Las hijas del rey Lear - Pedro Muñoz Seca - E-Book

Las hijas del rey Lear E-Book

Pedro Muñoz Seca

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Beschreibung

Las hijas del Rey Lear es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, la historia se articula en torno a la disputa de las hijas de un adinerado anciano por ver quién se lleva más de su herencia.-

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Seitenzahl: 115

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Muñoz Seca

Las hijas del rey Lear

COMEDIA EN TRES ACTOS

SEGUNDA EDICION

Estrenada en el Teatro Victoria Eugenia, de San Sebastián, el 28 de Agosto de 1923.

Saga

Las hijas del rey Lear Pedro Muñoz SecaCover image: Shutterstock Copyright © 1923, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726508079

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Esta obra es propiedad de su autor, y nadie podrá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España ni en los países con los cuales se hayan celebrado, o se celebren en adelante, Tratalos internacionales de propiedad literaria.

El autor se reserva el derecho de traducción

Los comisionados y representantes de la Sociedad de Autores Españoles son los encarado, exclusivamente de conceder o negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propiedad.

–––––

Droits de representation, de traduction el de reproduction reservés pourtous les pays, y compris la Suède, la Norvége et la Hôllande.

–––––

Queda hecho el depósito que marca la ley.

A Piedad y José,

Condes de Arcentales

REPARTO

PERSONAJES ACTORESMARÍA TERESA Catalina Barcena ELVIRA Josefina Santaularia LUISA Milagros Leal BIBIANA Ana Maria Quijada DOÑA Luz Rafaela Satorres CESAR Ricardo De La Vega COSME Manuel Collado ALBERTO Ramón Martori PELAYO Luis Manrique TOBÍAS Carlos M. Baena

ACTO PRIMERO

Salón en casa de Don César Salgado. Riqueza y buen gusto, tanto en el mobiliario como en la decoración. La puerta de entrada estará en el primer término del lateral derecha (actor). A continuación, y en chaflán, habrá una artística chimenea. Un balcón o mirador en el foro, cerca de la chimenea, y dos puertas en el lateral izquierda. La acción en Madrid, en primavera. Epoca actual.

 

(Al levantarse el telón entra en escena BIBIANA, seguida de DOÑA LUZ y de DON COSME. Bibiana es criada de la casa y ha cumplido ya los sesenta años. Don Cosme y Doña Luz son dos cincuentones atildadísimos y compuestisimos, sobre todo ella, que desea aparentar menos años de los que tiene.)

Bib. Pasen, pasen ustedes; ahora diré al señor y a las señoritas que están ustedes aquí.

Cos . Gracias, Bibiana, pero conste que no tenemos prisa; que por nosotros no vayan a interrumpir lo que estén haciendo...

Bib. ¡Por Dios...! ¡Lo que se va a alegrar...! ¡Después de tanto tiempo sin ver a usted...!

Cos . Doce años, Bibiana; desde que nombraron a don

César gobernador militar de San Sebastián.

Bib. Eso es, que aquel año ascendió usted a comandante.

Cos . ¿Aquel año...?

Bib. Sí señor, que tenía usted relaciones con aquella muchacharubia que vivía en la calle de Zubieta... (Doña Luz se revuelve en su asiento, muy nerviosa.)

Cos . (Inquieto, contrariado y tosiendo.) Y el general está fuerte, ¿eh...? Pues nada, dígale que estamos aquí; mi esposa tiene grandes deseos de conocerle...

Bib. Por cierto que no he dado a ustedes mi enhorabuena por la boda.

D .a Luz . (Secamente.) Gracias.

Cos . Muchas gracias, Bibiana.

Bib. Ya sé que vienen ustedes en viaje de luna...

D .a Luz . Sí...

Bib. Un poquillo tarde ha sido la cosa...

D .a Luz . Si...

Bib. Ahora que puede usted estar segura de que don cosme le será fiel hasta la muerte.

Cos . (A Luz.) ¿Estás oyendo? Gracias, Bibiana

Bib. Como que ha corrido su caballo de un modo que no creo que le queden ya ganas de cabriolas. ¿Verdad, don Cosme? (Tose don Cosme nuevamente.)

D. a Luz . (Con las del veri.) ¿De manera que...?

Bib. Para pocas bromas estará ya el coronel.

Cos . Y están todos en casa, ¿no?

Bib. Si, señor; el señor está con el señor administrador, y las señoritas están con la modista probándose los trajes de la boda; como el lunes se casan...

Cos . ¡Ah! ¿Se casan por fin el dia tres?

Bib. Sí, señor, a la una.

Cos . ¿Pero las dos hermanas al mismo tiempo?

Bib. Sí, señor, las dos.

Cos . De manera que a la una, las dos, el tres.

Bib. Así lo han decidido, porque tanto el diplomático como el cónsul tienen que marcharse a sus respectivos destinos...

Cos . Sí, ya sé que uno de los novios es cónsul de primera y el otro secretario, también de primera.

Bib. Eso dicen ellos, que son de primera, pero para mi que exageran, porque valen bien poco.

D. a Luz . (Con malísima intención.) ¡Hay tanta engañifa en el sexo...!

Cos . (Cariñosamente a Luz.) Vamos, mujer...

D. a Luz . (Seca y desabridamente.) ¡Déjame!

Cos . (¡Atiza!) (A Bibiana.) De manera que usted cree que los muchachos son...

Bib . Mire usted, don Cosme, ya usted sabe que a mi no me gusta hablar ni criticar, y que yo soy de las que ven, oyen y callan.

Cos . ¡Quién lo duda!

Bib. Pero no creo que sea criticar el decir que las señoritas no han tenido suerte.

Cos . ¡Por Dios!

Bib. Y eso lo digo yo desde la torre más alta; ¡no han tenido suerte! Porque el novio de la señorita Elvira, el diplomático, don Pelayo de las Torres y Delas...

D. a Luz . ¿De las qué...?

Bib. De las Torres y Delas.

D. a Luz . Pero ¿de las qué?

Bib. Delás nada más.

Cos . Si, es un apellido que da un poco el pego, ¿verdad...? (Doña Luz le vuelve un poco la espalda y don Cosme tuerce el gesto.)

Bib. Pues ese don Pelayo es muy poquita cosa. Pero, hijo mío, qué humos. ¡Qué humos! Como un sevillano salga cursi, pone el mingo. El otro, el cónsul, don Tobías Gonzáiez y González, como buen extremeño, es algo más campechano, pero tampoco ha inventado la pólvora, ni siquiera el azufre. Porque de aquí... (Por la frente.) cero; de aquí... (Señal de dinero.) menos que cero.

D. a Luz . Bajo cero.

Cos . (Riéndole exageradamente la gracia.)¡Ja, ja, ja...!

¡Bajo cero...! ¡Muy ocurrente, muy ocurrente...!

D. a Luz . (Muy seria.) No me rias la gracia, porque no me templas con risas.

Cos . Mujer, por Dios, si es que... ¡Qué tontería! ¡Es una niña! (A Bibiana.) De modo que las muchachas no han tenido suerte.

Bib. Ninguna. Y lo peor es que los dos están así... (Indica que están de punta.) Y como ellos están... así, pues ellas están así también. (Nuevo gesto como antes.) Y todo por simplezas. Porque el diplomático dice que los cónsules no tienen importancia, y el cónsul dice que la diplomacia no sirve para nada.

Cos . ¡Jesús...!

Bib. Y yo, mire usted, don Cosme; yo no quiero pensarmal, porque a mí no me gusta pensar mal de nadie, ni criticar de nadie, pero, vamos, estoy segura de que tanto el uno como el otro vienen por las lindas perras del general.

Cos . ¿Eh? ¡Por Dios, Bibiana...!

Bib . Así tuviera yo tan segura la gloria.

Cos . Vamos, vamos, no hay que exagerar; las muchachas tienen el atractivo suficiente...

Bib. Usted no es voto en la materia, porque como a usted le han gustado siempre todas las mujeres... (Tose Cosme. A doña Luz, que se revuelve en su asiento, nerviosa y contrariadlsima.) Veía una falda colgada de una percha y ya le estaba pidiendo relaciones.

Cos . (Fastidiadisimo.) ¡Caramba, Bibiana...!

Bib. Las muchachas son monas, y no pase usted de ahí. Niñas del día; que si el «kodak», que si el «chimin». que si el «foxtro», y venga hablar del «jaz-band» y del «ku-klu-kan» y del «comil-fot» y de los chalecos de punto. (Asqueada.) ¡Puag! Lo que es yo, cuando se marchen, no lo voy a sentir ni poco ni mucho.

Cos . ¡Pobre general! ¡Quedarse solo de pronto...! Porque él no tiene más familia que las dos chicas y la hermana religiosa...

Bib. ¡Me tiene a mi, y le sobra!

Cos . Sí, claro, Bibiana, quién lo duda; pero, vamos, ya usted me entiende... Sor Petronila sigue en Pinto, ¿no?

Bib . ¡Y buena nos la ha querido jugar!

Cos . ¿Eh?

Bib. Ahora, que le ha salido muy mal la combinación. Figúrese usted que se le ocurrió a la buena señora escribirle a su hermano diciéndole que para que no se quedara solo, al casarse sus hijas, le iba a mandar una huérfana de las que se educan en el asilo que ella dirige.

Cos . ¡Jesús!

Bib. ¿Qué le parece a usted?

Cos . ¡Qué disparate!

Bib. Menos mal que don César, que está en sus cabales, le ha escrito hoy mismo diciéndole que de ninguna manera. ¡Vamos ahora a cargar con una hutrfanita...! Y como son ustedes los hombres, porque ustedes los hombres, y de eso sabe usted un rato largo... porque usted...

Cos . (Atajándola, dispuesto a todo.) Bueno, va usted adecirles que estamos aquí, ¿si o no?

Bib. Ahora mismo. ¡Ay...! Con usted me ha pasado siempre igual: me tira usted de la lengua, y aunque a mí no me gusta hablar... (Iniciando el mutis por la primera puerta de la izquierda.) ¡Lo que van a alegrarse! Precisamente decía ayer don César: «Mire usted que casarse ese loco de Foronda...? El diablo, harto de «jaropa», pidió la sopa. ¡Vaya, vaya!

Cos . (Desesperado.) Eso digo yo, vaya vaya...

BlB. Voy, voy... (Mutis por la primera puerta de la iz quierda.)

D. a Luz . (Airada y al mismo tiempo estupefacta.) ¡¡Cosme!!

Cos . (Aterrado y resignado.) ¡Luz...!

D. a Luz . ¡Y me juraste que había sido yo tu primer amor...!

Cos . El primero... de la segunda serie.

D. a Luz . ¿Pero es que vas a unir la burla al engaño? Porque, a juzgar por lo que ha indicado esa mujer, no ha habido series, sino sección continua.

Cos . Vamos, vamos, Luz; no tomes esas tonterías a mala parte. ¡A nuestra edad ..! Además, que agua pasada no mueve molino.

D. a Luz . Pero así está el molino, que es una ruina.

Cos . ¡No ofendas, Luz!

D. a Luz . Lo que yo creía un cansancio interesante, fruto del estudio y de las campañas, resulta que obedece a los esparcimientos y a los devaneos... y a los abusos.

Cos . ¡Eso no: Yo te juro que me he divertido, pero honestamente, sin detrimento de mi cuerpo ni de mi espíritu, y, sobre todo, sin que jamás se interesara mi corazón. Este corazón que...

D. a Luz . (Al ver entrar en escena por la derecha a PELAYO.) ¡Silencio!

Pel. (Calándose el monóculo.) ¿Eh...? Buenas... (Es unmuchacho algo talludo y que, a fuerza de querer ser elegante, resulta un rematado cursi. Al hablar recalca muchísimo la letra D, especialmente cuando va delante de vocal, en la última sílaba de cualquier palabra grave o esdrújulo.)

Cos . Buenas tardes.

Pel. ¿Saben en la casa que están ustedes aquí?

Cos . Sí, ya han ido a avisar. Muchas gracias...

Pel. All right. (Pausa.)

Cos . ¿Es usted alguno de los novios...?

Pel. Oui.

Cos . El de Luisita tal vez.

Pel . (Ofendidísimo.) ¿Tengo yo aspecto de cónsul?

Cos . Perdóneme...

Pel. Soy el «prometiddo» de Elvira.

Cos .!Ah! El diplomático...

Pel. El diplomático.

Cos . Por muchos años.

Pel. All right.

Cos . Yo soy intimo de la familia. Cosme Foronda...

Pel . ¡Como! ¿El juerguista...? ¡Oh...! (Tose Cosme. Doña Luz se estremece y se revuelve en su asiento.) Tantísimo gusto... (Pega un taconazo a lo austriaco y le alarga la mano.)

Cos . Muchas gracias.

Pel. He oido hablar mucho de usted. El general se acuerda constantemente de su amigo Parranda.

Cos . Foronda.

Pel. El dice siempre Parranda.

Cos . (Inquieto.) Mi esposa...

Pel. (Dando otro taconazo y hacicn dootra reverencia comopara esquirlarse la espina.) Señora... Ya sé que se han «casaddo» ustedes hace unos días. Les felicito.

D. a Luz . Muchas gracias.

Tob. (Entrando en escena por la derecha.)Buenas tardes .(Es joven y viste bien, pero sin refinamientos.)

Cos . Buenas tardes. (Pelayo se hace el distraído )

D. a Luz . Buenas tardes. (Pelayo se hace el distraído )

Cos . (Aparte a Pelayo.) ¿Es el cónsul, no?

Pel. Sí. señor. Y viene bueno. Camisa más obscura que el traje; corbata más clara que la camisa; cadena pectoral en vez de estomacal... (Señala los bolsillos de arriba y los de abajo del chaleco.) los puros en el bolsillo del moquero... No le hace falta más que una estilográfica al lado de los puros. Es de una cursilería que daña y redaña. Perdónenme que no les presente, pero no me trato con él. Es un grosero. Ayer me ha «insultaddo» aquí mismo. No le contesté por respeto a la casa, pero voy a contestarle ahora porque he «ideaddo» un procedimiento para devolverle las ofensas sin faltar a dicho respeto. Ya verán ustedes... (Se separa de ellos, se acerca a una mesa donde habrá un aparato telefónico y dice cogiendo el auricular.) «Permesso».

Cos . No faltaría más. (ALuz.) A ver si estos dos se enredan aquí...

Pel . (Al teléfono, y en tonos distintos, como si estuviera en París.)¿Allow...? ¡Allow...! (Pronunciará Aló. Allow...

Tob. (Me pone enfermo este idiota.)

PEÍ.. (Alteléfono.) ¿Central...? Tres, tres, jota... All right... «Bian». «Bian». ¡All right...!

Tob. (Maldita sea su corazón. Y estos dos cursis deben ser de su familia.) (Mira a Cosme y a Luz de arriba abajo despectivamente.)

Pel.. (Al teléfono.) ¿Eres tú, «Boadda»? Aquí es de las Torres.. Sí... Si... ¿Lo de ayer... «¡¡Nadda. .!!» No ofende el que quiere, sino el que «puedde...»

Tob . (Comprendiendo.) (Ah, vamos, el teléfono es un martingala para devolverme lo de ayer...)

Pel (Al teléfono.) Sí, hombre, «enviddia» y nada más que «enviddia». ¿Cómo va a compararse él, un funcionario vulgar y ramplón...? Un cónsul no es «nadda». Su no admisión en un «estaddo» no significa «nadda». Su «retiradda» no implica ruptura de relaciones ni de «nadda», porque no son «nadda», ni suponen «nadda», ni importan «nadda»... (Rie.)

Tob. (Cargado.) (El se vale del teléfono, y yo me voy a valer de su propia familia.) (Se acerca a don Cosme yle dice resueltamente, imitando a Pelayo.) A esa «monadda», que está diciendo por teléfono esa «tontadda», le voy a dar una «trompadda», que ya verán ustedes una nariz «hinchadda»... (Buscando camotra. (ACosme.) ¿Decía usted que no?

Cos . (Perplejo.)