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AJ Tipton

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Beschreibung

Tan caliente que debería ser un crimen: las personas que se transforman en dragones y andan en motocicletas traen el calor. 

Los fuertes y viajeros dragones del club de motocicleta las Garras de Hierro arriesgarán todo por las personas que aman. Expulsados de sus clanes de dragones, ellos deben usar su encanto y fuerza para desafiar las leyes inhumanas de sus grupos. 

El sensual hombre que se transforma en dragón, Dylan Masters, busca redención por su obscuro pasado. Quedándose sin esperanzas, encuentra el club para motociclistas dragones Garras de Hierro. Cuando Dylan decide unirse a ellos, es lanzado dentro de un mundo de negociaciones obscuras y enemigos poderosos. Pero aún ante todo el peligro, cree que ha encontrado lo que su alma necesita: a la brillante enfermera latina de Garras de Hierro, Marie. 

Marie, la mujer con curvas, conduce una motocicleta junto con las Garras de Hierro como su médico humano, viajando de ciudad en ciudad para ofrecer remedios mágicos a quienes los necesitan desesperadamente. La experiencia le ha enseñado a proteger su corazón, pero cuando el apuesto Dylan se une al club, podría finalmente haber encontrado la razón para abrirse. ¿Detendrá su felicidad de nuevo su pasado peligroso? 

Esta novela para adultos incluye a enfermeras traviesas, peleas dramáticas entre dragones y un amor apasionado que sana todas las heridas. 

Los libros de la serie SU DRAGÓN MOTOCICLISTA son cada uno una novela completa. Se pueden leer como historias independientes. Sin embargo, te darás cuenta de que se disfrutan más si las lees en el siguiente orden: 

1 Su Valiente Dragón 
Y próximamente… 

2 Su Delicioso Dragón 
3 Su Dragón Roquero 
4 Su Dragón Hacker 
5 Su Dragón Alfa

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Su Valiente Dragón

Un Romance Paranormal Interracial

AJ Tipton

Traducido por Laura GS Alvarez

Illustrated byZamajK

Copyright © AJ Tipton 2015 El derecho de AJ Tipton a ser identificada como la autora de este trabajo ha sido afirmado por ella en conformidad con Copyright, Designs and Patents Act de 1988 (Ley de derechos de autor, diseños y patentes de 1988) (u otra ley similar, dependiendo de su país). Todos los derechos, reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación o transmitida en ninguna forma o por ningún medio (electrónico, mecánico, fotocopias, grabaciones u otro medio) sin la previa aprobación por escrito de la autora, exceptuando casos de citas breves como parte de una reseña o artículo. No puede ser editado, modificado, prestado, revendido, alquilado, distribuido o circulado de alguna otra manera sin el consentimiento por escrito del editor. Se pueden obtener los permisos en [email protected]

Este libro es para la venta a un público adulto solamente. Contiene escenas sustancialmente explícitas y leguaje gráfico que puede considerarse ofensivo por algunos lectores.

Esta es una obra de ficción. Todos los personajes, nombres, lugares e incidentes que aparecen aquí son ficticios. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, organizaciones, eventos o locales es pura coincidencia.

Todos los personajes sexualmente activos en esta obra son de 18 años o mayores.

Creado con Vellum

Dylan Masters dio otro trago a su cerveza y golpeó con su tarro la superficie manchada de la barra. No era un hombre grande, solo musculoso, con rasgos asiáticos y largas rastas, pero había suficiente fuerza detrás del golpe para astillar la orilla del tarro.

"El Alto Consejo de Dragones denegó mi petición. Para cuando llegué a casa, mi esposa estaba muerta". Dylan inclinó el tarro hacia atrás para capturar los últimos centímetros de cerveza, ahora ligeramente caliente y diluida por el hielo derretido. Tosió y deslizó el tarro sobre la barra para que lo rellenaran.

No estaba seguro sobre cómo la mesera del bar AUDREY'S, Lola, lo había hecho hablar sobre lo que le había pasado a su difunta esposa tres años antes. Odiaba hablar de eso. Su dragón interno estaba encogido en una bola bajo su piel, callado y quieto como había permanecido durante los últimos años, desde esa horrible noche. Dylan recordó cómo había entrado caminando a la casa después del largo viaje de una semana volando de regreso en su forma de dragón. Estaba practicando cómo contarle sobre la decisión del Consejo de rechazarlo, cuando se dio cuenta de que la casa estaba demasiado tranquila, demasiado silenciosa para estar habitada. Atravesó cada habitación gritando su nombre. La encontró en su silla favorita, utilizando la sudadera de Dylan y acurrucada con un libro. Llevaba días muerta.

"¿Hubieras ido contra el decreto del Consejo y le hubieras dado tus escamas para curarla?" Lola preguntó, rellenando su cerveza y deslizándola de vuelta hacia él. La mesera de la barra era hermosa de una forma que era muy llamativa en aquel lugar. Un grupo de pequeñas trenzas salían de su cabeza como un mar de serpientes moviéndose en diferentes direcciones alrededor de su cara. Sus ojos morados tenían una sabiduría más allá de los años que aparentaba, la cual Dylan solo estaba acostumbrado a ver en los líderes más antiguos de los clanes de dragones. La curva malévola de su sonrisa combinaba con el tatuaje de rosa que atravesaba su pecho y bajaba hacia su amplio escote. Dylan no podía quitarse la sensación de que ella ya sabía todo lo que él estaba a punto de decir.

"Por supuesto que la hubiera salvado. Era el amor de mi vida. Los médicos nos dijeron que aún tenía meses. Si hubiera sabido el poco tiempo que teníamos en realidad, hubiera..." su voz se quebró, recordando esos días obscuros. Sabiendo lo que sabía ahora, no se hubiera molestado en rogarle al Alto Consejo de Dragones por su permiso; se hubiera desprendido algunas escamas, las hubiera molido hasta convertirlas en polvo y se las hubiera dado. Era un secreto cuidadosamente conservado entre las personas que se transformaban en dragones. Dylan no podía imaginarse cómo Lola lo sabía, pero las escamas de dragones molidas hasta ser un polvo llamado soplo podían curar a los humanos de la mayoría de las enfermedades. En esos momentos, Dylan aún creía en las reglas que prohibían darle soplo a los humanos. Creía en el sistema. Pensaba que el Consejo lo protegería y cuidaría, tanto a él como a su familia, porque eso era lo que se suponía que debía hacer. Ahora conocía la verdad.

El sonido de un rayón se escuchó detrás de él y el cuerpo de Dylan se estaba volteando para enfrentarse a la amenaza antes de que su cerebro se diera cuenta. Una bola de fuego iba a medio camino hacia fuera de su garganta que ya estaba transformada en su forma de dragón, lista para ser liberada en una llama furiosa que probablemente arrasaría con el bar hasta que quedara todo desecho.

Un hada lo miró fijamente con sus enormes ojos azules, con flores creciendo de su cabeza y viñas verdes brillantes que se enredaban en su cabello rubio. Su vestido era de pétalos rosas y azules unos sobre otros y su delicada boca se había abierto en advertencia, había un enjambre de abejas esperando justo en frente de su boca para tomar represalias si él atacaba.

Dylan levantó sus manos y deliberadamente se sentó de nuevo en su asiento, transformando su cara de vuelta a su forma humana, sintiéndose tonto.

"Perdón por eso", le dijo al hada. "Han sido unos años difíciles".

El hada hizo un sonido de gorjeo, ordenó su bebida y regresó a la mesa. Los ojos de Dylan se abrieron al mirar a los compañeros del hada: un hombre tigre en un traje completo de piel, un alto trol de más de 3 metros con tantas verrugas que su piel verde apenas era visible y una bruja de cabello rojo que hacía malabares con bolas de hielo y fuego, riendo cuando las tiraba al piso quemado. Un par de vampiros sorbían cocteles de sangre en la esquina y dos duendes irlandeses se besaban con entusiasmo, tropezando y riéndose mientras caminaban hacia una puerta etiquetada como "Habitación de atrás".

"¿Esto es, eh… normal por aquí?" Dylan preguntó, atando sus largas rastas hacia atrás.

"Estás en AUDREY'S, cariño", Lola sonrió, mostrando demasiados dientes. "No hacemos cosas normales".

Dylan tomó un trago de su cerveza, pensando. Los últimos años se habían sentido como una serie interminable de bares de mala fama y preguntas sin respuestas. Después de la muerte de su esposa, había pasado el primer año en duelo, intentando seguir adelante a pesar del enorme hoyo en su vida lugar que ella solía ocupar. Había vendido su casa, renunciado a su trabajo como investigador, les había dicho a los líderes de los clanes exactamente por dónde metérsela, había comprado una motocicleta y se había puesto en camino. Fue a la mitad del segundo año después de la pérdida cuando había empezado a escuchar los rumores. Las historias eran casi demasiado buenas para ser verdad, pero la posibilidad de que el club Garras de Hierro pudiera ser real lo mantuvo en movimiento, cazando al elusivo club ilegal de motociclistas. Mirando alrededor de AUDREY'S, Dylan llegó a la conclusión de que este bar parecía exactamente el tipo de lugar en donde podría obtener algunas respuestas.

"Tal vez puedes ayudarme", él dijo, intentando mantener sobre su cara una máscara de desinterés. "Escuché un rumor sobre un club de motociclistas: las Garras de Hierro. Aparentemente son un grupo de dragones marginados que distribuyen soplo".

"Eso suena como algo admirable de su parte", Lola dijo, su cabello ondulando alrededor de su cabeza tenía una agitación extra como la cola de un gato golpeando.

"Los he estado buscando por los últimos dos años, pero siempre he ido un paso atrás. Se siguen moviendo tan rápidamente después de cada distribución que para cuando descubro en dónde han estado, ya se han ido".

"¿Qué vas a hacer si los encuentras?" Lola dijo, su voz era desinteresada mientras mezclaba algo color verde brillante para el trol.

El dragón de Dylan giró y se estiró dentro de él, despertado por la extraña sensación de esperanza que comenzaba a moverse en el pecho de Dylan. ¿Realmente podía estar cerca? Lola obviamente sabía de ellos. La forma cuidadosa en que se paraba, la forma en que evitaba su mirada por primera vez desde que había entrado por la puerta... ella sabía algo. Y si sus deducciones eran correctas, ella estaba decidiendo si podía confiarle esa información.

Dylan podía entender su indecisión. Al Alto Consejo le encantaría encontrar al elusivo club de motociclistas y acabar con ellos. Había visto señales de los rufianes del Consejo en algunos de los pueblos en los que había estado, había escuchado rumores de violencia en bares que sonaban como el terrible tipo en el que se involucraban los rufianes cuando estiraban la correa del Consejo. Pero necesitaba encontrar las Garras de Hierro.

Lola lo miró a los ojos, esperando su respuesta.

"Si los encuentro, me uniré a ellos", él dijo. Por primera vez se preguntó si lo aceptarían. Tenía muchas habilidades que ofrecer como peleador e investigador, pero ¿su obediencia ciega del pasado a las tradiciones del clan haría que no confiaran en él?

Lola sonrió ampliamente. "Bueno, cariño, en ese caso, podrías querer revisar el mercado de pulgas mañana en Invierno Wondernasium. Pide los brownies especiales. Tienen un toque extra".

Dylan detectó a los hombres dragones de inmediato. Por ser un investigador privado por tantos años, había sido entrenado par [...]