Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
La venganza de Don Mendo es la obra teatral más conocida del dramaturgo Pedro Muñoz Seca, hasta el punto de que conserva hoy en día el record de obra más estrenada junto con Don Juan Tenorio y La vida es sueño. Se articula en torno a la historia cómica de Don Mendo, hidalgo que acaba encarcelado por la traición de su amada. Tras salir de la cárcel, Don Mendo tramará su venganza. Este argumento aparentemente serio contiene una hilarante serie de astracanadas: situaciones hiperbólicas tramadas para provocar la hilaridad del espectador.-
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 100
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Pedro Muñoz Seca
CARICATURA DE TRAGEDIA
en cuatro jornadas, original, escrita en verso, con algún que otro ripio
Saga
La venganza de Don Mendo Pedro Muñoz SecaCover image: Shutterstock Copyright © 1918, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726508109
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Estrenada en el teatro de la comedia de Madrid, la noche del 20 de diciembre de 1918
Esta obra es propiedad de su autor, y nadie podrá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España ni en los países con los cuales se hayan celebrado, o se celebren en adelante, tratados internacionales de propiedad literaria.
El autor se reserva el derecho de traducción.
Los comisionados y representantes de la Sociedad de Autores Españoles, son los encargados exclusivamente de conceder o negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propiedad.
––––––
Droits de representation de traduction et de reproduction reservés pour tous les pays, y compris la Suede, la Norvege ét la Hollande,
––––––
Queda hecho el depósito que marca la ley.
A su querido amigo y protector el Excmo. Sr. Don José Sánchez Guerra,
El Autor.
Damas, pajes 1.° y 2.°, heraldos 1.° y 2°, tamborilero, pifanero, frailes, escuderos, ballesteros y halconeros
nota . —Para facilitar el reparto de esta obra, sepan loa directores de compañías que un mismo actor puede interpretar los papeles de Lorenzana, Abad y Alfonso VII; otro, los de Bertoldino, Clodulfo, Frollán y Ali-Faféz; otro, los de Aldana, Don Juan y Don Lope; otro, los de Oliva, Don Tirso y Don Lupo; y lo mismo ocure con los de Sigüenza y Manfredo; León y Girona; Marcial y Don Suero, etc. etc.
Sala de armas del castillo de don Nuño Manso de Jarama, Conde del Olmo. En el lateral derecha, primer término, una puerta. En segundo término y en ochava una enorme chimenea. En el foro puertas y ventanales que comunican con una terraza. En el lateral izquierda, primer término, el arranque de una galería above dada. En ultimo término otra puerta. Tapices, muebles riquísimos, armaduras, etc., etc. Es de noche. Hermosos candelabros dan luz a la estancia. En la chimenea viva lumbre, La acción en las cercanías de León, allá en el siglo XII durante el reinado de Alfonso VII.
–––––
(Al levantarse el telón están en escena el conde don nuño , magdalena su hija, doña ramirez su dueña. doña ninon , bertoldino un joven ju glar, lorenzana , allana , oliva , varios Escuderos y todas las mujeres que componen la servidumbre del castillo, dos frailes y dos pajes . El Conde en un gran sillón, cerca de la lumbre, presidiendo el cotarro, y los demás formando artístico grupo y escuchando a Bertoldino que en el centro de la escena está recitando una trova. )
Nuño (A Bertoldino, muy campanudamente. )
Ese canto, juglar, es un encanto.
Hame gustado desde su principio,
y es prodigioso que entre tanto canto
no exista ningún ripio.
Mag . Verdad.
Nuño (A Bertoldino. )
Seguid.
Bert . (Inclinándose respetuoso. )
Mandad.
Nuño (Enérgico, a varios que cuchichean. )
¡Callad!
Bert . Oid.
(Se hace un gran silencio y recita enfáticamente. )
Los cuatro hermanos Quiñones
a la lucha se aprestaron
y al correr de sus bridones,
como cuatro exhalaciones
hasta el castillo llegaron.
¡Ah del castillo!—dijeron—.
¡Bajad presto ese rastrillo!
Callaron y nada oyeron,
sordos sin duda se hicieron
los infantes del castillo.
¡Tended el puente!... ¡Tendello!
Pues de no hacello, ¡pardiez!
antes del primer destello
domaremos la altivez
de esa torre, habéis de vello...
Entonces los infanzones
contestaron: ¡Pobres locos!...
Para asaltar torreones,
cuatro Quiñones son pocos.
¡Hacen falta más Quiñones!
Cesad en vuestra aventura,
porque aventura es aquesta
que dura, porque perdura
el bodoque en mi ballesta...
Y a una señal, dispararon
los certeros ballesteros,
y de tal guisa atinaron,
que por el suelo rodaron
corceles y caballeros.
(Murmullos de aprobación. )
Y según los cronicones
aquí termina la historia
de doña Aldonza Briones,
cuñada de los Quiñones
y prima de los Hontoria.
(Nuevos murmullos. )
Nuño Esas estrofas magnánimas
son dignas del estro vuestro.
(Suena una campana. )
Bert . Gracias, gran señor.
Nuño (Levant á ndose solemne. )
¡Las ánimas!
(Todos se ponen de pie. )
Padre nuestro... (Se arrodilla y reza. )
Todos (Imitándole. ) Padre nuestro...
(Pausa. La campana, dentro, continúa un breve instante sonando lastimosamente. )
Nuño Y ahora, deudos, retiraos,
que es tarde, y no es ocasión
de veladas ni saraos.
Recibid mi bendición, (Les bendice. )
Magdalena y vos, quedaos.
(Magdalena y doña Ramírez se inclinan y se colocan tras él, en tanto desfila ante el Conde toda la servidumbre. )
Adiós, mi fiel Lorenzana
y Guillena de Aragón ..
Buenas noches, Pedro Aldana.
Descansad... Hasta mañana,
Luis de Oliva .. Adiós, Ninón...
(Quedan en escena el Conde. Magdalena y Doña Ramírez. Bueno, el Conde, que ya es anciano, es un tío capaz de quitar, no digo el hipo, sino la hipoclorhidria. Magdalena es una muchacht como de veinte años, de trenzas rubias, y doña Ramírez una mujer como de cincuenta, algo bigotuda y tal. )
Ahora que estamos solos, oidme atentas.
Necesito que hablemos un instante
de algo para los dos muy importante.
(Magdalena toma asiento y el Conde la imita, dicíéndola sin reproche. )
Me sentaré, puesto que tú te sientas.
Mag . Dime, padre y señor.
Nuño Digo. hija mía,
y al decirlo Dios sabe que lo siento,
que he concertado al fin tu casamiento,
cosa que no es ninguna tontería.
(Magdalena se estremece, casi pierde el sentido. )
¿Te inmutas?
Mag . (Reponiéndose y procurando sonreir. )
¡No. por Dios!
Nuño (Trágicamente escamado. ) Pues parecióme.
Mag . No extrañes que el rubor mi rostro queme;
de improviso cogióme
la noticia feliz... e impresionéme.
Nuño Has cumplido, si yo mal no recuerdo,
veinte abriles.
Mag Exacto.
Nuño No eres lerda.
Fues toda la familia está de acuerdo
en que eres mi trasunto, y si soy cuerdo,
siendo tú mi trasunto, serás cuerda.
Eres bella... ¿Qué dije? Eres divina,
como lo fué tu madre doña Evina.
Mag. Gracias, padre y señor.
Nuño Modestia aparte.
Sabes latín, un poco de cocina,
e igual puedes dorar una lubina
que discutir de ciencias y aún de arte.
Tu dote es colosal, cual mi fortuna,
y es tan alta tu cuna,
es nuestra estirpe de tan alta rama,
que esto grabé en mi torre de Porcuna:
«La cuna de los Manso de Jarama,
a fuerza de ser alta, cual ninguna,
más que cuna dijérase que es cama.»
Mag . (Atajándole nerviosamente. )
¿Y con quién mi boda, padre, has concertado?
Nuño Con un caballero gentil y educado
que es Duque y privado del Rey mi señor.
Mag . ¿El Duque de Toro?...
Nuño Lo has adivinado.
El Duque de Toro, don Pero Collado,
que ha querido hacernos con su amor, honor.
Mag . ¿Y te habló don Pero?...
Nuño Y don Pero hablóme
y afable y rendido tu mano pidióme,
y yo que era suya al fin contestelle;
y él agradecido besóme, abrazóme,
y al ver el agrado con que yo mirelle
en la mano diestra cuatro besos dióme,
y luego me dijo con voz embargada:
Dígale, don Nuño, que presto mi espada
rendiré ante ella, que presto iré a vella,
que presto la boda será celebrada
para que termine presto mi querella...
(Levantándose. )
Conque, Magdalena, tu suerte está echada,
mi palabra dada y mi honor en ella;
serás muy en breve duquesa y privada;
no puedes quejarte de tu buena estrella.
Mag . Gracias, padre, gracias.
Nuño Noto tu alegría.
Mag . Haré lo que ordenas.
Nuño De tu amor lo espero.
Mag . Puesto que lo quieres, seré de don Pero.
Nuño Serás de don Pero.
(La besa ) Adiós, hija mía.
(Se va por la puerta de la derecha. )
Mag . (Aterrada, dejándose caer sin fuerzas en una silla, digo sin fuerzas, porque si se deja caer con fuerzas puede hacerse daño. )
¡Ya escuchaste lo que dijo!...
Ram . Claro está que lo escuché,
y sólo a fuerza de fuerzas
me he podido contener,
que tal temblor dió a mi cuerpo,
tal hormiguillo a mis piés,
que no sé como don Nuño
no lo advirtió, no lo sé.
¡Casarte tú con el Duque
siendo amante del Marqués!..
¡Ser esposa de don Pero
la que de don Mendo es!...
¡Si el Marqués lo sabe!...
Mag ¡Calla!
Ram . ¡Si el Duque se entera!...
Mag . ¡Bien!
Ram . ¡Si al Conde le dicen!...
Mag . ¡Cielos!
Ram . ¡Y si tú lo ocultas!...
Mag . (Nerviosa, cargada. ) ¡Eh!
¡Basta ya, doña Ramírez!
¿No ves que sufro? ¡Rediez!
Ram . Muda seré si lo ordenas.
Si lo mandas, callaré;
pero ante Dios sólo puedes
casarte con el Marqués,
porque al Marqués entregaste
tu voluntad y tu fe;
porque te pasas las noches
en tierno idilio con él;
porque esa escala maldita
le arrojastes una vez
sólo por darle una mano
y él se ha tomado los piés.
(A un gesto de Magdalena. )
No te ofendas, Magdalena,
mas yo sé, porque lo sé,
que la mujer que recibe
en su castillo a un doncel,
con él se casa, o no tiene
todo lo que hay que tener.
Mag . Me insultas, doña Ramírez.
No sé cómo en mi altivez
me contengo.
Ram . Reflexiona
que lo digo por tu bien.
Mag . ¡Pero si ya no le amo;
si ya no tengo en él fe;
si es de mi padre enemigo!...
¡Si no sé por qué le amé!
Ram . El te idolatra.
Mag . ¿Qué importa?
¿Qué puedo esperar de él,
si carece de fortuna
y no es amigo del Rey?
No, doña Ramírez, nunca;
no me conviene el Marqués.
Quiero triunfar en la corte,
quiero brillar, quiero ser
algo que mucho ambiciono,
¡Quiero serlo y lo seré!
Ram . ¿Pero y don Mendo, señora?
Mag . Yo sabré librarme de él.
Ram. ¿Y si don Pero se entera
de aqueste engaño?
Mag . ¿Por quién?
Ram . ¿Y si don Nuño?. .
Mag . Mi padre
dió su palabra antiayer
al de Toro, y yo por fuerza
le tengo que obedecer.
(Suena dentro un laúd que toca el conocido cuplé de «El Relicario». )
Ram . Entonces...
Mag . ¡Calla! (Escucha. )
Ram . ¡Dios mío!
¡Esa música!...
Mag . ¡El Marqués!
Arroja presto la escala.
Déjame a aolas con él.
(Se sienta pensativa. Doña Ram í rez abre una de las puertas del foro. se asoma a la terraza y arroja una escala. )
Quisiera amarle y no puedo.
Fué mi amor una mentira,
porque no es amor, es miedo
lo que don Mendo me inspira.
Ram . (Haciendo mutis por la galería de la izquierda. )
Pues lo mandan, es razón
que sea muda, ciega y sorda,
pero me da el corazón
qne aquí se va a armar la gorda.
(Vase. Por la puerta del foro, que deja abierta doña Ramirez, entra en escena don mendo , apuesto caballerocomo de treinta años, bien vestido y mejor armado. )
Mag . (Yendo hacia él y cayendo en sus brazos. )
¡Don Mendo!
Mendo (Declamando tristemente, )
¡Magdalena!...
Hoy no vengo a tu lado
cual otras noches, loco, apasionado...
porque hoy traigo una pena
que a mi pecho destroza, Magdalena.
Mag