una hora avanzada

de una noche obscura y fría,

cuando la puerta se abría

de la casa precitada.

Salió de ella un embozado;

hizo una seña; acudieron

otros tres: cuando se hubieron

los cuatro identificado,

se colocaron por fuera

de la puerta, por la cual

salió á poco, ó vió muy mal

el que lo vió, una litera.

 

roberto

¡Dios!

 

derken

Creo que ya he logrado

tu atención. ¡Oh! Ya verás.

Pues señor, salió detrás

de esta litera (embozado

también) otro personaje,

que apartando un poco al guía,

le dió….., pues, lo que debía,

instrucciones para el viaje.

 

roberto

Pero…..

 

derken

Un momento, y se acaba.

Salieron con gran sigilo

de la ciudad, y tranquilo

el que á viaje los enviaba,

volvió á su casa juzgando

seguro su porvenir.

Y aquí conviene seguir

á los que van caminando.

Atiende bien: pues señor,

yendo camino adelante,

dejaron atrás á Gante,

y á Brujas, y hasta Nieuport

no pararon; desde allí,

siempre con mucha cautela,

para España dieron vela,

y cátatelos aquí.

Bajo el cabo de Tordera

fueron de noche á fondear,

y vuelta á desembarcar

los cuatro con su litera.

De Castilla así la vía

tomaron: cuatro, ten cuenta,

porque de Hoyos en la venta

se menguó la compañía.

Tomó unos hongos por setas

uno, y dos que los comieron,

á las seis horas murieron,

cargaron con sus maletas

los otros dos, y metiendo

la litera en los pinares,

llegaron sin mas azares

á Simancas; mas queriendo

en Valladolid entrar

sin ser vistos, por las breñas

del Pisuerga, á las aceñas

llegaron de noche á dar.

De unas barcas molineras

asiendo una, río arriba

llegaron á fuerza viva

á tocar en las moreras.

Entonces, dando uno de ellos

sobre el otro de repente,

le mató, y á la corriente

le arrojó por los cabellos.

Saltó, ató la barca, abrió

la litera, y una dama

sacando en brazos….., es fama

que en la sombra se perdió

¡Qué tal? ¿Es bueno el relato?

Roberto, ¿qué te parece?

 

roberto

Que pagársete merece.

(Le tira una puñalada.)

 

derken

¡Te vendiste, mentecato!

 

roberto

(¡Se ha despuntado sobre él

el puñal!)

 

derken

Gracias al cielo,

me has rasgado el terciopelo;

mas es de acero mi piel.

Bien sabía de qué modo

concluirías de oirme;

mas no has de poder huirme

sin que te lo diga todo.

¿Sabes el hombre quién era?

Tú.

 

roberto

¡Yo!

 

derken

Tú: ¡oh! lo sé de cierto.

Pero ¿dónde está, Roberto,

la dama de la litera?

 

roberto

No lo sé.

 

derken

Luchas en vano

conmigo, estás bien sujeto.

 

roberto

¡Oh! Soltad.

 

derken

Estáte quieto,

ó te hago polvo la mano.

¿Dónde está? Lo sabes.

 

roberto

Sí;

pero nunca os lo diré.

 

derken

Pues yo te lo arrancaré.

(Ábrese la puerta de la derecha.)

 

roberto

¡Á mí, don Rodrigo, á mí!

ESCENA V

roberto, van-derken, ronquillo y ronda

 

ronquillo

¡Hola! ¿Qué es eso? ¿Pendencia?

 

roberto

Quitadme este hombre, señor.

 

ronquillo

Sujetadle

 

roberto

Es un traidor

 

derken

No, que soy vuestra conciencia.

 

ronquillo

Maniatadle.

 

derken

¡Atrás, canalla!

 

ronquillo

¿Resiste?

 

derken

¿Para qué? No.

Entre vosotros y yo

hay una invisible valla

que nunca podréis romper.

 

ronquillo

¿Cómo que no? A verlo vas.

¡Ea, á él!….. ¡Oh! Preso estás.

 

derken

Ronquillo, no puede ser;

tú me puedes sepultar

en la cárcel más sombría,

pero una palabra mía

á mis pies te ha de postrar.

 

ronquillo

Imbécil, me haces reir.

No doblará mi justicia

la fuerza ni la malicia.

¡Necio! ¿Qué me has de decir

que el pavor en mi alma siembre?

Veremos á quién apelas

en mi prisión.

 

derken

A Bruselas,

y al veintidós de Noviembre.

 

ronquillo

¡Santos cielos!

 

derken

Don Rodrigo,

que os guarde Dios. Vamos.

 

ronquillo

No.

Tened.

 

derken

Bien sabía yo

que no podíais conmigo.

 

ronquillo

Apartad.

 

roberto

Ved lo que hacéis,

señor; ese hombre maldito

tiene un poder infinito.

 

ronquillo

Déjanos. Ya me tenéis

solo con vos: caballero,

ese recuerdo invocado

tan á tiempo, ha coartado

mi justicia. ¿Qué queréis?

¿Qué hacéis aquí? ¿Con quién hablo?

¿Quién os puso de ese abismo

sobre la boca?....

 

derken

Yo mismo.

 

ronquillo

¡Vos! Pues ¿quién sois vos?

 

derken

El diablo.

 

ronquillo

¿Os burláis?

 

derken

Vais á juzgar

por lo que os voy á decir.

Tened, pues, á bien de oir

lo que os tengo que contar.

Bruselas y veintidós

de Noviembre…..; estoy fijando

la escena: años van pasando

del nacimiento de Dios,

mil y quinientos cuarenta

y ocho; mas tal vez el caso

sepáis, estabais de paso

en Bruselas, según cuenta:

pues señor, allí vivía

un noble de aquel país,

varón recto, don Dionís

Van-Derken; el cual tenía

una hija hermosa y doncella,

á quien un juez que llegó

del extranjero, pidió

para casarse con ella.

Era hombre de gran favor

este juez; depositario

del afecto y secretario

del difunto Emperador;

mas fugado de su tierra

porque su conducta cruel

había puesto con él

á todo su pueblo en guerra.

Don Dionís, que protestante

era, y que además sabía

que su hija le aborrecía,

se la negó. En este instante

allí el Príncipe llegó

recorriendo sus Estados;

y á poco, á los obstinados

galanteos se rindió

la doncella de un galán

castellano, seductor,

que la embriagó con su amor

y se decía un don Juan.

Mas una noche, al dejar

la casa por un postigo

oculto, aquel enemigo

de juez sobre él vino á dar.

Tiré de la manta yo,

desembozóse el amante,

y el juez, al ver su semblante

de hinojos ante él cayó.

Debió de ver doña Inés

desde el balcón tal escena,

porque, de lágrimas llena

y de su padre á los pies,

nombró al infiel seductor,

y el padre brotando fuego,

juró ir á quejarse luego

ante el mismo Emperador.

Emprendió, pues, la jornada

en su busca hacia Breda,

llevando con él allá

su doña Inés infamada.

Para probar del galán

la traición, ya veis, tenía

las cartas que la escribía

bajo el nombre de don Juan.

Y como el mozo imprudente,

creyendo que su poder

á hija y padre enmudecer

lograría de repente,

la escribió por despedida

una carta que firmaba

con su nombre, y que probaba

qué padres le dieron vida.

 

ronquillo

Pero…..

 

derken

Escuchad, que concluyo:

aquel maldito billete,

de letra igual á otros siete

de don Juan, daba por suyo

claramente lance tal,

cuyo final divulgado,

le iba á atraer de contado

el desprecio universal.

Llamó entonces á aquel juez,

conociendo bien quién era,

y le dijo que pusiera

fin á aquello de una vez.

A los tres días, volviendo

don Dionís á su hospedaje,

en Amberes dió á su viaje

temprano fin, concluyendo

á puñaladas la vida.

Y unas tres horas después

salió de allí doña Inés

para España, conducida

cerrada en una litera.

Y ahora os falta solamente

saber quién era la gente

de esta historia verdadera.

 

ronquillo

¡Callad, callad!

 

derken

No, ¡por Dios!

fuerza es que os lo participe

del todo: el rey don Felipe

era el galán; el juez vos;

el que á puñaladas muerto

dejó á don Dionís, y á Inés

trajo á Castilla después

por orden vuestra, es Roberto.

 

ronquillo

¡Todo lo sabe!

 

derken

Sí, todo.

Las ocho cartas cogidas

á doña Inés, reunidas

conserváis, y de este modo,

si el Rey os quiere perder,

con remitirlas al Papa

tendrá el Rey que haceros capa,

su honor para mantener.

El juego es como perverso

seguro, pues de los dos,

solo él juega contra vos,

y en su contra el universo.

Pero no se os advirtió

que, tras vuestro juego á vueltas,

tomando las cartas sueltas,

os conozco el juego yo.

 

ronquillo

(¡Ira de Dios! ¿Qué hombre es éste

ante mis pasos opuesto?

Mas es fuerza salir de esto

pronto….., y cueste lo que cueste)

La historia sabéis de coro,

y aunque acaso mía no es,

cual decís, veamos, pues,

qué queréis con ella. ¿Es oro?

 

derken

Tengo más del que deseo.

 

ronquillo

¿Es nobleza?

 

derken

Soy tan noble

como un rey.

 

ronquillo

¿Es poder?

 

derken

Doble

que vos, como veis, poseo.

 

ronquillo

Con poder, oro y nobleza,

no sé qué queréis de mí,

cuando me venís así

á entregar vuestra cabeza.

 

derken

Ya os dije que entre nosotros

hay una valla imposible

de saltar.

 

ronquillo

Todo es posible

tal vez…..

 

derken

Será para otros.

¿Conque no os inspira Dios,

noble, rico y con poder,

qué es lo que puedo querer,

señor Ronquillo, de vos?

Y en lo que puedo querer,

¿tenéis aún algún reparo?

Lo que quiero está bien claro:

las cartas y la mujer.

 

ronquillo

¡Voto á…..

 

derken

Nada; es muy sencillo;

vos de pillo nos la dais,

y como juego jugáis:

va, á lo más, de pillo á pillo.

 

ronquillo

Mil veces no: antes al Rey

me entregaré.

 

derken

Mas sin fruto.

Yo sé que os pondréis astuto

á cubierto de su ley,

si le decís con tesón:

«Ó por las cartas que os doy

libre á otros reinos me voy,

ó entrego á la Inquisición

la mitad de ellas, y envío

á Roma la otra mitad.»

Y pensáis bien, en verdad,

si al Rey veis…..; mas no lo fío.

 

ronquillo

¿Qué es lo que queréis decir?

 

derken

Que el Rey vendrá.

 

ronquillo

Y pronto, á fe.

 

derken

Para vos, tarde.

 

ronquillo

¿Por qué?

 

derken

Acabaréis de morir.

 

ronquillo

¡Oh! Ya apuráis mi paciencia.

 

derken

Mirad que va en la partida

la vida contra la vida.

 

ronquillo

Fuerza es ganar la existencia

á cualquier coste; y pues ya

el juego está conocido,

dad el vuestro por perdido.

¡Hola!

(Llama á su gente.)

 

derken

Un momento: otro está

en el secreto, en unión

conmigo, y si un día falto,

se planta al punto de un salto

en la santa Inquisición;

de todo ello la previene,

y el Rey….., es Rey…..; conque vos

iréis á dar cuenta á Dios

por ambos…..: ved si os conviene.

 

ronquillo

¡Nudo infernal!

 

derken

Y apretado:

un nudo gordiano, Alcalde;

querer romperle es en balde,

y aflojarle es arriesgado.

Conque os tengo que perder,

ó la tengo que salvar:

ved, pues, si me queréis dar

las cartas y la mujer.

 

ronquillo

¡Nunca!

 

derken

Ved que osaré á todo;

que os espío sin cesar,

y que tengo de lograr

mi intención de cualquier modo.

 

ronquillo

¡Nunca!

 

derken

En tres días con hoy

llega aquí el Rey; sed prudente;

pensadlo maduramente:

veinticuatro horas os doy.

(Vase.)

ESCENA VI

ronquillo y el cabo de la ronda

 

cabo

Señor, ¿le hemos de prender?

 

ronquillo

No, no. Id sin mí á rondar.

 

cabo

¿Os volvemos á buscar?

 

ronquillo

Tarde; ahora tengo que hacer.

(Vanse todos. Roberto queda tras la puerta de su taberna, que estará entornada.)

ESCENA VII

ronquillo y roberto

 

ronquillo

Se ha desatado el infierno

esta noche contra mí.

¡Oh! ¿Quién trajo ese hombre aquí?

¿Quién es? ….. ¿ Quién es? ….. ¡Dioseterno!

Todos, todos en un día

mis planes desbarató:

todo me lo sorprendió.

¿Sueño? No….. ¡Horrible agonía!

Es, por desdicha, muy cierto

todo….. y ¿un medio no habrá

que de él me libre? Quizá…..;

mas pronto ha de ser. Roberto…..

 

roberto

Señor…..

 

ronquillo

¿A ese hombre conoces?

 

roberto

No, señor.

 

ronquillo

¡Qué imbécil eres!

 

roberto

Señor, conoce en Amberes

la calle de las Tres Voces.

 

ronquillo

Y algo más.

 

roberto

¿Más?

 

ronquillo

¡Todo, todo!

 

roberto

Lo temí.

 

ronquillo

¡Y aquí, Roberto,

le has tenido, y no le has muerto!

 

roberto

¡Guardóle Dios!

 

ronquillo

¿De qué modo?

 

roberto

Cuando esa historia fatal

vi que sabía, derecho

mi golpe le asesté al pecho.

 

ronquillo

¿Le erraste?

 

roberto

Saltó el puñal.

 

ronquillo

¡Oh! A todo está prevenido.

 

roberto

Mas de él es fuerza salir.

 

ronquillo

Si de esta casa ha podido

el misterio descubrir…..

 

roberto

¿Habló de ello?

 

ronquillo

No.

 

roberto

En tal caso

no sabe nada, y claro es,

preguntó por doña Inés;

y ahorrar semejante paso

debió, porque es evidente

que por ella preguntar

era venir á mostrar

que ignora completamente

dónde está.

 

ronquillo

Cierto.

 

roberto

¡Oh, muy cierto!

Dió un paso en falso.

 

ronquillo

Es verdad.

Sacarla de la ciudad

es necesario, Roberto.

La misma superstición

con que habemos esta casa

cercado, será ya escasa

valla á nuestra salvación.

 

roberto

El vulgo está persuadido.

 

ronquillo

Y era ya fe universal;

hasta el santo Tribunal

está de ello convencido.

¡Oh! Mientras en ese asilo

se la pudo hacer vivir,

bien podíamos dormir.

con el corazón tranquilo.

Nadie á sospechar llegó

jamás que yo le guardaba.

 

roberto

Ni que al infierno mandaba

á los imprudentes yo.

 

ronquillo

Sí, pero desde este instante

todo esto pende de un pelo:

no sé qué hacer, ¡vive el cielo!

 

roberto

Señor, lo más importante

es alejarla de aquí

si os habéis de asegurar

y si queréis conservar

pruebas que os salven.

 

ronquillo

¡Oh, sí!

Mas alguien llega.

 

roberto

Embozado

se acerca un hombre.

ESCENA VIII

roberto, ronquillo y espía

 

ronquillo

¿Quién va?

 

espía

¿Alguno razón me da

de la casa ó del Juzgado

de don Rodrigo Ronquillo?

 

ronquillo

Yo mismo soy.

 

espía

Pues tomad.

(Le da un pliego.)

 

ronquillo

¿De quién?

 

espía

De Su Majestad.

 

ronquillo

¡Del Rey!

 

espía

Y debéis abrillo

al instante.

 

ronquillo

¿Es tan urgente?

 

espía

Abridlo y ved.

 

ronquillo

Ya está abierto:

acerca esa luz, Roberto.

(Roberto, acercando la luz, se dispone á ver el pliego: el espía se la quita de la mano y alumbra.)

 

espía

Trae.

 

ronquillo

¿Qué hacéis?

 

espía

No es conveniente

que los ojos de un villano

se posen en los renglones

donde regias instrucciones

os envía el Soberano.

 

ronquillo

Largo escribe.

«Don Rodrigo: Dentro de dos días llegaré á Valladolid, mi nueva corte, y vos sois el primero á quien quiero ver en mi palacio. El portador de este pliego debe ser recibido á vuestro servicio desde el punto en que os lo entregue. Jefe de vuestras rondas, secretario de vuestro Juzgado y mayordomo de vuestra casa, no se separará de vos hasta que nos veamos. He oído decir que hay una casa contigua á la vuestra, conocida por la Casa del Diablo, y esto me ha hecho pensar en que para alejar de él importunas curiosidades, conviene á mis intenciones que conserve cierto prestigio sobrenatural, á lo que ayudará, como veréis, su traje y fisonomía. Por lo demás, mi confianza tiene, y en él ha de ser la vuestra depositada. Mas no por eso os coartará en nada la voluntad. Cuando le habléis escuchará; cuando le mandéis obedecerá. Su señor sois, y vuestro esclavo es; ni debe vivir sino al lado vuestro, ni os debe ocurrir un daño de que él no participe. Y si (de lo que os guarde el Señor) en el ejercicio de vuestras funciones os ocurriera sucumbir en defensa nuestra, caer deberá él delante de vos. Tal es la voluntad de vuestro Rey,—Felipe segundo.

 

ronquillo

Mucho en vos

se fía el Rey.

 

espía

Ya lo veis.

 

ronquillo

Yo espero que cumplireis

bien.

 

espía

Y yo, mediante Dios.

 

ronquillo

En casa os daré aposento

y cuanto hayáis menester,

y empezaréis á ejercer

vuestro cargo en el momento.

 

espía

Tal es la Real voluntad.

 

ronquillo

Que entera se ha de cumplir.

 

espía

Mandad, ya empiezo á servir.

 

ronquillo

No, esta noche descansad.

 

espía

Mandó el Rey que ni un instante…..

nos apartemos.

 

ronquillo

Yo os mando

que descanséis.

 

espía

¿Hasta cuándo?

 

ronquillo

Hasta la cena. 1d delante.

Gil…..

 

gil

Señor…..

 

ronquillo

Alumbra y guía

á mi aposento á este hidalgo,

y de cuanto tengo y valgo

es dueño en ausencia mía.

(Saludando.)

 

espía

Señor…..

 

ronquillo

Remitid cumplidos,

y subid.

ESCENA IX

ronquillo y roberto

 

ronquillo

¡Viven los cielos,

que el Rey viene con recelos

de que he de dejar fallidos

sus afanes! ¡Sí por Dios!

es un testigo, un espía

eterno lo que me envía;

mas nos veremos los dos.

 

roberto

¿Qué hay, señor?

 

ronquillo

Llueven azares

en esta noche maldita:

otro diablo.

 

roberto

¡Cruz bendita!

 

ronquillo

Los echa el infierno á pares.

 

roberto

Pero ¿quién es?

 

ronquillo

Un espía

que, del diablo bajo el nombre,

me envía el Rey en ese hombre;

(El balcón se entreabre)

mas tenemos todavía

algunas horas delante,

y no me harán desmayar

mientras pueda aprovechar

la ventaja de un instante.

Roberto, vas á partir

con la mujer que se encierra

en esa casa: pon tierra

por medio.

 

roberto

¿Dónde he de ir?

 

ronquillo

No lejos: á mi castillo

de Fuensaldaña, que importa

que estén á distancia corta

las venganzas de Ronquillo.

Guárdala en una mazmorra,

y vuélvete en la noche alta,

que un siervo fiel me hará falta

que á par mis peligros corra.

Desde tu vuelta, jamás

te me apartes, y si muero

á traición, como lo espero,

sobre mi pecho hallarás

un relicario de plata

que llevo al cuello colgado:

rómpele, pues, sin cuidado,

verás unas cartas que ata

un delicado cordón:

hay ocho; cuenta las siete,

y al punto á entregarlas vete.

 

roberto

¿A quién?

 

ronquillo

A la Inquisición.

 

roberto

a que queda?

 

ronquillo

Al Vicario

apostólico; y al punto

huye, ó cuéntate difunto.

A más, un breve sumario

de mi mismo puño escrito

te haré, que te ilustrará:

voy á escribirle; mas, ¡ah!

con ese espía maldito,

en mi cuarto no podré.

 

roberto

En el mío.

 

ronquillo

Vamos, sí:

lo dispondré todo allí

y por la cava entraré

que á mis aposentos pasa,

sin ser visto. Vamos presto.

(Entran.―Se asoman el espía y Van-Derken, uno á la ventana y otro á la esquina.)

ESCENA X

el espía y van-derken

 

espía

¡Por la hostería!

 

derken

¿Qué es esto?

¿Entra por allí á su casa?

 

espía

Llegan.

(Cierra la ventana, pero cuando ya Van-Derken le ha visto.)

 

derken

Diligencia vana

fué cerrar; le vi….. ¡Hola, hola!

¿A quién se hará creer que sola

se abre y cierra una ventana?

Reflexionemos. Aquí

la hostería; frente á frente

su casa, que claramente

tiene entrada por allí;

la Casa del Diablo en medio

de la plaza, y un espía

desde allí….. ¡Por vida mía!

Ya son míos sin remedio.

Todo al fin lo comprendí.

Míos son. Mas ¿quién va allá?

 

espía

(Saliendo por la puerta de la derecha.)

Quien cuenta á pediros va

qué es lo que esperáis aquí.

 

derken

Llegaos.

 

espía

Y vos.

 

derken

Bien.

 

espía

Bien.

 

derken

¿Con quién estoy?

 

espía

Con el diablo.

 

derken

¡Jesús!

 

espía

Y yo, ¿con quién hablo?

 

derken

¿Vos? Con el diablo también.

Mas tened en cuenta vos

que no somos de igual grey:

vos sois el diablo del Rey,

yo soy el diablo de Dios.

ACTO SEGUNDO

La misma decoración.—Es de noche.—Abierta la escena, el teatro permanece solo un momento. Después se oyen dar las once y media en un reloj de torre, y al dar la última a campanada de los cuartos se presentan en la escena D. Luís, que sale embozado por la derecha, y Van-Derken, que sale por la puerta de la taberna.—Debe verse claramente que es una cita.

ESCENA PRIMERA

don luis y van-derken

 

don luis

(Mirando.)

Aun no está, y la hora es.

 

derken

Allí está.

 

don luis

¡Cómo! ¿Salís

de ahí?

 

derken

Silencio, don Luis;

todo es nuestro.

 

don luis

¿Cómo, pues?

 

derken

Dentro de su casa ya

el infierno les metí,

y al volver su dueño allí,

don Luis, con los diablos da.

¿Me comprendéis?

 

don luis

Sí, muy bien.

El puesto han abandonado.....

 

derken

Y el diablo les ha ganado

las vueltas.

 

don luis

¿Tenéis también

la dama?

 

derken

Está asegurada;

y ahora sí que con razón

pueden de esa habitación

decir que está endemoniada.

¿Y vos?

 

don luis

Todo está.

(Enseñándole un papel.)

 

derken

Rumor

oigo: apartémonos ya.

Volved al puesto que os dí,

y aguardad tranquilo allí

mis órdenes.

 

don luis

Bien está.

 

derken

Yo lo he dispuesto de modo,

que sin peligro ni ruido

podrá quedar sorprendido

en breves instantes todo.

 

don luis

Adiós pues.

 

derken

Adiós.

(Vanse: por la izquierda Van-Derken, y D. Luis por la calle del fondo.)

ESCENA II

ronquillo y roberto , por la derecha.

 

ronquillo

Estamos

á salvo.Toma el papel,

Roberto: tendrás con él

francas las puertas.

 

roberto

Pues vamos,

señor; manos á la obra.

 

ronquillo

Ten mucha cuenta: oirás

una serenata: ¿estás?

Entonces habrá de sobra

tiempo y ocasión. Mi gente

haré que aquí cerca se halle:

conque ganas esa calle,

y á Fuensaldaña.

 

roberto

Corriente.

 

ronquillo

En cuanto al maldito espía,

ordené que entre el tumulto

le busquen tantos el bulto,

que en paz nos deje á fe mía.

Conque entra, y mucha atención.

 

roberto

Descuidad.

(Éntrase Roberto en la taberna, cuya puerta se cierra al momento y de golpe.)

ESCENA III

ronquillo

 

Tenga yo suerte

esta noche, y soy más fuerte

que el Rey y la Inquisición.

¿Creiste, al mirarte loco

de medio universo dueño,

que era un hombre muy pequeño

y una afrenta era bien poco?

Enseñarte quiero, pues,

que no hay quien tanto levante,

que decir pueda arrogante:

Todo el mundo está á mis pies.

¡Oh! ¡Por Dios, que has de envidiar,

si mi vuelo has de seguir,

mi viento para subir,

mi alas para volar!

¡Hola! Vuelven mis lebreles

por mí.

ESCENA IV

ronquillo y una ronda

 

cabo

Señor, Dios os guarde.

 

ronquillo

¿Qué hay?

 

cabo

Se recogen tarde

los vecinos hoy.

 

ronquillo

Son fieles

á su Rey, y como saben

que aquí con su corte viene,

lo celebran. Mas conviene

que sus festejos acaben.

Id, pues, el barrio á limpiar,

y haced que nadie transite

por él.

(Al cabo.)

Tal vez necesite

de vos: oid. Al sonar

las doce, traed la gente

por esa calle, en la cual,

hasta que oigáis mi señal,

estaréis ocultamente:

oiréis una serenata

de esa otra calle al emboque;

quietos, y dejad que toque:

tendréis música barata.

De esa esquina por la reja

una mujer sacarán

con disimulo, y se irán.

Cuando veáis que se aleja

la serenta de aquí,

os ponéis sobre su pista,

y sin perderla de vista

vais donde vaya: si así

se llegan de la ciudad

á algún extremo, y la puerta

les niegan, haced que abierta

les sea, y vayan en paz;

mas si antes de que concluya

del todo la serenata

oís mi pito de plata,

salid, y que nadie huya.

¿Entendisteis?

 

cabo

Sí, señor.

 

ronquillo

Id, pues, y alerta.

(Vase el Cabo con su ronda.)

ESCENA V

ronquillo . Después gil

 

ronquillo

Veamos

ahora en casa cómo estamos

con mi regio embajador.

Gil…..

 

gil

(Dentro.)

Señor…..

(Mientras llama y habla con Gil, se abre una ventana del piso bajo de la taberna, por la que sacan una mano que hace una seña con un pañuelo blanco, ocultándose inmediatamente. En seguida Van-Derken, embozado y de puntillas, se acerca con mucha precaución á la reja, por la cual le dan un papel, que guarda, alejándose del mismo modo.)

 

ronquillo

¿Y el forastero?

 

gil

En vuestro aposento.

 

ronquillo

¿No

salió de él?

 

gil

Sí que salió,

y sospecho que primero

abrió el balcón para ver

á alguno que fuera estaba.

 

ronquillo

Y ¿ha tardado mucho?

 

gil

Acaba

casi ahora de volver.

 

ronquillo

¿Habló en casa con alguno?

 

gil

Con nadie; y según parece,

le aconteció ó le acontece

contratiempo inoportuno.

 

ronquillo

¿Por qué?

 

gil

Porque ha vuelto inquieto,

confuso y descolorido.

 

ronquillo

(Habrá mi rastro perdido,

y duda lograr su objeto.)

Gil, dile que aquí le aguardo.

(Gil entra en la casa: un momento después sale el Espía de ella.)

ESCENA VI

ronquillo y espía

 

ronquillo

(¿Espía del Rey?..... ¡Por Dios,

que se han de llevar los dos

solemnísimo petardo!)

¿Descansasteis?

 

espía

Nunca siento

cansancio para el servicio

del Rey.

 

ronquillo

Pues en ejercicio

vais á entrar desde el momento.

 

espía

Mandad.

 

ronquillo

Antes es preciso

aclarar entre los dos

qué soy yo aquí, y qué sois vos,

para ir ambos sobre aviso.

 

espía

Señor, ¿no os lo escribe el Rey?

«Hablad, y os escuchará;

mandad, y obedecerá.»

Oir y obrar es mi ley.

 

ronquillo

Sí; mas en vos me señala

secretario y mayordomo,

tutor creo. Y esto ¿cómo

con obedecer se iguala?

Si mi casa gobernáis,

mi correspondencia veis,

de mis rondas disponéis,

¿obedecéis ó maudáis?

¿Bajo qué aspecto desde hoy

os mostraréis á mi lado?

 

espía

Su Majestad os ha dado

á entender bien lo que soy.

 

ronquillo

Su Majestad hizo mal

en no explicarse mejor.

¿Qué es decir que os dé el valor

de un ser sobrenatural?

¿Piensa el Rey que su justicia

necesita ese misterio,

ó cree que en mi ministerio

me hallo falto de pericia?

El Rey discurre que os deis

de Satanás la apariencia;

si lo podéis en conciencia

efectuar, vos lo sabréis.

Yo ni reto á Satanás,

ni ultrajo la religión,

y temo á la Inquisición

para osar á ello jamás.

Y en fin, arguye malicia

y es un falso testimonio

á la verdad, que el demonio

acompañe á la justicia.

 

espía

Yo no traigo facultad

para discutir con vos.

Servir al Rey manda Dios,

serviros su autoridad.

Yo os debo de obedecer

y os debo de acompañar;

debo oir, ver y callar,

pero á él solo responder.

 

ronquillo

¿Es decir que vais, amigo,

a hacer el doble papel,

de espía para con él,

de traidor para conmigo?

Esto es, que están mis secretos,

mis actos, mis pareceres,

y hasta mis mismos deberes,

á vuestra inspección sujetos.

¿No es así? Pues escuchad:

si á esto habéis aquí venido,

volveos, y que os despido

decid á Su Majestad.

 

espía

¡Cómo!

 

ronquillo

Si no me separa

de la dignidad que tengo,

ni aun al mismo Rey me avengo

á dar á torcer mi vara.

 

espía

Nada alcanza mi impericia

antes que su augusta ley.

 

ronquillo

Lo primero no es el Rey,

señor mío, es la justicia.

Y si el Rey mismo á pecar

contra ella osado se atreve,

mientras yo esta vara lleve,

ni el Rey se me ha de escapar.

Harto os he dicho: entendedme,

y arreglaos á ello en tanto

que aquí estáis.

 

espía

Sabe el Rey cuánto

os debe, señor; creedme.

 

ronquillo

Bueno está: entendedme os digo;

y pues vamos compañeros,

ya sabéis á qué ateneros

para caminar conmigo;

mas ved que si en falso os pillo,

mas que pese á su Real ley,

os las habréis vos y el Rey

con el alcalde Ronquillo.

 

espía

(Decidido es el Alcalde.)

 

ronquillo

(Taimado es el tal espía.)

 

espía

(Será en balde su osadía.)

 

ronquillo

(Su astucia ha de ser en balde.)

Ahora empezad á jugar

vuestro endiablado papel;

sabio sois, pues sois Luzbel.

Mirad cómo vais á obrar.

Podéis esa orden leer

del Santo Oficio, en la cual,

á un hombre muy principal

manda esta noche prender.

Y pues sois mi secretario,

leed alto.

(Linterna.)

 

espía

Dice así:

«Un noble mancebo, atrevido y enamorado, se ha propuesto robar de la casa de sus padres á la engañada doncella que es el objeto de su pasión. Fiado en el pavor que inspira al vulgo la Casa del Diablo, y seguro de que por ello no han de osar los crédulos vecinos que á su alrededor habitan ni aun asomarse á las ventanas, la sacará esta noche por una cancela que su jardín tiene, durante una serenata, que es para ella la señal convenida. En consideración al decoro de su familia y á la elevada nobleza del mancebo, es la voluntad de Su Eminencia el Inquisidor general que sean tan hábilmente sorprendidos, que ni haya en la calle escandaloso estruendo, ni los padres de la dama se aperciban de su deshonra. Para conseguirlo, pues, es preciso que, dejandoles al parecer consumar su fuga, quede la doncella dentro de su casa antes de amanecer, y asegurado el mancebo hasta el día siguiente, que será presentado á Su Eminencia el Inquisidor general D. Fernando de Valdés, Arzobispo de Sevilla; quien recomienda el desempeño de esta comisión delicada, á la actividad y discreción del Alcalde de casa y corte D. Rodrigo del Ronquillo.»

 

ronquillo

Para coger, pues, aquí

á ese mozo temerario,

oid lo que habéis de hacer,

que pues os he de fiar

lo que por mí ha de pasar,

ahora os he de menester.

Con oro ó miedo he ganado

á todos sus confidentes;

de manera que sus gentes

son nuestras por de contado.

¿Conocéis las calles?

 

espía

Sí.

 

ronquillo

¿Sois de la ciudad?

 

espía

No á fe;

mas ha tiempo que habité

más de seis años aquí.

 

ronquillo

Bien: en la Plazuela Vieja,

y número diez y seis,

junto á su puerta veréis

con celosía una reja.

Llamad á ella; saldrán

seis hombres enmascarados;

son los músicos buscados

por el mancebo galán,

que traerán sobre su huella

una litera cerrada

por el mozo destinada

á llevar á la doncella.

Tienen orden de seguiros.

Calle adelante echaréis,

y aquí con ellos vendréis;

y porque pueda sentiros

yo, que entonen la canción

que ha compuesto contra mí

Cristóbal Benamejí:

es la mejor precaución,

para que nadie se asome

á mirar lo que aquí pasa,

sabiendo que ésta es mi casa

y que es muy fácil que tome

venganza de insulto tal.

En esa calle postrera

haced quedar la litera;

cuando lleguéis, otra igual

habrá aquí por gente fiel

conducida: en ella irá

otra mujer que está ya

instruída en su papel:

se alejará entre mi gente,

y el mozo que cerca espera,

viendo dama en la litera,

la seguirá erradamente.

Mi ronda hará lo demás;

vos en tanto os quedaréis

á esa puerta, que oiréis

abrir por dentro: sin más

esperar, hablar, ni oir,

daréis á quien se presente

esta carta, y prontamente

cerráis, sin dejar salir

á nadie: y con tal prudencia

quedará ella con honor,

y á dar vendrá el seductor

á manos de Su Eminencia.

¿Habéis comprendido?

 

espía

Todo.

 

ronquillo

Pues andad, que darán presto

las doce, y es fuerza que esto

se concluya y de este modo.

ESCENA VII

ronquillo

 

Bien, todo va bien. En vano

luchas conmigo, y mi muerte

deseas porque tu suerte

tengo yo ¡oh Rey! en mi mano.

En tu gracia he de morir,

y en vida me has de temer,

ó funesto te ha de ser

el amar y el escribir.

Tu padre el Emperador

secretos fió á mi fe,

con los que á fuerza obtendré

de ti mismo igual favor.

Por ellos partí á la par

con él su imperial poder.

Mi rival quisiste ser,

y por mí no ha de quedar.

Tú atropellaste mi amor

con tu poder soberano,

mas hoy pende de mi mano

la balanza de tu honor.

Otros cortesanos viles

con honores se contenten,

y por dichosos se cuenten

con adularte serviles.

En una mirada tuya

funden su dicha menguada,

sin pensar que otra mirada

es fácil que les destruya.

Ese oropel exterior

á los necios abandono;

yo, aunque te pese, ambiciono

más positivo favor.

De ti á mí será la lucha;

mas será con armas tales,

que de no quedar iguales,

sacarte he ventaja mucha.

Partirá el cetro, aunque á oillo

no llegue jamás el mundo,

el rey Felipe segundo

con el alcalde Ronquillo.

Gil…..

 

gil

(Dentro.)

Señor…..

ESCENA VIII

ronquillo y gil

 

ronquillo

Baja mi espada;

mantener quiero á la vez,

como hidalgo y como juez,

el honor de esta jornada.

 

gil

Tomad.

 

ronquillo

Las ventanas cierra,

Gil; y cuenta cómo sales

ni siquiera á los cristales,

aunque sientas que la tierra

se hunde.

 

gil

Señor, si de mí

necesitáis…..

 

ronquillo

No, por cierto;

ciérrate bien, y te advierto

que á nadie abras.

 

gil

Lo haré así.

Pero si dado me fuera

decir lo que pienso…..

 

ronquillo

¿Qué?

 

gil

Si me da vuesa mercé

permiso…..

 

ronquillo

Di.

 

gil

Una quimera

será acaso de mi obscura

ignorancia.

 

ronquillo

Circunloquios

deja, que para coloquios

no estoy ahora, y se me apura

la paciencia.

 

gil

Pues señor,

con franqueza y de una vez:

solo y de noche, ¡pardiez!

tengo en casa…..

 

ronquillo

¿Qué?

 

gil

Pavor.

 

ronquillo

¿Pavor tú, que tienes fama

de hombre de tal corazón,

que hay quien apuesta por ti

para reñir contra dos?

Te burlas.

 

gil

No son los hombres

á los que temo, señor.

En lances bien apretados

me habéis metido, y ¡por Dios

que os dejé bien! ya lo visteis.

 

ronquillo

¿De quién es, pues, tu temor?

 

gil

No lo sé.

 

ronquillo

¡Gil!

 

gil

Perdonadme

si asaz importuno estoy;

mas permitid que os recuerde

la noche en que vos y yo

entramos en esa casa.

 

ronquillo

Mandóme la Inquisición

registrarla.

 

gil

Y así fué,

que una pieza no quedó

por mirar.

 

ronquillo

Bien; y en seguida

dejamos el interior

abandonado; cerráronse

las entradas; se tapió

su piso bajo, y sellóse

con discreta precaución

cada nueva cerradura

que el Santo Oficio mandó

poner; dieron escribanos

fe de ello; y en conclusión,

quedó á un abandono eterno

condenada, Gil, en pro

del bien público, y por dar

fin á la maligna voz

de que era casa de hechizos,

y del diablo habitación.

Mas nada hallamos en ella,

y desque esto aconteció,

no hay tampoco más que el miedo

con que la superstición

por las pasadas consejas

sus cavidades pobló.

 

gil

Tal creí yo, mas sospecho

que estamos en un error.

 

ronquillo

¿Por qué?

 

gil

Porque, la verdad,

señor juez, mientras que yo

aguardando vuestra vuelta

tras los vidrios del balcón

velo por las noches, noto.....

 

ronquillo

¿Qué notas?

 

gil

Que mientras vos

con el espía Roberto

estáis en conversación

en su casa, dentro esotra

pasa algo que no sé yo

explicar, pero que prueba

que hay quien mora esa mansión.

 

ronquillo

Y ¿de qué lo infieres tú?

 

gil

De que yo he visto, señor,

pasar luces á través

de las maderas, y son

oí de voces humanas,

y lamentos de dolor

dentro de aqueste recinto.

 

ronquillo

Y ¿has oído alguna voz

conocida?

 

gil

Aunque la hubiera,

me lo estorbara el temor;

que á cada paso he temido

ver abrirse algún balcón

ó ventana, y asomarse

algún vestiglo feroz

del infierno.

 

ronquillo

Vaya, Gil,

sólo tu imaginación

pudo fingir tales sueños.

Entra y vive sin temor

de que las ventanas se abran

de esa desierta mansión.

 

gil

¿Y si nos equivocáramos

y hubiera en ella.....

 

ronquillo

Sé yo

que no hay quien pueda salir

ni asomarse al exterior.

 

gil

Mas ¿si se asomaran…..

 

ronquillo

Gil,

basta de conversación.

Si esas ventanas se abrieran,

cual tu miedo imaginó,

y ser humano por ellas

se asomara, sabe Dios

que quien más se asombraría

de caso tal, fuera yo.

 

gil

¿Vos?

 

ronquillo

Es claro. ¿No fué á mí

á quien se dió comisión

de penetrar sus misterios

y despejar su interior

de cuantos seres nacidos

en ella hicieren mansión?

La Iglesia, si había diablos,

los diablos exorcizó;

los hombres, si los hubiera,

en mis manos dieran.

 

gil

¡Oh!

Eso sí, y no lo pasaran

muy bien.

 

ronquillo

Gil, á fe que no.

Entra, pues, y cierra bien;

y no pongas atención

en ruidos ni en resplandores

de luces, que del pavor

son fantásticas ficciones.

Y pues garantizo yo

la soledad de esa casa,

quimeras y no más son.

 

gil

Muchos años lealmente

os he servido, señor;

y aunque sueños míos, de ellos

fué ley el daros razón.

 

ronquillo

Te conozco, y lo agradezco;

mas ya te he dicho que yo

respondo de todo al vulgo,

al Rey y á la Inquisición.

Entra.

ESCENA IX

ronquillo

 

Criado leal,

que vive sin inquietud,

conservando su virtud

en el templo de Belial.

¡Oh, quien tuviera la calma

que tiene en su corazón,

atento á su obligación,

y la quietud de su alma!

¡Cuánto envidio su ventura!

Trocara por su bajeza

esta vida de grandeza,

tormentosa é insegura.

¿Qué digo? ¡Cuán necio soy!

Ya no es tiempo de cejar.

(Música á lo lejos, que se acerca más cada vez.)

Mas siento gente llegar;

me aparto…..: temblando estoy.

 

(Ronquillo se aparta á la izquierda. Poco después bajan á la escena seis músicos, que vienen cantando la 1. a estrofa de la canción y gulados por un embozado.)

ESCENA X

el embozado y los músicos se llegan á la esquina de la casa de la derecha cantando, y en ella se paran. Al mismo tiempo sale de casa de Roberto otro embozado y una litera conducida por dos enmascarados, y se colocan entre los mús cos, que en cuanto tienen en medio de ellos la litera, se alejan cantando la 2. a estrofa. el alcalde ronquillo , que presencia todo esto con muestras de satisfacción, se acerca al embozado que sale de casa de Roberto el cual le contesta secamente y sigue su camino.

 

ronquillo

(Ellos son….. ¿Si estará listo

mi buen Roberto?)

 

CANCIÓN

ESTROFA 1.a

Niñas vallisoletanas,

si os desvela amor quizá,

no abráis hoy vuestras ventanas,

que de ronda el diablo está.

¡Ja, ja, ja!

Diablo que anda por Castilla

con vuelillos y golilla,

¿quién será?

¡Jesucristo, que fracaso!

¡Ya está aquí! Dejadle paso;

allá va.

¡Ja, ja, ja!

 

ronquillo

Ya aquí

Salen.

(Al embozado de la litera.)

¿Está todo?

 

embozado

(De la litera.)

Sí.

 

ronquillo

Pues apriesa, ¡vive Cristo!

(Vanse los músicos despacio cantando la 2. a estrofa. Ronquillo los contempla tranquilamente. Poco detrás de los músicos va la ronda conducida por el Cabo á quien Ronquillo encargó semejante maniobra, y que ha salido por la derecha.)

 

estrofa 2. °

Niñas vallisoletanas,

si os desvela amor quizá,

abrid ya vuestras ventanas,

porque el diablo pasó ya.

¡Ja, ja, ja!

Ya la gente de golilla,

sobre su rastro en la villa

puesta está,

y ha de ser diablo muy pillo

si al buen alcalde Ronquillo

se le va.

¡Ja, ja, ja!

 

ronquillo

Perfectamente: en media hora

los tengo ya en Fuensaldaña,

y á Roberto en mi compaña

aquí al despuntar la aurora.

Ya no se oyen….. Con el paso

que tomaron, ciertamente,

ya estarán pasando el puente.

¡Guárdeles Dios de un fracaso!

Sí; guardada esa mujer,

tus cartas aseguradas,

tus espías engañadas

¡Oh! Aun estás en mi poder.

Dijo bien Benamejí:

que ha de ser diablo muy pillo

quien del alcalde Ronquillo

escape…..

(La misma música de la anterior escena se oye por el mismo sitio que se oyó la otra, y en la misma forma sale

á la escena conducida por el espía á su tiempo.)

Mas ¡ay de mí!

¿Sueño, ó vuelven á bajar

mis músicos? Sí, ellos son;

es mi seña, es la canción.

Pero ¿cómo….., por qué dar

vuelta á esa calle otra vez?

¡Atravesar la ciudad

con esa publicidad!

Mas ya están aquí…..

(Sale el espía y los músicos como los otros.)

ESCENA XI

ronquillo y espía

 

ronquillo

(Al espía.)

¡Pardiez!

¿De esta manera cumplís

las órdenes que os he dado?

¿Por qué volvéis, desdichado?

 

espía

Ved, señor, lo que decís;

yo no vuelvo, llego ahora.

 

ronquillo

¡Vive Dios! Pues ¿quiénes fueron

los que antes que vos vinieron?

 

espía

No os comprendo…..; oid….. la hora

(Dan las doce.)

justa.

 

ronquillo

No; finges en vano.

¿Me vendes? (Morirás, pues.)

(Van-Derken, que se ha colocado entre los músicos embozado, sale al paso á Ronquillo, que amaga al espía.)

 

derken

Ved, señor Ronquillo, que es

enviado del Soberano.

 

ronquillo

¡Mil rayos! y ¿quién sois vos?

 

derken

Lo que el Rey le manda á él ser.

 

ronquillo

No entiendo…..

 

derken

Vais á entender

al momento.

(Se desemboza junto á Ronquillo.)

 

ronquillo

¡Santo Dios!

 

derken

Veinticuatro horas os dí;

mas como os habéis resuelto

antes, yo también he vuelto

más pronto que prometí.

 

ronquillo

¡Jesús me valga! Aquí hay algo

que no comprendo.

 

derken

Un error

vuestro, y cuyo gran valor

á apreciar sólo yo valgo.

Conmigo, el diablo, van ya

dos veces que os encontráis;

mas pues vos y el Rey usáis

de mi nombre, ley será

que yo salga por mi honor

con vuestras culpas cargado,

y en vez de ser el burlado,

pase el diablo á burlador.

¿Qué os dije? Os he de perder,

ó la tengo que salvar.

No me la quisisteis dar,

y yo os quité la mujer.

 

ronquillo

Pero….. ¿cómo?

 

derken

Como ahora

esa gente que traéis

puedo hacer mía.

(Á una seña de Van-Derken los músicos y embozados que están al lado del alcalde Ronquillo, se pasan al lado de Van-Derken.)

¿Lo veis?

 

ronquillo

¡Esto es un sueño!

 

derken

Vos mismo

de allí la visteis salir

y la dejasteis partir.

 

ronquillo

¡Oh! ¡Confúndate el abismo!

Mas esa infernal destreza

con que por ocultos modos

coges mis secretos todos,

te va á costar la cabeza.

 

derken

Reflexionad que si aquí

partimos campo los dos,

reñirán hombres por vos,

pero demonios por mí.

 

ronquillo

En vano con tu malicia

amedrentarme querrás.

¡Favor aquí á la justicia!

 

derken

¡Favor aquí á Satanás!

( Á la voz del Alcalde acuden varias rondas y gentes de justicia. Á la voz de Van-Derken la puerta de la Casa del Diablo se abre de repente, y salen por ella varios embozados, que se ponen de parte de Van-Derken. Los músicos tiran los instrumentos y echan mano á las espadas, quedando en cuerpo todos los de Van-Derken, y vestidos de negro como él. Las ventanas altas de la casa se abren también repentinamente, y asoman por ellas varios otros partidarios de Van-Derken, que iluminan la escena con hachones, y dan grandes voces y carcajadas. La justicia y los de Ronquillo huyen amedrentados.)

ESCENA XII

ronquillo, van-derken, espía, justicia y enmascarados

 

uno DE RONQUILLO

¡Jesucristo!

 

otro ÍDEM

¡Los demonios

evoca ese hombre!

(Vase.)

 

otros ídem

¡Qué horror!

(Vanse.)

 

derken

Ése.

(Señalando al espía, á quien los de Van-Derken se llevan por delante.)

 

espía

¡Valme, Virgen Santa!

(Vanse todos, quedando en la escena Ronquillo y Van-Derken.)

 

derken

Supongo, Alcalde, que vos

no tragáis lo de los diablos.

Mas ved la superstición

del vulgo: vos le enseñasteis

que esa casa era mansión

de Satanás, y vos mismo

me dais armas contra vos.

Oid, pues: veis lo que puedo;

hasta que amanezca os doy

de término, meditadlo.

Esos billetes que son

vuestra esperanza, á mis manos

pasarán como pasó

esta noche doña Inés;

mas ved con qué distinción:

si me los dais, yo me encargo

de salvaros; mas de no,

perderéis cartas y vida

antes que despunte el sol.

 

ronquillo

Pero explicadme á lo menos…..

 

derken

Os daré la explicación

después que me deis las cartas.

 

ronquillo

¡Nunca! Me sobra valor

para arrostrar mi fortuna,

y aun fío en mi corazón

y en mi astucia para hacer

que se vuelva contra vos.

 

derken

Doña Inés es mía ya.

 

ronquillo

Podré recobrarla yo.

 

derken

Va viajando, y muy de priesa.

 

ronquillo

Mi poder va más veloz,

y la alcanzará.

 

derken

La guarda

gente muy buena.

 

ronquillo

Mejor

será la que irá en su alcance.

 

derken

Nada logrará.

 

ronquillo

Pues ¡no!

 

derken

Camina del Santo Oficio

bajo la alta protección,

y con licencia expedida

por el mismo Inquisidor

general.

 

ronquillo

¡Santos del cielo!

¿Quién pudo hacer tanto?

 

derken

Yo,

señor Alcalde; yo solo,

que logré alejar de vos

vuestras gentes para haceros

la postrer proposición.

¿Me dais las cartas?

 

ronquillo

¡Jamás!

Si me niega su favor

la suerte, al rey don Felipe

sus siete cartas le doy,

y la octava al Santo Oficio:

y hará al menos mi furor

lo que con los filisteos

hizo en el templo Sansón.

 

derken

En ese caso, podéis

encomendaros á Dios,

porque moriréis sin ver

otra vez ni al Rey ni al sol.

 

ronquillo

¿Pensáis…..

 

derken

Dejaros morir

sin daros ni aun confesor,

y venir luego á llevaros

adonde es mi obligación.

(Vase.)

ESCENA XIII

ronquillo

 

¿Quién es ese hombre, Dios mío?

Confuso, aterrado estoy;

todo el edificio hermoso

de mi futuro esplendor,

mis afanes de diez años,

de un soplo desvaneció.

Pero no para rendirme

á la duda ni al temor

me afané con tal empeño;

y en tanto que el corazón

tenga un instante de vida,

pondré á prueba su vigor,

y ¡antes muerto que rendido!

Mas llegan….. ¡Pluguiera á Dios

que fuera la gente mía!

¡Oh, no me engañé!.....

ESCENA XIV

ronquillo y el cabo de la ronda de la escena IV.

 

cabo

Señor…..

 

ronquillo

¡Hablad, hablad, con mil rayos!

¿Qué habéis hecho?

 

cabo

Lo que vos

mandasteis. Les fuí siguiendo

hasta bajo el malecón

del puente.

 

ronquillo

¿Y qué?

 

cabo

Allí la guarda

franco el paso les dejó,

y como los vi salir,

me volví.

 

ronquillo

¡Condenación!

¡Todo se ha perdido!

 

cabo

¡Cómo!

¿No me dijisteis, señor…..

 

ronquillo

¡Dejadme en paz!

(Se pasea agitado.)

 

cabo

Yo…..

 

ronquillo

Silencio

digo. ¿También me vendió

Roberto? No, es imposible:

sin duda, alguna traición

de ese maldito….. ¡Ah! Lo entiendo

todo: ahí dentro le esperó,

y en su lugar salió luego

como mi escrita intención

lo prevenía….. Mas él,

Roberto, ¿dónde quedó?

¿Aquí? Tal vez encerrado,

maniatado…..; eso es: mas ¡oh!

aun puede salvarse todo

si nos juntamos los dos.

(Ronquillo toma una de las luces de su ronda, y va á entrar en casa de Roberto.)

Roberto….. Una luz….. Roberto,

respóndeme, alza tu voz

de dondequiera que estés;

soy yo, don Rodrigo soy;

seguidme.

(Va á entrar y retrocede espantado.)

Mas, ¡Jesucristo,

él es, él, muerto!

 

varios

¡Qué horror!

 

ronquillo

Corred, seguidle al momento,

por ahí va quien le mató;

no puede estar todavía

lejos; id, y ¡vive Dios,

que le traigáis muerto ó vivo,

(Vanse corriendo los de la ronda.)

ú os hago empalar si no!

La ciudad registraré

pie á pie, rincón á rincón,

hasta topar con el diablo

que al hostelero mató;

y antes que de mis secretos

él se aproveche traidor,

por asesino de ese hombre

le cuelgo en la horca yo.

(Por la derecha.)

ESCENA XV

derken

 

¡Oh, los ojos de tu astucia

tu coraje te cegó!

El hombre diestro no huye,

burla á su perseguidor,

y vas más lejos de mí

cuanto vayas más veloz.

Corre, pues; vé tras el diablo,

que él la mano te ganó,

y va á esperar á que vuelvas

en tu misma habitación.